Las Ansiadas Producciones pondrá en escena este sábado a las 22 horas en el Teatro de la Sensación, dentro del V Festival de Primavera Art-eatro ‘Los colores de la comedia LGTBQI+’, su obra ‘Las peladas (soledad de ausencia)’.
Sinopsis
“Las peladas” es un viaje de ida y vuelta entre dos mundos paralelos separados en el tiempo y unidos en la memoria. Es una mirada tierna a la vejez y lo que trae cogidito de la mano cuando llega y no se la ve venir. Son los recuerdos, las heridas, lo que no se dijo, la mala leche, la costumbre, el miedo, el amor, la muerte… Es volver al pasado desde el presente.
“Las Peladas” son mi abuela y su omnipresencia en casa en silencio, siempre inmóvil, siempre de luto… y siempre en soledad. Son España, mi Padre, Antonio Machín, Buero Vallejo, Valle Inclán y Micomicón.
Nunca será suficiente el que nos cuenten una y otra vez lo que pasó. Es necesario. Hay que conocer la verdad, por muy cruenta que esta sea. Hay que incidir e insistir en unos hechos que algunos se empeñan en seguir ocultando, porque saben que estuvo mal, que eran actos criminales y asesinos. No tiene la excusa ni sirve el alegato de que se estaba en una guerra. No nos vale tampoco el “y tú más”, y que todos, fuera del bando que fueran, hicieron lo mismo. No, porque los vencedores no mostraron piedad alguna. Hay que seguir destapando estas vergüenzas, y recordando, refrescando esa memoria con testimonios personales, reales, verídicos, por muy escabrosos que sean. Ya no vale el silencio. Ese silencio que uno se autoimponía por miedo y porque, en algunos casos, tampoco les creerían.
Las peladas. Ese era el mal menor. Que les rasuraran al cero sus preciadas melenas. Aunque llevaba una carga de mofa y escarnio considerable. Pero si solo hubiese sido eso… Pero no, hubo que torturar, vejar, violar, reírse, despreciar,… para acabar matando en muchos casos. Y de eso siempre quedan secuelas. Es imposible no tenerlas.
David Roldán-Oru habla, creo, de su propia experiencia. No la de él en carne propia, sí la de su abuela. Y la de otras muchas mujeres y un sinfín de hombres que vivieron durante años y años en la oscuridad del miedo, del silencio, de la represión, del escarnio, del vilipendio, de la ausencia. Pero, a la vejez, viruelas. Hay que gritar aunque sea en sueños y por la noche, cuando el inconsciente asoma, para contar lo que pasó. Para descargar la conciencia.
Benito, interpretado por Alfonso Rodríguez, poniéndose años y experiencia, lo dice, lo susurra, lo llora, de forma discreta. No se atreve hasta que sabe que su enemigo ya no puede actuar por su cuenta. Y desvela el mayor secreto, lo que hará tambalear las viejas ideas rancias, la educación recibida como norma impuesta, la santa madre iglesia. Y Laura Garmo en un difícil entrar y salir de dos personajes dispares, con la sensibilidad de quien lo sufre y la ignorancia de quien siempre acató las reglas. Sofía Cano nos presenta una auxiliar de enfermería humana y sensible, a la que se le agradece su dedicación extrema, cuando debiera ser la norma de los que trabajan con personas enfermas.
Es emocional este montaje. Lluvioso. Onírico. Sombrío. Descarnado. Valiente. Necesario. Esas voces radiofónicas que se oyen como nuestras conciencias. Ese ocultar las penas. Ese autoritarismo que asusta, aunque se hable de libertad, tener que dejar las puertas abiertas.
El subtítulo de este estupendo texto es Soledad de ausencia. Soledad siempre, desde que pasó la guerra. Nadie se recupera del horror, solo se disimula con paciencia. Ausencia de todos aquellos que se quedaron en la cuneta.
Que no falten estos montajes, estas dramaturgias, este teatro, por más que algunos digan que siempre se tocan los mismos temas.
FICHA ARTISTICA
Reparto:
Sofía Cano,
Laura Garmo
Alfonso Naranjo
Texto y Dirección:
David Roldán-Orú