Luis Mario Sobrino Simal.- A la vuelta, el amigo quiso dejar al HOMBRE en su domicilio pero al final tuvo que dejarlo unas manzanas antes pues el tráfico estaba cortado por una gran manifestación. Unas 5.000 personas marchaban a lo largo de la 3ª avenida, controladas y vigiladas por cientos de policías y soldados. El despliegue de estos era descomunal, jóvenes, mujeres, niños y ancianos, portaban pancartas con textos reivindicativos: ¡EL GRAN HERMANO NOS VIGILA! ¡ELIMINÉMOSLO! ¡EUROSHIMA, FUKUSHIMA, NO, GRACIAS!, ¡NO A LA GLOBALIZACIÓN! ¡NO AL PENSAMIENTO ÚNICO!, ¡ABOLICIÓN DE LA DEUDA EXTERNA DEL TERCER MUNDO! ¡EL 15 M SIGUE VIVO!, ¡NO AL TERRORISMO! Y levantando las manos coreaban: “Estas son nuestras armas”.
Encabezando la marcha pacífica, unas cuantas personas con megafonía imitando sonidos de guerra nuclear y bombarderos. El despliegue controlador antidisturbios era increíble. La manifestación estaba prácticamente rodeada por fuerzas equipadas con materiales de todo tipo: porras eléctricas, balas de goma, gases lacrimógenos, perros especialmente adiestrados, tanquetas con chorros de agua y pintura gelatinosa, cámaras de video, etc. ¡Todo un mundo de intimidación!
Unos cuantos incontrolados entre los que se encontraban algunos integrantes de grupos posnazis intentaron quemar unos contenedores pero los encargados de seguridad de la manifestación logró aislarlos…
El HOMBRE se pone triste y llora de impotencia ante esa forma de fascismo tan represivo y tan desproporcionado. Trata de participar en la marcha pero ante el amplio dispositivo policial desiste y se limita a observar… a cierta distancia. La típica frase de -“No nos mires, únete”- pone nervioso a nuestro HOMBRE que de nuevo intento quiere unirse a la manifestación movido por los remordimientos pero al final sucumbe ante el nerviosismo, el miedo y el poco apoyo que encuentra en su amigo. Así que…decide abandonar su idea solidaria saliendo del lugar.
El HOMBRE aún desde el coche de su amigo oye gritos y tras una carga policial ve manifestantes tumbados en el suelo aplastándose unos a otros. Unas cuantas máquinas ambulancias aparecen recogiendo a algunos activistas mientras otras máquinas furgones policía, empiezan a llenarse de los infiltrados… El HOMBRE piensa: “el imperialismo se crece con los años” mientras observa el terrorífico panorama.
Vivimos en sociedades en movimiento, en las que el recurso a la calle es elegido por actores muy diversos en cuanto a edad, educación, filiación ideológica y experiencia política.
No obstante, debemos alertar contra el peligro de que se afirme una nueva doctrina de penalización de las movilizaciones.
Estamos asistiendo a un retroceso de los derechos y libertades y a una restricción de las formas de protesta pacíficas.
Leyes como la Ley Orgánica 4/2015, de 30 de marzo, de protección de la seguridad ciudadana, son una llamada de atención a las personas que salen a la calle a manifestarse pacíficamente por los recortes y decisiones impopulares tomadas por el Ejecutivo central desde que llegó al poder hace cinco años y que permite a la Administración ser ‘juez y parte’.
Todo lo que no sea delito, el agente en cuestión, valora, juzga y sentencia.
¿Los jueces? Bien, gracias…..