Hace once años, José Saramago, el Nobel portugués, expuso sin medias tintas su opinión sobre el futuro de España y Portugal. Fue en el periódico luso Diario de Noticias. Al ser preguntado sobre el futuro de la península dijo:
“No vale la pena convertirme en profeta, pero creo que acabaremos por integrarnos”.
En cuanto al temor de sus compatriotas por la “ocupación” de Portugal por parte de las empresas españolas, manifestó: “No recuerdo haber oído nunca esas quejas cuando la ocupación es norteamericana o inglesa, pero es que esta vez son los castellanos, a los que vencimos en Aljubarrota”.
Aquellas declaraciones tuvieron una amplia repercusión, no sólo en Portugal y España, también en el resto del mundo. El propio Ministro de Exteriores portugués de entonces, Luis Amado, manifestó su absoluto desacuerdo y envió un mensaje a su paisano: “la idea de una unión ibérica constituye más un escenario de ficción literaria que una posibilidad”.
Esa declaración la hubiera suscrito sin tacha cualquier titular del “Foreign Office” británico. La histórica influencia de Inglaterra en la geopolítica lusa no fue de balde y le brotó con naturalidad al ministro.
Un año antes de la declaración de Saramago (2.006), el diario O Sol realizó una encuesta cuyo resultado fue un tanto decepcionante: Únicamente el 28% de nuestros vecinos eran favorables a la integración. Diez años después (2.016), un 68% de los portugueses expresaron estar de acuerdo en que España y Portugal “deberían avanzar en alguna forma de unión política ibérica” –Real Instituto Elcano: Barómetro de la imagen de España; Mayo-Junio de 2.016, 6ª oleada-
La evolución ha sido espectacular y en muy poco tiempo.
Pasado menos de un año (2.017), Pedro José de Braganza, aspirante al trono de Portugal, hizo una declaración sorprendente al periódico La Gaceta:
“Españoles y portugueses compartimos el mismo origen: Asturias”.
Efectivamente. El estudio descontextualizado de la historia ha provocado una gran ignorancia sobre el rompecabezas de la misma.
Alfonso III, el Magno, llevó las fronteras astures hasta la actual Coimbra; es decir, algo más de un tercio del Portugal de hoy fue parte integrante del reino de Asturias durante la Reconquista.
A tal punto tiene claro Pedro José de Braganza esta génesis común que al ser preguntado si se sentía ibérico, respondió: ¿Ibérico?
“Yo me considero asturiano”, en un guiño de complicidad, animando a ambos países a construir fórmulas de colaboración, dadas las enormes ventajas para ambos.
Pedro José de Braganza no es más que un miembro de la casa real portuguesa, sin trono desde hace un siglo. Quizá por eso puede expresarse sin las ataduras de los cargos institucionales, al igual que Saramago cuando lanzara su envite once años atrás.
El iberismo estuvo presente en los debates del siglo XIX. Pi i Margal fue uno de sus defensores. Durante el siglo XX, la idea pasó sin pena ni gloria.
España necesita un revulsivo. Y lo necesita encarecidamente. No puede seguir dependiendo de los caprichos de Alemania o Francia. España y Portugal tienen que mirarse a los ojos de una vez y olvidarse de jugar a que no existe el uno para el otro.
¡Por supuesto que existen! Y se necesitan. Nos necesitamos.
Más allá de cómo se articulara ese abrazo ibérico, el resultado sería un aire renovador y energético de quienes se sacuden una alienante modorra.
Estoy seguro de que el potencial creativo de ambas naciones se multiplicaría.
El ejemplo ibérico podía servir de acicate a que los países hermanos del otro lado del charco comenzaran, de una vez por todas, a buscar sus propias fórmulas para construir la Patria Grande tan anhelada.
Estoy seguro que al final del camino los integrantes de un lado y otro del Atlántico acabaríamos articulando formas de estrecha colaboración, enriquecedoras y necesarias para todos.
Y ¿la UE? ¿Qué diría la UE?
Una península ibérica desunida ha sido objetivo geopolítico prioritario de esa Europa a la que tan aficionados hemos sido en rendir pleitesía en los dos últimos siglos.
Pero: ¿No apoyó España la reunificación de Alemania, contra las suspicacias inglesas y francesas? Mitterrand llegó a decir que declararía la guerra a Alemania si la reunificación llegara a producirse.
Y ¿no se aceptó la compatibilidad de la integración del R.U. en la UE con su participación en la Common Wealth?
Sin embargo, una unión ibérica sería indigesta para nuestros “socios” y “aliados”. Nunca contaron con ello. Nos quieren de vagonetas de carga y a la cola del tren. Eso sí, endeudándonos sin recato para tenernos a su merced, esclavos de los intereses eternos de la deuda.
Llevar a buen término un proyecto así necesitaría de una clase política con mucha altura de miras, algo de lo que carecemos. Dispuesta, además, a enfrentarse a las zancadillas procedentes allende los pirineos; por ejemplo, el apoyo a nuevos rebrotes secesionistas en diferentes territorios nacionales; por supuesto, siempre disimulado y desmentido.
Además, insisto, se darían cuenta del “mal” ejemplo que podría ser para los queridos países comprendidos desde el Río Grande hasta el punto más austral de la Patagonia, y del riesgo, para su visión del mundo, de una colaboración posterior entre ambas orillas.
A uno le provoca plantarse para decir: y ¿qué?
¿No va siendo hora de levantarse y mirar al futuro con nuestros propios ojos?
La propuesta debe salir de la sociedad civil no política, y de centros de estudios ajenos a los ya implantados.
El reputado, Real Instituto Elcano, es sospechoso de carecer de la imparcialidad necesaria. Su actual director, Charles Powell, es, desde 2.011, miembro del capítulo español del Consejo Europeo de Relaciones Exteriores (European Council on Foreign Relations). En pocas palabras, la terminal europea del famosísimo Council on Foreing Relations estadounidense (CFR), creador de la geopolítica mundial según la visión de los intereses anglosajones.
Y eso es el Instituto Elcano: el brazo español del CFR. Lo cual podría ser una ventaja, si convenciéramos a estos muchachos de que la unión ibérica no sería nunca un riesgo para sus intereses, más bien al contrario.
Como decía antes, para eso se necesitaría una clase política con unas dotes hoy inexistentes en los ocupantes de cualquiera de los escaños de nuestras Cortes.
Sin tapujos
Marcelino Lastra Muñiz
mlastramuniz@hotmail.com
Año 2018 en España se contamina el aire, las aguas, las tierras y las comunidades están muy caldeadas unas con otras .
¿ Seguirá unida en los próximos años ?
Constituyamos la Republicana Ibérica.
Dos pueblos hermanos que por la intromisión de terceros (Gran Bretaña) se han dado mucho tiempo la espalda.
Sin embargo, es extraordinario el conocimiento que los portugueses tienen de España, y el progresivo conocimiento que los españoles están teniendo de Portugal, gracias al turismo.
Portugal para España y España para Portugal, igual que Iberoamerica, estarán ahí si el proyecto UE patina con nosotros (nada es descartable pues esa prepotencia de la Europa protestante sobre la católica está quebrando la UE).
España siempre es esa segunda potencia, que tras Westfalia, supone una amenaza al equilibrio pactado entre Gran Bretaña, Francia y Alemania. Que es lo que queda cuando la UE fracasa en su proyecto de convergencia de intereses entre sus miembros.
Gran Bretaña se marcha, para suplirla y equilibrar el eje Franco alemán, España-Portugal-Italia-Polonia.
Excelente idea Don Marcelino
Los peligros son dos (además del externo)
1/La suficiencia con que muchos españoles miramos a los portugueses. Que me recuerda a la suficiencia con la que la burguesía nazionalista catalana y vascongada mira al resto de los españoles.
2/Nuestra clase política. Desconozco cómo es la portuguesa, pero nuestra clase política es de lo peor que hay. Primero tendríamos que limpiar nuestra casa y purificarla, antes de tirar tabiques medianeros y unirla a la otra.
Empezando por las 17 Miserias. No se puede exportar ese modelo a Portugal, pese a que el centralismo de Lisboa sea en muchos casos muy perjudicial par aotras partes de su territorio. Pero el modelo para combarirlo no es el de las Taifas.
Yo añadiría un tercer punto, que en nuestras infraestructuras fuera prioritario un Tunel/travesía Central Pirenaica, que no permitiera a los transportes terrestres de la península evitarse el pasar por territorios catalanes y vasco/navarros, para no depender del chantaje de esa gente.
La famosa TCP, que además ya está probada con el tunel que hay entre Suiza y el Norte de Italia.
https://es.wikipedia.org/wiki/T%C3%BAnel_de_base_de_San_Gotardo
Un cordial saludo
Nivelazo de los comentarios Jajajaja.
Marcelino, tienes una clá que asusta.
Por cierto, la Europa de los pueblos es más interesante. Y para esa no hacen falta muchas alforjas. No como la actual europa de las empresas multinacionales ladronas, los millonarios estafadores y las corporaciones del poder que siguen manteniendo paraísos fiscales dentro de la propia UE.
Avancemos hacia esa Europa y verás como Portugal y España acercan posiciones. A tomar por saco los gobiernos nacionales y las coronas obsoletas europeas. Federalismo europeo y regionalismo del bueno.
Hala ya están estallando las cabezas rancias…
Saludos.
Estamos todos preocupadísimos por la unión con Portugal. No hay otro tema de conversación. ¡¡Temblad americanos, que vienen los Estados unidos de Iberia!!. Con eso y un par de ligas más del Barca y se arreglaron los problemas.
Un modelo federal y regional como el modelo hiper-descentralizado autonómico español para Europa…Uummmmm
Ya estaría estallando la UE por si lo que tiene ya no fuera poco.
El modelo para algunos: UNIÓN DE REPÚBLICAS SOCIALISTAS SOVIÉTICAS DE EUROPA.
Comunismo del güeno.
Yo creo que como idea para una novela de James Bond, evitando la unión como británico que es, claro, no está mal. Es bueno siempre tener sana imaginación.
¿Sabías, Remigio, que el río Bullaque era la frontera natural entre lusitanos y oretanos? El extremeñu, Remigio, es medio portugués, y el gallego, más de tres cuartos. De leoneses, charros y zamoranos también podríamos decir otro poco, y del matute y de la vida rayana te podría contar mil historias.
Sin la atlantidad (que la conocen y aprecian los portugueses mejor que nosotros), como sin la mediterraneidad, no se puede entender España, a menos que entiendas por ésta sólamente Castilla y sus conquistas. Igualmente, cuando me puse a estudiar la historia de Portugal, comprobé el doble efecto que surtía, pues se comprende también mejor la historia de España.
Me parece muy bien lo que has dicho, lo que has escrito es cierto, pero es historia antigua( y podríamos remontarnos a cualquier periodo que nos gustase para encontrar lazos y afinidades hasta con los suecos) pero ahora, con las nuevas estructuras europeas es igual de difícil unirse que separarse en términos tradicionales…de fondo tal vez late una realidad: la falta europea de unión más allá del euro.
No tengo más nacionalismo, amigo Remigio, que el lugar de mi infancia, mi patria chica es la casa de mis abuelos y su pequeña huerta, el mapa de la arcadia de mi niñez se resume en unos cuantos pasillos en torno a un patio desvencijado, antigua casa de telégrafos que servía de almacén o albadulaque para chamarileros y depósito de juegos para los niños del barrio (nadie robaba a nadie, ni se le ocurriera), y en un callejero pueblerino pero bien decente, solado por embarazadas piedras de basalto negro que resplandecían con la ilumanición nocturna, pero que el Ayuntamiento y la modernidad de las losas de ladrillo, cemento y alquitrán terminó por levantar al ser incómodo para el tráfico motorizado. Quiero decirte así, tan descaradamente poético, vertical, que para mí toda tierra es sagrada, pero que desde pequeño afiné el oído para entender a los que me salieran al paso, más que nada para saber si me querían bien o mal. Con los años, he descubierto que todos los peninsulares (y, por ende, todos los iberoamericanos, a excepción, claro, del raro individuo aislado que hable no más que vasco, cual amazónico sin contactar) chapurreamos el mismo idioma sólo que abriendo o cerrando la boca más o menos, dependiendo de la necesidad y costumbre en tomar aire para hablar y la afinación del oído a las voces que, poco a poco, han ido entrando en escena en el pabellón auricular o patio particular de cada uno.
Un saludo cariñoso.
Si de los países hispanoamericanos somos la madre Patria, para Portugal somos un hermano, quizá el hermano mayor.
Portugal y España, España y Portugal, entraron de la mano en la Comunidad Económica Europea, hoy Unión Europea, en 1986. La Unión Europea es de hecho y de derecho la expresión actual de la unidad ibérica. Ésta, ha sido por siglos temida por Portugal, temerosa de volver a caer bajo las garras del león que representa la Monarquía Hispánica, como en tiempos de Felipe II, III y IV, y ansiada, efectivamente, por España, con afán hegemónico sobre el hermano pueblo luso.
Tal vez sea posible la unión de dos naciones, dentro de la Unión Europea, sin mirar al pasado ni a la historia más que lo necesario para darse cuenta de que el futuro se debe mirar juntos, de la mano.
Lo que es cierto es que la actual estructura estatal debe ser revisada, probablemente, en un sentido federal.
En el ámbito externo, la fórmula de la unificación supondría un reforzamiento de la influencia y presencia ibérica en Europa y en el mundo al aumentar, en términos relativos, su peso específico.
Hace tiempo que se vienen produciendo distintos contactos más discretos que secretos.
Al fin y al cabo, tanto los españoles como los portugueses, debemos tener presente que el proceso histórico en ambos países ha estado interligado a lo largo del tiempo….
Lo tuyo está entre lo artístico y lo ridículo. Conste que es un halago. Porque defender la unidad patrocinando la separación es difícil. Lo reconozco.
Lamentablemente, el federalismo en España no se ha entendido aún como unión en la diversidad sino como separación……
El federalismo es la unión entre iguales, no entre diversos. Más que equilibrios de palabras, hay que buscar que todos los ciudadanos de un país tengan los mismos derechos. En vez de pensar que en España todavía no se ha entendido tu deseo, quizá debieras pensar que, simplemente, una mayoría piensa distinto que tú, y que imponer al pueblo soberano aquello que no quiere, no parece muy democrático. Dicho de otra manera, cabe la posibilidad de que el equivocado seas tú, y no decenas y decenas de millones de españoles. Menos soberbia, y más humildad. Menos ingeniería social, y más libertad.
Te compro el argumento de no imponer y así votamos si queremos monarquía, si queremos ser España con o sin Catalunya o Euskadi.
Qué me dices? Probamos?
Es más, sabrás tú más que los federales Austria, Alemania, Argentina, Bélgica, Brasil, Estados Unidos, India, México, Rusia o Suiza?
A ver si el Federalismo es algo bueno que no entra en vuestras cabezas cuadradas.
A ver si la imposición es del mundo rancio hacia los que quieren avanzar políticamente. Que tú eres muy victimista con todo lo que te parece mal. Machote.
Portugal es Inglaterra. Siempre ha sido así. Cuando Napoleón invadió España, en un tiempo tan parecido al actual, iba hacia Portugal; así rezaba en el Tratado de Fontainebleau.
El orden es muy importante. La unión, alianza, suma o acuerdo con Portugal es algo natural; y yo la deseo y la aliento. Pero esa unión debe empezar en Gibraltar. El peñón es el reflejo de nuestra decadencia, de nuestra sumisión a esos aliados y amigos que nos quieren tanto que nos dan la soga para que nosotros solos nos ahorquemos.
No digas esas cosas, Censor, no le eches más peso a los portugueses del que ya tienen. Portugal es tan Inglaterra hoy día como lo pueda ser más o menos (yo casi que te diría que menos) España. Para muchos portugueses, desde 1890 con el Ultimátum, se traicionó la confianza recíproca que todo acuerdo inteligente ha de tener, y ésta nunca ha llegado a recuperarse del todo. Precisamente, los portugueses, a partir de esa fecha, empezaron a mirar mucho más hacia nosotros que lo que nosotros hemos mirado hacia ellos.
No era mi intención cargar las tintas contra los portugueses, antes al contrario. Le agradezco me haya dado a conocer el Ultimátum de 1890. Es un pasaje de la historia bien curioso, en lo que atañe a la reacción de solidaridad que provocó entre la juventud española estudiantil. Precioso y conmovedor. Gracias Intercolumno.
Gracias a ti, porque tu agradecimiento me ha hecho ojear el neoacervo cultural del siglo XXI (la Wikipedia; ahora parece que todo lo que no esté ahí escrito, no existe o existió) para ver qué dice sobre el Ultimátum y compruebo estupefacto que se omite, también en la versión portuguesa, el hecho más ominoso del conflicto: los ingleses situaron en el delta del Tajo varios de sus buques más amenazantes apuntando sus cañones a Lisboa. De no desistir los portugueses de sus pretensiones africanas, Lisboa, la bella Lisboa, sería borrada del mapa.
Cuánto me alegra, Marcelino, escuchar esto de tu boca, pues yo ya daba por desbocado a tu hispanismo precisamente por esta razón: porque hasta ahora, tantas vueltas en torno a España, a la hispanidad, al hispanoamericanismo, etc, y todavía no habías dicho nada del iberismo, de nuestras relaciones y entendimiento con Portugal, ese país tan exótico como la India, como socarroneaba Buñuel, buen iberista. ¿Cómo se «españoliza» Europa sin «iberizar» antes España?, ¿cómo va el español a cruzar el charco y ser consciente de algo más allá de sentirse millonario en los resorts de Punta Cana sin antes haber ni vadeado el río Guadiana? Soy un iberista (cultural) convencido desde hace mucho tiempo y, aunque parece estar reviviéndose el interés de hace justo un siglo, queda mucho por hacer, como se puede observar por los comentarios, porque es un problema cultural, no tanto político, y la cultura no cambia, o se recompone, tan rápidamente como lo pueda hacer la política. Además, nada puede hacer la política, más que empeorar las cosas a un lado y otro de la Raya, si antes no lo ha hecho la cultura, como sabemos de sobra. Esto es igual que con lo de la arcilla. Paciencia, la madre de las ciencias. Pero no estás solo, Marcelino.
Quizás habría tenido más éxito el artículo si lo hubieras escrito en portugués, porque te entenderían mejor lo que você quer dizer. La palabra iberonofonía debería ser una herramienta maestra, nuestra llave inglesa.
Un saludo.
Por cierto, hasta el 7 de mayo, con el cebo de Pessoa, Todo arte es una forma de literatura, se puede contemplar una magnífica exposición en el Reina Sofía sobre la vanguardia portuguesa, gémela, como tantas otras cosas de la española.
Yo, desde luego, no veo el federalismo alemán, que prohíbe partidos independentistas, más demócrata que España, ni veo a Rusia como un ejemplo de nada en democracia, pero en nada, y ni se les ocurre plantear referéndum secesionistas. Suiza es un paripé de nación, que vive del dinero negro y Bélgica está unida con pinzas pues valones y flamencos no se tragan. EE.UU, tan denostada casi siempre ahora se pone de ejemplo, aunque según en que estado asesines te cae la pena de muerte o no. De Méjico huelga hacer comentarios,, creo, en fin… que cada país tiene sus cositas, pero el nuestro es un gran país del que tristemente nos avergonzamos mientras casi todo el mundo nos mira con cariño y respeto.
Así es.