A vueltas con los datos personales. Los mercaderes insaciables y sus voceros escriben que hay que conseguir remuneración por ellos. Sin embargo, otros autores, como Pierre Rimbert, dicen que en lugar de instituir la propiedad individual de los datos sería más racional socializar este recurso. Los datos individuales no tienen mucho valor por si mismos, es su unión y tratamiento estadístico lo que los hace valiosos. Puestos al servicio de la comunidad contribuirían a mejorar la sanidad, los transportes, la educación, la distribución, a reducir gastos energéticos” (Le Monde Diplomatique, marzo de 2018).
Estamos en plena expansión del efecto “Gran hermano”. Unos dicen que es por seguridad y otros que es fundamentalmente falta de privacidad. Y es que, aparte de las montañas de datos que manejan nuestros gobiernos, hay empresas tipo Facebook, Google o Yahoo que los controlan y no sabemos muy bien lo que hacen con ellos, aunque en el mejor de los casos los venden a todo tipo de compradores.
Y es que estamos en el marco de una gran evolución tecnológica y digital que está transformándolo todo, al menos en las partes del planeta más desarrolladas. Pero para muchos de los elementos tecnológicos que utilizamos es preciso el concurso de programas muy diversos, de software variado. La mayoría de las personas utiliza programas privativos o propietarios, es decir, aquellos a los que no es posible acceder de forma libre a su código fuente. Por eso, uno de los mayores valores del software libre frente al privativo es su transparencia y, en muchas ocasiones, su independencia. Así, resulta mucho más respetuoso en algunos aspectos que cada vez inquietan más a los usuarios, con especial mención a la privacidad.
Incluso Microsoft, según hemos sabido hace unos días, utilizará software basado en el sistema operativo Linux, y no en el sistema propio de Windows, para crear nuevas funciones de seguridad que protejan a los juguetes con conexión a Internet y otros dispositivos. Así lo indicó el presidente de la compañía, Brad Smith, en la conferencia de seguridad RSA en San Francisco.
Muchas veces el software privativo que se utiliza es pirateado, aunque hay una alternativa. Se trata del denominado software libre, que no necesariamente es gratuito, aunque en muchas ocasiones sí. Este respeta la libertad de los usuarios y de la comunidad. O sea, los usuarios disponen de la libertad de ejecutar, copiar, distribuir, estudiar, modificar y mejorar ese software.
Suelen darse una serie de razones para su utilización. Entre ellas pueden citarse algunas ventajas: uso y disfrute totalmente legal; amplia gama y variedad de herramientas libres; actualización periódica gracias a la gran cantidad de personas que lo mejoran; libre de virus, siempre que se descargue de fuentes oficiales; la mayoría de los programas libres tienen un alto nivel de estabilidad; defienden la soberanía gracias a la libertad que les precede; muchos proyectos basados en software libre cuentan con grandes comunidades de apoyo y soporte; coste menor que el de programas privativos más conocidos y, en muchas ocasiones, es gratuito.
Desde luego, destaca el universo Linux, sistema en el que se combinan varios proyectos, entre los que destacan GNU, encabezado por el estadounidense Richard Stallman y la Free Software Foundation, y el núcleo o kernel Linux, iniciado y mantenido por el finlandés Linus Benedict Torvalds.
En servidores, el uso de Linux es muy superior al de Windows pues ofrece estabilidad, seguridad, libertad, flexibilidad, costos más reducidos y tiene detrás una gran comunidad de desarrolladores. Y en cuanto a los móviles, más del ochenta por ciento utiliza el sistema operativo Android, basado también en el núcleo Linux, diseñado especialmente para teléfonos, tabletas, relojes inteligentes, televisores y automóviles.
En cuanto a ordenadores, Windows domina el escritorio con poco más del noventa por ciento, frente al dos o tres de Linux, aunque este avanza cada vez más, con penetración en diversas administraciones y empresas. Hay una treintena de distribuciones que utilizan Linux, con características muy diversas, entre las que se puede recordar Debian, Fedora, openSUSE, Manjaro, Lubuntu, Edubuntu, LXLE, Mint o Ubuntu.
Yo, como poco conocedor del mundo de la informática, utilizo Ubuntu desde hace ya una década y estoy encantado. Completo mis principales herramientas informáticas con VLC, reproductor multimedia, libre y de código abierto desarrollado por el proyecto VideoLAN, y Firefox, navegador web libre y de código abierto desarrollado para Linux, Android, IOS, OS X y Windows, coordinado por la Fundación Mozilla.
Desde ayer día 26 de abril, precisamente, está disponible la versión 18.04 de Ubuntu, lanzada con el nombre de Bionic Beaver (Castor biónico), última hasta ahora de soporte extendido (LTS) de Canonical, con apoyo técnico hasta 2023, lo que la convierte en ideal para actualizar nuestros equipos.
Isidro Sánchez
Desde el revés de la inopia
La implantación del ‘software libre’ tiene un problema: la resistencia al cambio de sus usuarios.
Por eso, es muy importante promover el uso del ‘software libre’ desde el origen, desde la educación escolar. Es la clave del éxito.
Ya sabemos que las primeras monedas se inventaron en el siglo VII a.C. pero, no debemos olvidar que los ‘datos personales’ son ahora la nueva ‘moneda’….
Joder con lo de la inopia; ¿y que es poco conocedor del tema, y acaba de hacer una tesis en apena una página? Si se hubiera enterado a tiempo la Cifuentes te contrata en/de negro.
Un abrazo
Isidro es un «crack» aunque un poco modesto,