La letanía del agua se remansa en el zaguán morisco de la calle Cañas, el rincón urbano más bello que conserva Puertollano, tras las lluvias que han aumentado el caudal de la fuente de los cinco caños. Exótico escenario que parece rescatado del Marruecos colonial, el recinto está adornado con un hermoso azulejo árabe y flanqueado de un poyete, elementos que le otorgan su singular atmósfera de baño oriental.
La obra de la fuente fue acometida por el Ayuntamiento en 1901, tal y como reza la vieja placa, y reformada en los años 20 para convertirse en una de las principales vías de abastecimiento de agua en el turbulento Puertollano minero de la primera mitad del siglo XX, aunque el monumento también sufriría reformas en las décadas de los 70 y 90.
El recinto se encuentra clausurado desde principios de los años 90 como medida de precaución ante una posible contaminación del manantial, pero puede admirarse sin dificultad desde la reja de entrada. Paradójicamente el cierre ha conservado intacto este mágico escenario durante casi 30 años, atrapado en una campana temporal de la que solo escapa el arrullo del agua.
Y es que el agua es el fermento de la vida. Una sinfonía visual……