Querida amiga:
Hoy me he levantado temprano y he ido a dar un paseo. He encontrado un banco bonito (no como el de Electrodomésticos Martín*) y me he sentado a contemplar el suave oleaje del Cantábrico y las gaviotas, que, como siempre, se dedican a dar por culo los bicharracos esos.
Con tan bonitas vistas, me he puesto a pensar en asuntos importantes y he acabado reflexionando sobre el alien del Área 51. ¡Pobrecico! Si hubiese aterrizado en Galicia, otro gallo le habría cantado. Porque aquí lo aceptarían hasta con su calvita y cabeza deforme. El alien aquí hubiera vivido como un marajá. No habría tenido falta de vitamina D, porque aquí el sol sí sale. Mi teoría es que en la AEMET debe de trabajar algún gallego que no quiere que Putin venga a fastidiar el verano y, por eso, los partes meteorológicos son que «sempre chove». Si Putin descubriera Galicia, se le quitaba la cara de acelga y la mala leche que gasta. Seguro.
Yo sigo pensando en el alien. Que habría conseguido un terrenito con los años y tendría su «horta» tan bonica, con sus tomates, sus lechugas, sus pimientos de Padrón (que el cabroncete seguro que se las ingeniaba para que todos picasen). El alien también podría mimetizarse con el mal llamado «feísmo» y poner un microondas viejo como buzón o una bañera inservible con rejas para barbacoa. No sé por qué lo llaman «chapuzas gallegas», a mí me parece el summum del reciclaje.
A mí me gustaría que el alien fuera del Dépor, claro; pero, si es del Celta, no pasa nada. De todos modos protagonizaría el anuncio de Gadis en Navidad. ¡Anda que no!
El alien aquí hubiera tenido calidad de vida, no como en USA. ¡Pobrecico! Eso sí, habría engordado lo menos veinte kilos entre empanadas, bollos preñaos y las filloas. No como allí, que fíjate lo escurridico que se quedó.
Aquí hubiera tenido un futuro, lleno de dudas, eso sí, pero más prometedor que con los yanquis. ¡Qué pena que no hubiese un gallego en lo de Rosswell para que se lo hubiese traído cuando regresara de la emigración!
Bueno, chica, tengo que dejarte. Resulta que he ido a comprar unos cruasanes para el desayuno y la panadera me ha visto muy flaca. Como ha visto que solo iba a desayunar eso, ha puesto cara de pena y con un «non, rapaza, non» me ha regalado tomates, pimientos y «leitugas» de la «horta». Me ha dicho que si quería «patacas» fuera con ella por la tarde a la «leira». Le he respondido que no cuela, que soy forastera, pero no tanto…
Ahora necesito un trolley para llevar el desayuno.
Ojalá algún día una peli del alien y Luis Tosar recorriendo Galicia, huyendo de las puñeteras gaviotas, ¿a que sí?
Besos.
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Postales desde Ítaca
Beatriz Abeleira
Para la referencia de Electrodomésticos Martín, léase la postal de verano 2.
http://www.miciudadreal.es/2016/08/18/postales-de-verano-2/
Te animo a seguir con tus relatos. Tienes salero y sentido del humor.
¡Gracias!
Un desenfadado y fresco relato.
Y es que Galicia sabe muy bien, sobre todo en otoño (bueno, abundante y barato)…..
Charles, contigo da gusto, que siempre tienes amables palabras. ¡Gracias!