El 9 de febrero de 1939 Prieto sale de España y permanece en el campo de concentración de Argelès-sur-Mer, en el sur de Francia, del que marcha camino de París para iniciar un periplo que le lleva hasta México D. F. Con su esposa Angelita Ruiz Ramírez (31 años) y su hijo Miguel (seis años) parten del puerto francés de Saint Nazaire en el barco holandés Veendam.
Transitan por Southampton (Gran Bretaña), Halifax (Canadá) y arriban a Nueva York el 17 de mayo. Llegan con certificado de tránsito 973 emitido en París el 5 de mayo de 1939 (según referencias de la base de datos de The Statue of Liberty – Ellis Island Foundation). Se dirigen en autobús a la frontera con México, que cruzan por Nuevo Laredo el 24 de mayo, para llegar a la capital mexicana dos días después. Prieto es aceptado como inmigrante con el carácter de exiliado político, según la ficha del Servicio de Migración.
Así, La Tarumba marcha al exilio. El profesor Jaime Brihuega considera que la obra de Prieto ‒“personalidad bifronte”‒ refleja quizá más que ninguna otra “el sentimiento del transterrado” (ABC, 4.12.2007). En una maleta, que el artista pierde en la estación de Perpiñán, hay, entre otros objetos, un cartel de un espectáculo de La Tarumba. Después me ocupo otra vez de la maleta.
Dedicado a la ilustración de revistas y libros influye de manera notable en los nuevos conceptos del diseño tipográfico y la ilustración, lo que provoca un “vuelco revitalizador hacia lo vanguardista en el diseño gráfico mexicano”, como ponen de manifiesto Fernando Benítez y otros (2000), Cabañas Bravo (2005) o Bonet-Brihuega-Perujo (2007), labor espléndidamente continuada –desde su muerte en 1956– por su discípulo Vicente Rojo (Miguel Cabañas Bravo, Arbor, 2009).
Pero el franquismo ignora por completo al artista y a su obra. Y para la sociedad manchega no están presentes, ni falta que hace, creen los más, pues las vanguardias producen rechazo en general. Como a Ángel Andrade ‒este si que pinta bien, piensa la mayoría‒, que se enfada cuando en una ocasión se le pide opinión sobre el arte abstracto y llega a decir que “cogía el puto cuadro y se lo metía por la cabeza al autor”.
Para la sociedad manchega los figurativos, aparte de cuestiones políticas, son los que saben pintar: Ángel Andrade, Carlos Vázquez, Antonio López García… Se burla de movimientos artísticos como futurismo, cubismo, expresionismo o de la abstracción en general. No son pinturas serias, ni importantes y es preferible, en el mejor de los casos, renunciar a entenderlas. Por eso, artistas como Gabriel García Maroto, José Ortega o Miguel Prieto son ampliamente ignorados. Además, son comunistas y eso es malo, muy malo, consideran algunos.
En el caso de Miguel Prieto hay un detalle, recordado por el antropólogo Julián López García, que muestra la represión cultural del franquismo y lo chapuceros que podían llegar a ser sus corifeos. En la Historia de Almodóvar del Campo (1973), de Edgar Agostini, al escribir sobre los pintores se cita a Alfredo Palmero, Virgilio Gómez y. Tras la conjunción copulativa un espacio en blanco pues la censura hace quitar el nombre de Prieto, citado por el autor, evidentemente.
Aparte de su presencia en la exposición El exilio español en México, celebrada en el Palacio de Velázquez del Retiro entre diciembre de 1983 y febrero de 1984, y de algunas algunas leves referencias, hasta la tardía fecha de 1994 no encuentro una referencia expresa al artista en la provincia. La concejala de Cultura del Ayuntamiento de Almodóvar del Campo, Manuela Jiménez Sánchez, escribe un artículo con el ilustrativo título “Recordando un nombre olvidado” (Lanza, 11-9-1994). La edil recibe una carta de una sobrina de Prieto, Rosario Cañizares Prieto, en la que reivindica su memoria, y eso le lleva a escribir de tolerancia, de reencuentro y de impedir que la memoria colectiva olvide a artistas de la tierra.
Isidro Sánchez
Desde el revés de la inopia
Además del exilio, este artista, trabajador incansable, hubo de soportar el silencio y el olvido. Sin olvidar las penalidades que debió sufrir durante los tres meses retenido en el campo de concentración de la antipática e insolidaria Francia. Sobre las condiciones infrahumanas de el campo mencionado, da buena cuenta Almudena Grandes en El corazón helado.
Gracias, don Isidro. Espero que los sucesores de Miguel Prieto tengan noticia de esta serie de artículos.
Causa asombro la biografía de este artista, pese a morir sin haber cumplido los 49. Es un no parar, según la Wiki. Yo desconocía la obra desarrollada en España y en México por este artista. Y algunos todavía tienen el cuajo de despreciar la memoria histórica.
La represión cultural en el franquismo comenzó con la entrada en vigor de la Ley de Prensa del 22 de abril de 1938, promovida por el ‘Presidente de Honor’ y figura histórica del Partido Popular, D. Manuel Fraga Iribarne.
Por cierto, la compañía naviera ‘Holland America Line’ aún utiliza un buque similar al ‘Veendam’ (el ‘MS Veendam’ construido en 1996 y remodelado en 2009) para sus cruceros.
En buques como éste, viajaron también muchos refugiados ilustres….
Ni como alunmo suyo, en el pasado, ni como lector , ahora, logra decepcionarme Isidro Sánchez. Un 10 para mi profe.
Ya que se cita su nombre, aprovecho para pedir la reapertura del Museo de Pepe Ortega (humilde, pero museo al fin y al cabo) en su localidad natal, Arroba de los Montes. Sé que las obras más importantes que se tienen de él en la provincia no se encuentran ahí, sino en la Diputación, pero tampoco me consta que éstas estén expuestas al público. Si me equivoco, y soy yo el desactualizado, pido disculpas.
Y reitero mi agradecimiento a Isidro por este monográfico de M. Prieto, que, sin duda, va camino de convertirse en uno de los más completos que pueda encontrarse de él en internet.
Ni como censores valían un pimiento. Mira que suprimir de la lista al último de la enumeración, sin quitar la copulativa Y… es para reirse sino fuera porque no tuvo maldita gracia. Y eso que el patinazo mayúsculo lo cometieron con la película Mogambo cuando, para evitar el adulterio de Grace con Gable la convirtieron en hermana de su marido con lo que consumaron un incesto.
Prudentes omisiones. Colaboraba en El Mono Azul, ese cadalso en prosa donde Alberti condenaba a muerte a los intelectuales descarriados desde su columna «A paseo». Un maestro del pincel, que vivió en el Madrid de las checas y Paracuellos y no se enteró de nada. Junto a Miguel Hernández y Rivas Cherif fue a Rusia a baldear la sangre de los crímenes de Stalin; allí tampoco vio nada. Acabó en Méjico, destino del Vita. A nadie se le ocurriría hacer una hagiografía en tres partes de un artista del nazismo, pero el comunismo y sus crímenes tienen bula.