A veces se utiliza la expresión volverse tarumba o volver tarumba a alguien para significar que una persona se halla alocada, anonadada, atolondrada, aturdida, aturullada, confundida, mareada o trastornada. También se usa la palabra como apodo para llamar a familias u hombres, así se habla de los Tarumba o del tío Tarumba. Incluso, hay un pueblo en la provincia de Barcelona, Viladecaballs, conocido popularmente como La Tarumba y a sus habitantes como tarumbaires.
Por otra parte, no me negaran, queridos lectores, que en estas fiestas terminamos un poco tarumbas, con espuertas de luces, alimentos, buenos deseos, compras, familias, bebidas, excesos, paces o felicidades. Por cierto, a menudo olvidamos que la felicidad, como advierte Séneca, es no necesitarla.
Tarumba tiene relación también con nuestro pintor, con Miguel Prieto Anguita. En este año que termina se cumplen ciento diez años de su nacimiento en Almodóvar del Campo. Nace el 17 de noviembre de 1907, en el seno de una familia humilde. En 1918 empieza a trabajar en Puertollano como aprendiz de escultor y decorador y dos años después se traslada a Madrid, donde entra en contacto con ámbitos artísticos, mientras trabaja como pintor de brocha gorda o copista en el Museo del Prado.
A comienzos de los años veinte realiza obras diversas, como Por la Patria, por la que recibe la felicitación de la Comisión Provincial Permanente de la Diputación de Ciudad Real en estos términos. “Felicitar a Miguel Prieto, vecino de Almodóvar del Campo, por la meritísima obra ejecutada en su cuadro «Por la Patria», participándole que se corresponderá a la atención que ha tenido de ofrecerle a la Corporación, en debida forma” (Boletín Oficial de la Provincia de Ciudad Real, 29.6.1925).
Dicha Comisión aprueba la concesión de una subvención de 2.000 pesetas a Miguel Prieto para seguir sus estudios de pintura, “en vista de las excepcionales condiciones que se aprecian en su obra” (Boletín Oficial de la Provincia de Ciudad Real, 24.7.1925). Un año después la citada Comisión aprueba que pasen a informe de la Comisión correspondiente las instancias de los pensionados de la Diputación Miguel Prieto, Felipe G. Coronado y Celestino Sánchez, “solicitando nuevamente esta gracia” (Boletín Oficial de la Provincia de Ciudad Real, 11.8.1926) .
La polifacética labor artística de Miguel Prieto se desarrolla en cinco líneas principales: diseño gráfico, escenografía, dibujo, grabado y pintura. Hacia 1933 acentúa su compromiso político y social e ingresa en la Asociación de Escritores y Artistas Revolucionarios. Del 1 al 12 de diciembre de ese año participa en la I Exposición de Arte Revolucionario, celebrada en el saloncillo bajo del Ateneo de Madrid, organizada por la revista Octubre.
En 1934 crea el Guiñol Octubre, elemento de oposición en el denominado Bienio negro. Prieto pone ese nombre por la revista Octubre, de María Teresa León y Rafael Alberti, pero Pablo Neruda rebautiza, según Raúl González Tuñón (Ahora, 12.5.1937), con el valleinclanesco nombre de Tarumba.
El 26 de enero de 1935 La Tarumba, con decoraciones fantoches y puesta en escena de Prieto, representa el entremés cervantino Los dos habladores y El retablillo de don Cristóbal, de Federico García Lorca, en el Lyceum Club Femenino de Madrid (Heraldo de Madrid, 28.1.1935 y La Voz, 29.1.1935). La escenificación se repite el 9 de febrero en el mismo Lyceum, pero con una palabras preliminares de Juan Chabás y preludio musical de Enrique Casal (La Voz, 7.2.1935 y El Sol, 9.2.1935).
Y otras cuatro veces durante la Feria del libro de Madrid (Heraldo de Madrid, 4.5.1935), celebrada en mayo de 1935: los días 8 (El retablillo de don Cristóbal, de Federico García Lorca), 12 (Entremés del mancebo que casó con mujer brava, escenificación del cuento del conde Lucanor, de Alejandro Casona), 16 (Los habladores, de Cervantes) y 19 (Entremés del dragoncillo, de Calderón de la Barca).
Isidro Sánchez
Desde el revés de la inopia
En 1937, ‘La Tarumba’ actuó en el frente representando obras de Lorca y de Alberti.
La obra de Miguel Prieto está considerada como una de las más importantes, por su calidad, de las vanguardias españolas de principios del siglo XX, aunque no ha tenido, al contrario de otros artistas, difusión en su tierra.
No obstante, Miguel Prieto es un artista muy querido en México.
Gracias por traerlo a la memoria, D. Isidro…..
El ciudarrealeño Diego Marín Molina (1914-1997) fue un filólogo y crítico literario que también actuó durante sus años de estudios en Madrid en La Barraca, donde trabó amistad con Federico García Lorca y su secretario y amante Antonio Jiménez Rapún. Una de las obras de Lope que representaba, El galán de La Membrilla, la editó junto a su esposa la hispanista Evelyn Rugg años más tarde. Recuerdo en especial su antología de la poesía española, que guardo con otros de sus libros. Vivió siempre exiliado en Canadá, al contrario que otro gran e importante escritor malagonero, Antonio Heras Zamorano, que lo hizo en California, donde murió en 1964. según mis cálculos debió hacer en 1882. Allí dejó su archivo, que ninguna institución manchega ha tenido la elegancia de revisar o estudiar. Zamorano escribió una auténtica novela sobre Ciudad Real, «Vorágine sin fondo» (1936), que a causa del año en que se publicó quedó sin crítica. E interesantes artículos sobre los estadounidenses que luego reunió en diversos libros. Es un escritor entre azoriniano y barojiano, y describe, por ejemplo, el Compás de Santo Domingo, que era entonces la zona mal vista de Ciudad Real. Es el equivalente de las grandes novelas sobre Ciudad Real de un escritor actual, mi amigo Emilio Morote Esquivel: «Los mejores años de nuestras vidas» o «El sendero eterno», donde aparece bajo el criptónimo de Bahía Nepal.
Pero el más conocido por Lorca fue el artista, poeta y escritor solanero Gabriel García Maroto. Le pagó e imprimió en su taller su primer libro poético, el «Libro de poemas» de 1921. Además fue a recibirlo a Nueva York, como cuenta su biógrafo Ian Gibson, cuando marchó allí en 1929. El exilio lo envió luego a México. No su obra literaria y sus manifiestos de pintor de vanguardia han sido destruidos, sino casi toda su obra pictórica; lo fue por los vencedores de la guerra, pero yo tengo un dibujo suyo.
Como dijo W. H. Auden en el final de su poema «Spain» (1937):
«History to the defeated May say Alas but cannot help or pardon / La historia puede decir ¡qué pena! / a los derrotados, pero no puede ayudarlos ni perdonarlos».
Pero yo prefiero el final memorable del famoso poema pacifista «A la juventud» del noruego Nordahl Grieg, escrito también en 1936 con motivo de la Guerra civil española, que ha sido musicado. También se leyó con motivo de la tragedia del 11 de septiembre de 2001 en Nueva York:
Rodeado de enemigos,
parados ante la puerta,
la batalla debe lucharse:
prepárate.
Tal vez preguntes con miedo,
desamparado y expuesto:
¿con qué debería luchar,
cuál es mi arma?
He aquí tu escudo contra la ira
he aquí tu espada:
creer en nuestra vida
y en el valor del hombre.
El futuro de todos nosotros
esa es tu culpa;
muere si debes hacerlo, pero
¡sé fuerte, sé paciente!
Terror y explosiones
hay aquí también, en tu propia casa.
Detén el trabajo de la muerte,
detenlo con tu espíritu.
La guerra es desprecio por la vida,
la paz es para crear.
Utiliza tus poderes:
¡la muerte perderá!
El amor y los sueños
solo traen progreso.
Ir hacia el futuro
es pues la respuesta.
Fábricas sin desarrollar,
estrellas desconocidas:
¡construye y explora
ya tu propio país!
¡Digno es el hombre,
la tierra es rica!
La necesidad y el hambre
son una traición.
¡Aplastadlas en nombre de la vida!
La injusticia caerá
porque la luz del sol, el pan y el espíritu
son propiedad de todos.
¡Entonces las armas caerán
sin poder! La gente merece
que creemos la paz
aquí en la tierra.
La responsabilidad
es la carga del hombre;
mayor que la de los animales
es esa dignidad..
He aquí nuestro voto solemne
de hermano a hermano:
protegeremos nuestro mundo
del puño de los tiranos.
¡Defenderemos lo bello,
lo benigno y lo inocente
como cualquier madre
cuidaría de su bebé!
Pero las biografías de los represaliados (vivos y que consiguieron escapar, no por ejemplo de los mil que fusilaron solo en Ciudad Real después de la guerra) que nacieron o ejercieron su labor en Castilla-La Mancha se pueden consultar en la obra que reunió y dirigió precisamente Isidro Sánchez Sánchez: «Educación, Ciencia y Cultura en España: auge y colapso (1907-1940). Pensionados de la JAE (Ciudad Real, 2012). Aparte de los nombres mencionados, aparecen allí muchos pensionados por la Junta de Ampliación de Estudios, el Erasmus de la época, que no distinguía en sus becas a alumnos de derechas ni de izquierdas, como después se hizo. Nació en 1907 gracias al ciudarrealeño José Castillejo, que fue, más que su secretario, su factótum, y fue liquidada por el franquismo entre el menosprecio al saber y la sospecha constante sobre intelectuales y docentes.
Se acabó de este modo con todo un símbolo de progreso y un plantel valioso de inquietudes modernizadoras que iban a animar el primer tercio del siglo XX. Un decreto de 1938 del Ministerio de Educación Nacional
anunciaba la disolución de la JAE y se concretaba, ya acabada la guerra, en la ley que creaba el CSIC y en la orden que obligaba al traspaso a este centro de los bienes de la Junta (1939 y 1940, respectivamente). La
purga de académicos e intelectuales, en gran medida olvidada, explica la
pervivencia de la ciencia católica y del Opus Dei en esta institución.
Entre los fusilados se pueden mentar
Román Francisco Aparicio Pérez y Teófilo Azabal Molina. El primero (pensionado de la JAE en 1921) ejerció su labor como maestro en
Pobo de Dueñas (Guadalajara), Fuente el Fresno (Ciudad Real) y en 1919 en Arganda de Rey (Madrid). Entre 1931 y 1933 fue presidente de la agrupación local del Partido Republicano Radical Socialista, integrado en 1935 en Izquierda Republicana, de la cual sería presidente local de Arganda de 1938 a febrero de 1939. En 1937 dirigió la primera campaña contra el analfabetismo en la comarca y fue designado inspector
delegado de Enseñanza Primaria en la zona de Arganda, con un total de dieciocho pueblos. La recompensa fascista fue fusilarlo en Madrid
a causa meramente de su militancia republicana, el 23 de noviembre de 1939, a pesar de contar con la admiración y la estima de ese pueblo que a Franco le daba igual matar. El segundo, nacido en Fuentespino de
Haro (Cuenca) y pensionado en 1935, fue fusilado en Jerez de la Frontera
en agosto de 1936 y la causa de la muerte se especificó así:
«A consecuencia del glorioso Movimiento nacional, salvador de España”.
Solo era miembro de UGT y del PSOE, fue detenido y aprisionado según ABC (13-11-1934), por la publicación de ciertos artículos en un diario socialista.
Depurados y separados, pueden recordarse dos casos entre miles, como fueron los de Demetrio Nalda Domínguez (Logroño, 1894 – Barcelona,
1993), profesor de instituto de Albacete y pensionado por la JAE
en Marruecos, durante cuatro meses de 1918, para perfeccionar el “conocimiento del árabe vulgar e investigación de la persistencia de creencias y prácticas de los moriscos españoles reveladas por los manuscritos de la La Traca (21-4-1937) (véase A. Laguna, F. A. Martínez
y N. Piqueras, La Traca. La transgressió com a norma, València, 2016, p. 284) o José Subirà Puig (Barcelona, 1882 – Madrid, 1980), el gran musicólogo, que pasó su adolescencia en Ciudad Real, tenía mucha relación con La Mancha y fue “la mano derecha ” de Castillejo en la JAE.
A prisión y destierro fue Juan Jiménez de Aguilar y Cano (Cuenca, 1876 – Alcalá de Henares, 1947), profesor del instituto de Cuenca, periodista,
escritor, político y masón. Dos días antes de estallar la guerra la Gaceta de Madrid insertó la concesión de una pensión de la JAE para viajar para ampliar estudios sobre enseñanza de la geología, que por eso no pudo darse.
Expulsados fueron entre otros el profesor de la Normal de Toledo y escritor Félix Urabayen Guindo (Ulzurrun, 1883 – Madrid, 1943); el
maestro de Almansa y escritor católico José Conde García (Albacete, 1877 -Almansa, 1970); o Blasa Claudia Ruiz Ruiz (Urda, 1882 – 1967), profesora en diversas escuelas normales y pensionada por la JAE durante 1913 y 1914 en Bèlgica, Francia, Italia y Suiza; su republicanismo hizo que fuese depurada en 1937 y separada definitivamente de la carrera y del escalafón, aunque pudo incorporarse callando su pasado profesional en la Normal de Alicante en 1952. Otro ejemplo, muerto en el exilio
interior, fue el de Leonor Serrano Pablo (Hinojosas de Calatrava, 1890 – Madrid, 1942), educadora, abogada y feminista. Ya padeció represión durante la dictablanda de Primo de Rivera, y con el triunfo franquista la volvió a sufrir. Suspendida de su trabajo subsistió dando clases en el Instituto Editorial. La acusación de “inquierdista racionalista y laica” hizo que el Tribunal Militar de Responsabilidades Políticas le abriese expediente, pero murió en 1942, con 52 años, antes de acabar el proceso. Y también una cantidad importante de exiliados. El más conocido es José Castillejo Duarte (Ciudad Real, 1877 – Londres, 1945), principal
artífice del desarrollo del proyecto JAE; Lorenzo Luzuriaga Medina
(Valdepeñas, 1889 – Buenos Aires, 1959), importante pedagogo muy relacionado con la JAE, que publicó obras como El analfabetismo en
España o un Diccionario de pedagogía; Tomás Navarro Tomás (La Roda, 1884 – Northampton, Massachusetts, 1979), filólogo, bibliotecario y lingüista; o Rodolfo Llopis Ferrándiz (Callosa d’en Sarrià, 1895 – Albi,
1983), professor de la Normal de Cuenca, pedagogo y secretario general
del Partido Socialista Obrero Español en el exilio.
Otros menos conocidos fueron Herminio Almendros Ibáñez (Almansa,
1898 –Habana, 1974), gran educador, escritor, pedagogo y editor, famoso
editor y padre del oscarizado cineasta Néstor Almendros; Modesto Bargalló y Ardèvol (Sabadell, 1894 – Méjico, 1981), profesor de la Normal de Guadalajara y director desde 1923 hasta 1927 de la Revista de Escuelas Normales; el ya citado Gabriel García Maroto (La Solana, 1889 – México, 1969), pintor, impresor y crítico de arte, miembro durante la guerra de la directiva de la Asociación de Intelectuales Antifacistas
para la Defensa de la Cultura y director del Servicio de Propaganda
del Ministerio de Instrucción Pública; Antonio Heras Zamorano (Malagón,
1882 – Dana Point, California, 1964), escritor y crítico literario, del que ya he mencionado que antes de marchar al exilio publicó Vorágine sin fondo (Madrid, 1936), una crítica demoledora de la apatía de una pequeña ciudad de provincias, Ciudad Real, que aparece en el texto con el nombre de Villaplana; Manuela Manzanares López (Torre de Juan Abad,
1910 – Southfield, Michigan, 2004) arabista, profesora y escritora, esposa de José Francisco Cirre Jiménez, catedrático de literatura y administrador de la famosa revista Cruz y Raya, en la que tantos del 14 y del 27 escribieron antes del exilio; el citado Diego Marín Molina
(Ciudad Real, 1914 – Toronto, 1997), que estuvo en Francia, Gran Bretaña, Venezuela y Canadà, profesor y experto en Lope de Vega, presidente del Southern Ontario Chapter en la Asociación Americana de Profesores de Español y Portugués (1957-1958) y vicepresidente de la
Asociación Canadiense de Hispanistas (1974); o Javier Malagón Barceló, pensionado el 1936 y desde 1958 secretario técnico del programa de Becas y Cátedras en la Organización de Estados Americanos, dentro del Departamento de Cooperación Técnica, donde llegó a ser subdirector
entre 1966 y 1968. Hizo un programa de becas e intercambios que debía mucho al ejemplo de la JAE y que defendió hasta 1970, cuando se convirtió en director del Departamento de asuntos culturales de la OEA
Desde el punto de vista ideológico hubo allí pocos comunistas, generalmente algunos solicitantes que no consiguieron la pensión como el citado Miguel Prieto Anguita o el lider anarquista Rito Esteban Novillo. Había, eso sí, militantes de muy diversos partidos: Reformista (Luis de Hoyos Sáinz), Liberal (Felipe Clemente de Diego Gutiérrez o el miguelturreño Francisco Rivas Moreno), Radical (Eusebio Criado Manzano,
Manuel Fernández Fierro o Pedro Riera Vidal), Izquierda Republicana
(Albino Lasso Conde o Enrique Martí Jara), Radical-Socialista (José Ballester Gozalbo), Socialista (Valentín Aranda Rubiales, Miquel Bargalló Ardèvol, Antonio Fabra Rivas o Luis Leal Crespo).
(Traducido en su mayoría por mí del catalán del artículo de Isidro Sánchez Sánchez, «Represaliats de la Junta per a Ampliació d’Estudios i Investigacions científiques». También es interesante el artículo de Fernando Rovetta Klyver, «Una nit que no s’acaba, una boira que no s’espassa: la repressió franquista a Castella-La Manxa»). Ambos se pueden leer en catalán aquí:
http://www.memoria-antifranquista.com/webvella/biblio/MAF17-cat.pdf