Me levanté nada más escuchar al despertador del móvil. Eran las seis de la mañana. Fui andando hasta la parada del autobús. Faltaba algo menos de diez minutos para la llegada del mío. Me dirigía a la capital de la provincia donde llevo varias semanas. Una pequeña maleta, mi única y fiel compañera de viaje. En la parada recibí el saludo de un matrimonio. Enseguida comenzamos a hablar moviéndonos sobre el terreno para combatir el frío. Iban a Avilés, su lugar de residencia ¿Edad? Unos setenta y pico. Ambos naturales del pueblecito de la Castilla profunda donde nos encontrábamos. Se fueron al norte recién casados, en 1.961. Él trabajó cuarenta años en Cristalería Española, popularmente llamada la Cristalera; hoy la empresa tiene nombre francés.
Tuvieron tres hijos. Todos viven en la ciudad asturiana a la que se dirigen. El hombre conserva la casa familiar del pueblo. Todos los años se dejan ver por él. Volverán este mismo Diciembre. Tienen la afabilidad de la gente sencilla. Esa que te da los buenos días sin conocerte y mirándote a los ojos. Te habla del tiempo con tal de buscar una excusa para entablar una conversación, y lo consiguen. En apenas diez minutos esperando el coche de línea aprendí más cosas de ellos que de los vecinos con quien he compartido portal en cualquier ciudad de las que he vivido.
El autobús iba casi lleno, y se fue completando en las siguientes paradas. Predominaban las personas de avanzada edad; sin duda, las más habladoras. Qué más da si se conocían de antes o no. Algunas dejaban caer sus manos sobre el brazo del interlocutor, esa forma tan popular de transmitir cercanía. Los viajeros más jóvenes se dirigían al colegio, instituto o a la Universidad. En vez de hablar optaban por echar mano al móvil.
Al acercarnos a la entrada de la ciudad nos envolvió una niebla cerrada. Desapareció nada más cruzar el puente del río. En la estación de autobuses me despedí del matrimonio que se encaminaba a hacer transbordo para continuar viaje. La señora se me acercó para darme un beso.
El día estaba frío y era demasiado temprano. Entré en la cafetería de la estación y pedí un pincho de tortilla con un “cafelito” muy caliente. Me dio por pensar que ese pedazo de tortilla era mucho más que un trozo de alimento. Es un ingrediente principal de mi vida ¿Cuántas raciones llevaré comidas? ¿Cuántas veces, ante una indecisión, no habré dicho ¡ponme un pincho!, señalando a la tortilla de turno, con la seguridad de que era una elección que nunca fallaba?
Recibí un mensaje en el “guasap”. Era mi sobrina; vive en Dubai.
-¿Qué haces?
-Comiendo un pincho de tortilla –respondí
-¡Qué envidia! –fue su respuesta.
Y es que la tortilla española no es algo para matar el hambre. Es una de las tantas cosas que conforman el alma de un pueblo.
Abandoné la cafetería ajustándome la bufanda. Una mano me saludó a través de uno de los vidrios de un autocar que recién salía de la estación. Correspondí de igual forma. Era la mujer del matrimonio de la parada. Hacía frío. Pero Salamanca siempre te templa el ánimo con su belleza.
Sin tapujos
Marcelino Lastra Muñiz
mlastramuniz@hotmail.com
Bonito relato.
Qué será de nuestra España cuando esas generaciones todoterreno, curtidas en toda clase de sacrificios, repletas de humanidad y experiencia, y sensatez se nos vayan.
Quedará la tortilla española. Sí, quizás esta original tortilla que recuerdo que chocaba a mis compañeros germanos porque para ellos era algo así como una tortilla de garbanzos, nos recuerde el ingenio con el que nuestras generaciones pasadas afrontaron la carestía de tiempos muy duros.
El ingenio español es muy sabroso y muy exitoso, y se agudiza en momentos de dificultad. Por eso siempre ha sobrevivido y triunfado históricamente.
Veo a tu sobrina de Dubai con estos:
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¡Que lástima que no hubiera muchos Amancio Ortega, del que tanto renegais!
Pues ya estás tardando en empreder, machote.
Yo se por quien lo digo y los que se dan por aludidos, también.
Y tú, eres emprendedor, o trabajador por cuenta ajena perdiendo el tiempo aquí? Eh, Alpino?
Yo no me doy por aludido. Mi abuelo autónomo, mi padre autónomo, mi madre autónoma, mis hermanos autónomos y yo en la misma línea. Lo curioso es que los que más alabáis a los emprendedores os paséis la vida viviendo de la teta de los presupuestos públicos, trabajando menos que poco y con derechos económicos y sociales que pagamos los paganninis de siempre. Vamos, que costais muchísimo más de lo que valéis. Y valeis poquísmo y nunca, nunca estais contentos.
Por experiencia profesional, y porque todos lo sabemos, el que no se salva de pagar impuestos es quien tiene una nómina, y si es de la Administración más.
A la hora de ser comprobado o inspeccionado, el nominado salvo que no declare FOGASA correctamente o su hipoteca (la única deducción que asistía a la clase media trabajadora por cuenta ajena) o haya vendido patrimonio, no suda como los autónomos.
Yo pierdo el tiempo
Tu pierdes el tiempo
El pierde el tiempo
Nosotros perdemos el tiempo
…
Da lo mismo lo que seamos.
Con mi tiempo hago lo que quiero. Si das por hecho que lo hago en horario de trabajo estás muy equivocado.
Amerindio, mi comentario era para Alpino, no sé si te he confundido.
Lo sé, Hobbes, le respondía a Alpino. Saludos
En cuanto a Amerindio, precisamente porque no te das por aludido, mi comentario no se dirigía a ti. Por otra parte me alegro de que tú lo estés, por ser un emprendedor. ¿Porque no iba yo ha alabar a un emprendedor? ¿Quién no elogia a un emprendedor? Y si es Amancio Ortega, con más razón. Claro que, hay muchos que no piensan lo mismo, por eso la segunda parte de la frase “del que tanto renegais” porque muchos le echan en cara que sea una persona poderosa del IBEX, a la que hay que expropiar.
En mi comentario yo aludía a Amancio Ortega porque si hubiera muchos como el, no habría tanto trabajador desempleado, ni tanta pobreza en general.
Por último, los funcionarios como los emprendedores son necesarios. Pero en vista de que tú no piensas lo mismo, o al menos no tienes muy buen concepto de ellos, espero que no te pase como a los independentistas, que iban a coronar una montaña con la estelada y tuvieron que ser rescatados por la Guardia Civil. Porque si no lo sabes, los médicos, bomberos , policías y Guardia Civil, entre muchos otros, también son funcionarios.
Totalmente de acuerdo. Cada uno ha de ocupar su función social.
En Dubai no debe haber huevos ni patatas, o bien la sobrina se ha desespañolizado mucho y ya solo tiene tiempo para una francesa.
Pues sí, López, iba a decir algo similar. 30 minutos, treinta, es lo que se tarda en cocinar una buena tortilla de patatas, incluyendo la monda , corte de las ídem y batido de huevos. Patatas y huevos debe haber en todas partes ; aceite de oliva, también, aunque tal vez más caro. Vamos , que quien no come tortilla, en España o en Dubai, es porque no quiere.
Sencillo y costumbrista relato, Marcelino.
Sencillo y costumbrista era Valera, Baroja, Pérez de Ayala (que estudió el bachillerato en Ciudad Real y escribió un cuento cuya protagonista es una villa llamada Pandorga), las series Crónicas de un pueblo y Los ricos también lloran…
Pero esto no da para nada más que la hoja parroquial o el programa de fiestas de mi pueblo.
Entrañable narración.
Yo no considero que comunicarse por ‘Whatsapp’, ‘Facebook’ o ‘Skype’ sea conversar. Son lenguajes que los jóvenes utilizan para manifestar su rebeldía y provocación ante un mundo adulto al que consideran formal y autoritario.
Hoy en día, las conversaciones cara a cara se han convertido en algo exótico. Preferimos enviar un icono con un beso que darlo.
Aunque debemos reconocer que la mayoría de problemas básicos que atribuimos a las tecnologías no tienen nada que ver con la herramienta, sino con la mala educación.
Y es que aún no nos hemos dado cuenta de que hay que romper el huevo antes de hacer la tortilla…
Ángel Manuel te pones tierno recordando la placentera dictadura en la que viviste y eso no esta bien y confundes el ingenio con la supervivencia yla corrupción.