El de Portoplano, aquel día, cansado y agobiado, quizás, porque el día anterior, había ido a la gran ciudad, iba una vez cada varios meses, al encuentro entre compañeros de la pluma y del repensar. Pero cansado, volvía cansado. Porque veía, que todas las personas, intentaban ser y estar y poner su nombre en la eternidad.
Quizás, sea necesario y sea loable, no pueda ser de otro modo, intentar seguir en los oficios de la creación e investigación cultural, si no se tiene una gran fe, en el producto y guiso que estás realizando. Aquí el homenaje a todos los autores, de todas las disciplinas, de ayer y de hoy y de mañana. Especialmente, a todos, la mayoría, que se han perdido sus obras, y seguirán perdiéndose, aunque esto hoy se podría solucionar…
– Sobre cualquier tema, aunque sea el mismo para un millón de individuos, cada uno, lo afronta con sus vivencias e ideas previas y con sus intereses-objetivos-fines propios. Por lo cual, ese millón de personas pueden estar hablando del mismo tema, pero no de la misma cuestión. Léase o véase un encuentro de escritores o de artistas plásticos o de políticos o de filósofos o de teólogos…
– Posiblemente existan un millón de blogs de literatura-cultura-filosofía en el mundo, en todas las lenguas y alfabetos, posiblemente se publiquen un millón de libros en el mundo cada año en todas las lenguas, posiblemente existan otro millón de libros, cada año, que se terminan que se quedan en el vientre de las mesas o de los ordenadores… Ahora, tú o yo, ofrecemos nuestro pequeños o gran manuscrito, en forma de papel o de Internet. ¡Y te preguntas tantas preguntas, si es que eres capaz de hacerlo…!
– Mejor es que te dediques al arte o a la literatura, durante toda tu existencia, como oficio o profesión segunda, porque debes tener otra para vivir y sobrevivir, mejor es que te dediques a la creación o investigación cultural o literaria o matemática o filosófica o artística plástica, que no te dediques ese tiempo a mil entretenimientos que son negativos, incluso para la salud.
– En una reunión cultural, la experiencia enseña, no intentes pensar que eres el mejor escritor o pintor o pensador, no pienses que eres el peor. Porque con qué criterios se analiza el ser el mejor o ser el peor.
– ¿Dónde está y cómo escribirá el nuevo Joyce o Balzac o Kafka o Pessoa o Dickinson o…? ¿Si las artes es el terreno de la creatividad-imaginación-libertad, cómo sabemos cual será el producto cultural, que es de verdad innovador, y cómo sabemos, lo que sosegará o gustará a los seres humanos dentro de cien años…? ¿Cómo sabemos los valores estéticos y conceptuales que imperarán dentro de un siglo o dentro de cinco…?
– Debes intentar construir un producto cultural digno, que sea lo más verdadero-bondadoso-bello-racional posible. Después, que sea aceptado o sea negado, es otra cuestión. Por eso, tienes que tener un oficio-profesión que te permita vivir-sobrevivir, y en segundo lugar, después, tu vocación cultural o literaria o artística.
– Artista-autor-creador, futuro o presente artista, no olvides, que en la vida, además de tu vocación cultural creativa, existe la vida, existes tú mismo, existe tu familia, de origen, de donde procedes, y la que intentarás crear, existe tu trabajo remunerado, que debes hacerlo lo mejor posible, existen tantas cosas…
– Hace décadas leí un decálogo para el escritor. Creo aplicado a cualquier profesión artística y cultural y científica. Uno de los consejos era, solo tienes un cerebro cuídalo, por tanto, no tomes alcohol, ni drogas, ni nada de todo ello. Yo añadiría intenta llevar una vida moral y ética, lo más profunda posible… Porque aunque no llegues a ser un genio en tu disciplina, al menos, habrás sido una persona de un alto nivel moral. Y eso sea más importante…
– Ante algo, sea lo que sea, no se percibe lo mismo, percibe-ve-siente-piensa-espera, a los veinte años, a los cuarenta años, a los sesenta años…
– A los sesenta años, llevando ya cuarenta y más, en el tajo de la creación cultural, y posiblemente habiendo fracasado, no habiéndose aceptado tu trabajo cultural, ya sabes que posiblemente, todo lo que has realizado se perderá y se destruirá con el tiempo, si es que ya no lo ha hecho una parte importante de ello. Para sosegarte, solo te puedo decir, intenta sentir que has llevado una vida moral y ética digna. Porque eso es lo más importante en la vida.
– Nadie se ofenda, todo el mundo lleva su librito, o sus diez libros o sus treinta libros, los lleva como flores al altar. Es digno y loable el esfuerzo que una persona ha realizado, durante un año o diez o cincuenta en intentar crear una obra profunda y esencial y verdadera y bella. Pero…
– Los autores, sean del arte que sea, quieren pasar, la mayoría a la historia de sus respectivas disciplinas, ser grandes, que perduren sus obras y si es posible sus nombres. Es o se siente esa necesidad mezclada y combinada con multitud de otros sentimientos-deseos-intereses. Además desearían vivir de ello, o al menos, recibir una recompensa social o económica o cultural. Quizás, seamos sinceros, si analizamos profundamente por qué pintamos o por qué escribimos o por qué filosofamos o por qué hacemos matemática o por qué inventamos o intentamos inventar cosas de diseño o de artilugios, por qué creamos, nos metamos en un pozo laberinto espiral, imposible de dilucidar…
– Ya a mi edad, que ya sé, que el horizonte de la existencia, al menos en esta tierra, es limitado, que estoy en la pendiente final, por un lado, tiene sentimientos de fracaso, por otro lado, no quieres desanimar a nadie, en la creatividad, siempre que sea ese campo legal y moral. No puedes desanimar a nadie, porque quizás el nuevo Ulises o Quijote lo saludas cada día, y no eres consciente de ello o quizás, está metido en la Patagonia, y nadie lo conoce de momento. O quizás está en Nepal o en Islandia y su obra-creación se perderá, o lo que podría haber fabricado no lo hará, porque nunca tendrá la oportunidad-valor-constancia.
– Solo podemos, seriamente intentar, porque como no sabemos dónde está el nuevo Balzac o Dickens o Whitman o Neruda, solo podemos intentar que no se pierda ninguna obra de ningún autor, sea considerado muy esencial e importante en su tiempo, o sea no tenido en cuenta y olvidado en su época. Esa es la única manera, que tenemos, de que lo que se fabrica hoy, bueno o malo o regular o excelso, pueda llegar a existir dentro de cien años, y dentro de cien años juzguen, juzguen de una manera o de otra…
– Es triste llevar treinta o diez o cincuenta años, y saber, que no has podido crear una gran obra maestra y genial. Este dolor, lo arrastran millones de autores, se dediquen a una actividad cultural o a otra. Me gustaría darles un sosiego. Por lo menos, piensen que han intentado hacer una obra digna y honesta y sincera y profunda. Lo demás se te dará por añadidura. De todas formas, físicos o matemáticos geniales en el mundo, cada siglo solo se consideran tres o cinco o siete. Por tanto, es lógico que en cada arte suceda lo mismo.
– Quisiera sosegarte y darte esperanza, autor o escritor o matemático o pintor o artista o filósofo o teólogo o físico o… Creo que la única fórmula verdadera, es que tengas otro trabajo o profesión que te permita vivir y sobrevivir con dignidad y honestidad, además de tu tarea investigadora y creativa. Segundo, que intentes llevar una vida normal y rutinaria, si es posible crees una familia. Tercero, que no te creas superior a nadie, ni inferior a nadie. Cuarto, que en el tiempo libre, que dispongas realices tu obra de creación cultural o de investigación. Quinto, que sea como sea como valoren tu obra-producción, los demás, los de ahora, o si perdura, dentro de cien años, pues eso ya no podrás influir o casi influir en ello, confórmate con haber intentado realizar un trabajo que ha buscado el mayor grado de verdad-bondad-belleza-racionalidad-prudencia-utilidad. Sexto, no lo olvides, nunca bebas alcohol, menos otras sustancias, menos drogas, no caigas en los abismos del hedonismo y del placer no legal y no moral. Séptimo, No te sientas que eres un incomprendido y por tanto, eres un maldito, sino que eres un ser humano como otro, lo único que intentas producir cultura, otros producen martillos o crean negocios. Octavo, intenta vivir la vida, de la forma más normal, más parecida a los demás, aunque después en tu casa, lleves tu pequeño tesoro juntando colores o palabras o conceptos o líneas o…
– Aunque nadie, estimado y olvidado escritor-pensador-filósofo-artista-teólogo-matemático-inventor, aunque nadie te haga caso. Nadie te puede negar el derecho y el deber, de ir dando a conocer tu trabajo, publicándolo, en el gran mar-océano-galaxia de Internet. Si lo haces, ya lo has hecho público, ya has publicado tu “búsqueda-investigación-creación”. Y después, los humanes, juzguen su valor o disvalor, hoy o mañana o dentro de cien años. Esperemos que perdure dentro de cien años… Si mucho alaban tu trabajo creativo, no te lo creas, si mucho minusvaloran tu trabajo, no te lo creas, no creas los grandes elogios, no creas las grandes críticas negativas…, en el peor de los casos, eres uno más, entre el millón o dos millones de autores, de todas las artes y disciplinas, que pululan y están tomando aire en esta generación, una más después de muchas…
– Y no olvides, que quizás es mejor dedicar una parte de tu existencia a la búsqueda de la verdad-bondad-belleza-racionalidad, que quizás a otros mil menesteres. Siempre que no pierdas el horizonte de llevar una vida normal-rutinaria, igual que el resto de los seres humanos…
Cansado y recansado el de Portoplano, después de su paseo, como el gran Kant, casi siempre a la misma hora, iba repensando el mundo, el mundo interior y el exterior. Quizás, quizás sabiendo que jamás podría meterlo en un trozo de papel, ni siquiera meterlo en un kilo y cuarto de neuronas…