El pasado 16 de noviembre tuve la oportunidad de asistir a una magnífica ponencia de Diego Peris sobre el urbanismo en Almagro, primera de las organizadas por dicho Ayuntamiento con ocasión del 45 aniversario de la declaración de Almagro como Conjunto Histórico – Artístico. Una vez hecha la revisión previa de la historia de su apogeo y su declive, así como del crecimiento de las últimas décadas hasta llegar al momento actual, fue analizando la ciudad a partir de los elementos que la configuran y de las razones – podrían decirse “orgánicas – de su particular manera de ser: las calles, las plazas, los monumentos, las viviendas, concluyendo con la gente como último elemento necesario para comprender el urbanismo de la ciudad. Población es, precisamente, un término que sirve para denominar tanto a un lugar como a sus habitantes.
A veces es necesario que te expliquen la realidad que se halla ante ti para entenderla. Almagro no es solo un conjunto de calles blancas, con una Plaza Mayor singular y numerosos edificios civiles o religiosos protegidos: como todas las ciudades, Almagro es lo que se ve y lo que no se ve. Resaltaba Diego Peris el generoso ancho de sus vías en relación con la altura de las viviendas, que da luz a las calles y espaciosidad a los transeúntes, así como un alejado punto de fuga en las calles que proporciona una visión amplia del conjunto solo rotos por la presencia de alguna iglesia, homogéneo en su color y sus trazas, con sus canalones y sus muros ciegos. Es probable que hecha esta observación, alguno piense que en otros pueblos de la provincia sus calles tienen similares características. ¡Eureka, por fin hemos encontrado un rasgo característico de la arquitectura de nuestra región, y por extensión, de un signo de identidad cultural! Ahora, comparemos: lo que vieron los ojos frente a lo que ven ahora, los efectos de la preservación del medio frente al destrozo impío.
Los modos de vida actuales plantean nuevas necesidades y nuevas infraestructuras. Salvo en las grandes urbes (donde las redes de transporte público suponen una alternativa muy eficiente al desplazamiento en vehículo propio), en las pequeñas y medianas poblaciones el coche resulta esencial para desplazarse, sea por mal tiempo, ir de compras, o la razón que sea. En cada familia hay uno o más, y todos queremos tenerlo a la puerta. No se trataría de negar la existencia del coche, o que por el contrario sea“el coche” el dueño de la ciudad, sino de hacer compatibleel tránsito de vehículos y los aparcamientos con el uso peatonal.
Esta idea de progreso,representado por el coche o el grupo deenseres de la vivienda (sus electrodomésticos, sus ornatos, …) a menudo trasciende a su imagen exterior, a la fachada de las mismas. Y aquí entramos, una vez más, en lo cultural. Por un lado, la idea de propiedad como bien inalienable, que permite a cada cual hacer lo que le plazca con sus bienes, sin valorar el impacto que sus decisiones tienen en el resto de la comunidad. Por otro lado, los modelos estéticos de lo que significa el progreso, la ostentación, la belleza. La suma de ambos factores determina la realidad. La arquitectura tradicional presenta una fisonomía en las viviendas (en sus alturas, los huecos para ventanas, …) que se reproduce de forma similar a lo largo de sus calles. Cuando lo que se pretende es distinguirse de los vecinos, singularizando los paramentos de las fachadas, con cartelería de los establecimientos, con alicatados dispares o disparatados, o acabado de cualquier tipo, … o incluso todo lo contrario, restando importancia al acabado exterior, sin enfoscar o sin pintar la vivienda, … el resultado es un caleidoscopio insoportable, completamente reñido con el buen gusto. Por el contrario, cuando encontramos ejemplos de arquitectura tradicional donde el aspecto uniforme de las fachadas configura un aspecto homogéneo de las vías, la arquitectura otorga un valor a la población.
Si esta diversidad en el aspecto de las fachadas de la arquitectura tradicional resulta repulsiva, el aprovechamiento al máximo de los solares (ampliando la edificación a distintas alturas) es un espanto, porque provoca en los transeúntes, ciudadanos y vecinos, la sensación de espacio angosto y falta de luminosidad que es propia de poblaciones mayores, justamente aquello que entendemos como el valor más negativo del crecimiento de las ciudades. Esta observación podría hacerse extensiva a las nuevas construcciones en los núcleos urbanos, sean los centros de las ciudades, o (según y cómo) los extrarradios. Lo de las ciudades modernas ya no tiene remedio: el aspecto de las calles en las ciudades de Galicia, Castilla o Murcia, es el mismo; sería imposible identificar una población viendo una simple foto de una calle cualquiera. La creatividad en la arquitectura moderna se asocia a la singularidad, solo que la falta de capacidad creativa y estética de muchos arquitectos convierte frecuentemente esta singularidad en vulgaridad. En los lugares donde aún no se ha roto el paisaje urbano, aún estaríamos a tiempo de enmendarlo.
Volviendo a Almagro, Diego Peris ilustraba la relación entre la enorme dimensión de sus manzanas y su fragmentación en espacios para viviendas de hasta más de 500 metros cuadrados. En este caso, apuntaba que el problema ya no estriba en el exterior de las viviendas, sino en los espacios interiores donde viven las personas. Adaptar estos espacios a las condiciones de la vida moderna también pasa por la revisión de sus dimensiones. La casa solariega necesita fragmentarse en espacios menores, en estos tiempos en que las dificultades para acceder a la vivienda exigen la existencia de viviendas que (debido a su menor superficie) supongan menos costes para su acceso o mantenimiento. De lo contrario, sin una oferta que satisfaga una demanda nueva, y real, el modelo urbano tiende a su deterioro.
Creo que ésta es la primera causa de que haya tantos edificios en ruina. Lasegunda causa, no menosimportante, está en lasganancias que puedaobtener el propietario delsolar por la especulacióninmobiliaria. O con elexpolio de piezas de valorpúblico (columnas, escudos,…). Lo nuevo, sea como fuere el nivel de respeto por el entorno, a costa de la tradición.Cuando el valor del patrimonio común, ni se entiende ni se pretende respetar, la consecuencia automática es la autodestrucción de la identidad cultural. La única forma de corregirlo es la imposición de la norma. Pero quienes deben hacer cumplir la norma, especialmente los políticos locales, son juez y parte:
Casados con Dios y con el Diablo con tal de no perder el favor de sus votantes, tanto de los que salen perjudicados como de los que se benefician de los atropellos al patrimonio de la comunidad. Pero no nos engañemos, en un país de pícaros como el nuestro, el axioma cínico de que “otro en mi lugar haría lo mismo” es la excusa perfecta para el atropello masivo: acepto dicho atropello si se me permite ser compensado haciendo lo mismo.
Fotografías de Almagro: panel de la exposición Cambios de piel, organizada por el Ayuntamiento de Almagro del 14 al 30 de noviembre de 2017.
Fotografías de 2017 y 2006, por cortesía de J. Rico.
Fotografía de Porzuna (1957) en“Porzuna, imágenes para recordar”. Los legados de la tierra. Ayto. de Porzuna. Ciudad Real, 2001.
Fotografía de Moral de Calatrava (1968) en http://www.elmoraldecalatrava.com/moralayeryhoy.html
Fotografía de Ciudad Real (1974) en http://rinconesdeciudadreal.blogspot.com.es/2011/07/el-ayer-de-ciudad-real_24.html
Fotografía de Ciudad Real (sin fecha) en http://elsayon.blogspot.com.es/2016/06/la-casa-o-mansion-que-nunca-fue.html
Pares y nones
Antonio Fernández Reymonde
Es evidente que hay una responsabilidad social ante la conservación del patrimonio edificado de la ciudad.
Lo que ocurre es que, ahora, lo global es inseparable de lo local y de lo cotidiano.
Por eso, debe ser nuestra capacidad imaginativa la que nos permita descubrir la ciudad….
Estimado Charles, estamos ante un destrozo masivo sin escrúpulos. No creo que sea cosa de sustituir denuncia por imaginación. Pero gracias por su comentario
Estoy de acuerdo con usted. Aunque, ante el desencanto urbanístico, solo nos queda la imaginación entendida como fuente de innovación e invención para proteger, al menos, lo que aún queda. Por supuesto, acompañada de la denuncia y un par de ‘huevos’…..
Hay coincidencias sospechosas. AFR buceando en Almagro y yo mismo patinando en Ciudad Real, en el artículo vecino. Mal de época, será.
Nunca insistiremos lo bastante, amigo
Más que fea Ciudad Real es caótica, o es caótica y por eso es fea.
Y es caótica porque la dirección municipal ha estado históricamente unida al caciquismo municipal.
El entorno de la catedral teóricamente debe respetarse arquitectónicamente.
Mientras que ha habido promotores que han guardado sintonía con su entorno (Ambrosio o García Asensio), ha habido otros que han obtenido licencias por proyectos que rompían ese entorno.
Otro ejemplo es el entorno de San Pedro. Bien el Ayuntamiento obligó a la propiedad a mantener la fachada del Hotel Alfonso X (era BIC) pero ha permitido construir una aberración que rompe su entorno en el nuevo edificio junto a la Delegación de Hacienda (otra aberración).
Otro ejemplo, Plaza Mayor. Proyecto idóneo el de Eusebio Garcia y José Luis Alia, frente al Ayuntamiento y sobre la fuente, y la aberración del edificio del lado del Reloj, de Progesco creo (el de C&A).
En fin que HAY y ha habido CACIQUISMO PROMOTOR Y MUNICIPAL. Y unos arquitectos que se han plegado o han doblegado a unos u otros.
Y por eso tenemos la ciudad fea que tenemos.
Porque HAY QUE HABLAR DE CACIQUISMO URBANÍSTICO para entender por qué Ciudad Real es así.
Es caciquismo municipal.
Ese caciquismo político en connivencia con promotores locales, la falta de autoridad de los técnicos municipales y la falta de criterio frente a ambos del Colegio de Arquitectos son responsables por igual del desastre urbanístico de la capitaleja.