El 15% de la población mundial sufre algún tipo de discapacidad, que se agrava aún más si se conjuga con situaciones de pobreza en países en vía de desarrollo. Las décimas jornadas de solidaridad y cooperación internacional analizan en Puertollano el duro camino que padecen los discapacitados en Africa o América Latina.
La alcaldesa, Mayte Fernández, afirmó que desde el Ayuntamiento de Puertollano desde hace años se han intentado un poner un pequeño “grano de arena” bien mediante el apoyo económico a proyectos concretos de organizaciones, pero considera que es fundamental la sensibilización, de concienciar a la ciudadanía de que es necesario contar con un compromiso permanente con aquellos lugares en los que reparto de riqueza es más desigual.
Fernández considera que es esencial que jornadas como esta trasmitan a la población que la situación de un discapacitado es más grave si se encuentra en países en desarrollo. De ahí la necesidad de poner encima de la mesa los problemas de accesibilidad y salud, con un compromiso de los gobiernos y de los ciudadanos y establecer la necesidad de que las instituciones estemos al lado de la cooperación y de la integración.
La alcaldesa adelantó que si bien las cuentas municipales para el año 2018 aún no están cerradas, se baraja la posibilidad de mantener la partida de al menos de 12.000 euros, para proyectos de cooperación internacional, en unos presupuestos que no tendrán muchos cambios, a la vez que continuará la labor de sensibilización.
Fernández reconoció que hay que trabajar con las realidades, que no habrá aumento de ingresos mediante impuestos y valoró que estas jornadas sirvan para transmitir que la aportación que hace la ciudadanía a las cuentas públicas sea una contribución solidaria no solo para la prestación de servicios, sino también a tareas sociales.
Una cooperante de Puertollano
La cooperante puertollanera Angela Chicharro, misionera laica vicenciana, ha explicado en estas jornadas su experiencia en el proyecto “Sigamos” en Bolivia en la atención a setenta niños con discapacidad en un área rural, y su labor con familias de escasos recursos, a las que se atiende en ámbitos como la educación, rehabilitación con fisioterapia y logopedia, y en la preparación de los jóvenes para la vida adulta mediante el aprendizaje de una serie de habilidades.
Unas jornadas en las que se han mostrado y puesto a la venta diversos objetos artesanales, como estuches, mochilas y bolígrafos, cuya recaudación se destinará a la promoción laboral de la mujer.
Por su parte, Beatriz Martínez Ríos, doctora en economía internacional y desarrollo, se adentró en la relación entre la discapacidad y la pobreza, el paradigma desde el que actuar en la cooperación. “Hasta ahora a las personas con discapacidad se las ha visto más con un enfoque más médico, de lo que no pueden hacer, y ahora se camina para que sean sujetos de derecho, que estén incluidas en todas las políticas y acciones en cualquier país”.
Para Martínez Ríos, que trabaja con organizaciones con la Once, cuanto menor es la inclusión, mayor es la discapacidad. “Es algo que nos toca de alguna manera a todos, es muy invisible y no se tiene en cuenta en las políticas de cooperación al desarrollo. Donde no te proporcionan recursos tienes una discapacidad completa”.
Las jornadas, a las que han acudido diversas organizaciones y alumnos del Instituto Dámaso Alonso, se han completo con las ponencias sobre el proyecto “Sinergias”, que desarrolla Solman en Honduras, y del que han hablado Lucio García Leal, Celia Parra Patón y Juan Antonio Caba Cuadra, así como la proyección de un documental de Sendy Salas.