Eusebio Gª del Castillo Jerez.- Es un niño y no sabe qué esconde el quirófano, pero entre las peroratas de mamá, las caras que pone, y las enardecidas arengas de su tío invocando el valor de cien superhéroes, se le antoja que será como la caverna de los monstruos. Preocupado, no para de elucubrar de camino al hospital sobre lo que le espera. Papá no ayuda repitiendo una y otra vez que todo va a salir bien, ni con promesas sobre actividades en familia y cachivaches electrónicos una vez solventado el brete. Y ahí está, delante de una mole de ladrillo que lo hace sentir más pequeño aún.
Traga saliva al cruzar las puertas, aprieta la mano de su madre y abre bien los ojos. Aguanta la respiración mientras echa un vistazo a todos lados. Algo pasa, no ve a los zombis con estetoscopios ni a las gárgolas armadas con agujas como catanas por ninguna parte. Le sorprende una mujer que avanza hacia él. Lleva una bata blanca, zapatones, una bola roja en la nariz, en las mejillas sendos coloretes, y una sonrisa de oreja a oreja al saludarle. Definitivamente, piensa, el tío Luis es un cagueta.
Y es que desde este jueves los payasos hospitalarios de Clownrisas colaboran con el Servicio de Otorrinolaringología del Hospital de Santa Bárbara de Puertollano a través de un programa de acompañamiento quirúrgico. Solo han pasado una jornada en el centro hospitalario y ya se sienten “como en casa”, asegura Pilar Hernández (la doctora Mariabrisa).
El primero de sus cometidos es recibir a los niños en el área de admisión, les acompañan cuando les ponen el pijama y después de camino al quirófano. Antes de entrar, los pasan a la unidad de reanimación, “donde les dan una medicación con la que se relajan un poquito”, y después al quirófano, y allí los clowns se quedan con ellos hasta que se quedan dormidos. Una vez que finaliza la intervención y los devuelven a reanimación también están con ellos, ayudándoles a despertarse.
A los niños, comenta Pilar Hernández, les da confianza pasar al quirófano con alguien con quien ya han establecido vínculos; y para los padres, que solo pueden acceder a la unidad de reanimación, también resulta positivo porque se sienten más tranquilos al dejan a sus hijos en manos de los payasos.
Con solo una jornada de actividad, en la que acompañaron a cinco niños de entre dos y nueve años, el personal de quirófano ya les ha trasladado que han notado “gran diferencia” en la actitud de los niños, valorando su aportación muy positivamente. También los padres, apunta Pilar Hernández, les agradecieron efusivamente su labor. En ese sentido, relata que un niño entró a quirófano casi sin despedirse de su mamá, ensimismado en el juego que le proponían de los doctores de la nariz colorada. “La madre lo aceptó encantada, porque sabía que su hijo se iba contento”, añade. Recuerda, además, la divertida anécdota de un niña de dos años que nada más terminar la intervención no paraba de preguntar por los payasos.
En principio, Clownrisas acudirá una vez al mes (en noviembre será el día 16) al Hospital de Santa Bárbara. No dudaron en responder a la llamada del doctor Luis Ayala, jefe de servicio de Otorrino, y aseveran estar “encantados” con esta nueva colaboración porque el centro sanitario, “conocedor de que es un trabajo muy profesional, está muy comprometido”.
Enhorabuena a ‘Clownrisas’ por su entrañable y encomiable labor.
Una experiencia excepcional para un niño……
Gracias. El equipo de Clownrisas está contento de poder llegar a los pacientes del Hospital Santa Bárbara
Gracias, Eusebio. Siempre estás ahí siguiendo las cosas que hacemos.