Manuel Valero.- Aparco la instantánea de un mundo ya irremisiblente aldeano que me dan los artilugios tecnológicos y obvio los asesinatos en serie de la Naturaleza criminal. Que cuando Pachamama pierde la cabeza se pone a repartir hostias sin reparar en desastres, ni en daños a terceros.
Coño, si hasta exterminó dinosaurios sin que los animalistas pudieran hacer nada por evitarlo porque no estaban allí. Ahora, al menos, ataca a los ricos que son los que salen en la tele, porque los monzones en la India son más viejos que las huchas del Domund que eran cabezas de negritos que llevábamos los niños del régimen y las damas postulantas nos echaban unas monedas y nos acariciaban la cabecita empapada en colonia dominical. De ahí que nadie repare en ello. Si no se pone la mar océana a hacerse tirabuzones desde que se derriten los polos se ponen las placas tectónicas a montarse por la parte magra y no dejan títere con cabeza. Es que la maltratamos, me dice un amigo animalista-vegetariano, adorador del sol del atardecer y repudiador de ejércitos, salvo los que estén dispuestos a morir antes que a matar como le oyó decir un día a un dirigente autonómico con ínfulas imperiales.
Aparco las convulsiones climáticas que vendrán y que no dejarán piedra sobre piedra por ser tan malo el ser humano capitalista y multinacional que son los malos de la Historia, aunque todos, excepto otro amigo vegano que tengo y que toca la flauta al amanecer, disfrutemos de ese consumo que nos hace la vida tan chachi aunque dejemos el planeta hecho un chocho.
Aparco que en los Estados Unidos mande un histriónico multimillonario y friqui que está dispuesto a amargarle la vida a quienes emigraron al país de las oportunidades y se hicieron a ellos mismos con la consigna de todo el curro para los americanos.
Aparco a un chulo de pub, jinete musculoso, como el Bolton ese, desollador de Juego de Tronos, que avisa de no presionar tanto al nene norcoreano, no vaya a ser que de una rabieta mande un cobete apocalíptico a Sausalito y empiece la fiesta del final de los tiempos, anticipándose a la Parusía, con lo que Cristo se cogerá un cabreo descomunal. ¿Si se cabrea la Pachamama, no se va a cabrear el Señor?
Aparco el sainete independentoide de una parte minoritaria de quienes dicen representar a todos los catalinos que ya han ensayado en propias carnes el neoparlamentarismo a la venezolana manera y encubren con una legalidad surgida de la nada –como el Universo de Hawking- una revolución contra la metrópoli que es como deberían llamarla si fueran verdaderos revolucionarios parteros de una nueva nación.
Aparco el modo en que se entiende la política autonómica practicada como un ataque permanente ad hominen, más que dialécticas y alternativas civilizadas, y el liderazgo messiánico (de Messi) que ejerce el señor presidente en compañía de otros, que hace más fintas que el astro del balompié a riego de meterse un golazo en propia meta.
Aparco la televisión frentista que representan ciertas cadenas de uno y otro bando, La Cuatro, La Sexta, 13 TV o Intereconomía, o periódicos digitales como El Plural, Público o Libertad Digital porque viéndolos (yo nos lo veos, lo juro) incitan más al enfrentamiento que a la concordia convivencial.
Aparco las cosas locales que me atañen, la sensación decadente de mi pueblo, el sentido levantisco de determinado colectivo uniformado que no le hace ascos a plantarse ante la primera autoridad civil el día de la inauguración de las fiestas patronales y el anuncio de lo que nunca debe anunciarse hasta que no esté bien cocinada con programa alternativo y candidato: una moción de censura.
Aparco todo eso para centrarme únicamente en lo único que merece la pena: una florecilla que he visto esta mañana entre dos adoquines y las pintas de El Bomba, que es un bar de mi barrio. Lo demás carece por completo de sentido porque es absurdo.
Todo esto es consecuencia de los consejos que me da un amigo budista (soy más abierto que la Barcelona de Colau en mis amistades) que me dijo el otro día: disfruta de lo que puedas tocar, porque lo otro es melancólico e inútil y no tiene arreglo, salvo el día en que las personas adecuadas estén en los lugares adecuados. Y si es posible restégate a gusto para evitar las escamas de la mala baba y el odio. Y en esas estamos.
El ‘sentido práctico’ está muy poco presente en nuestra vida actual.
En aras de la evolución y el avance tecnológico, hemos dejado en el camino cosas absolutamente insustituibles.
Echo de menos, en mi día a día, ese ‘sentido práctico’ que tenían nuestros abuelos y que nacía presuntamente del reposo de la reflexión y la comprobación de la experiencia.
Me pregunto qué ocurriría si se organizara un Máster de ‘sentido práctico’ para algunos políticos del mundo.
Para que se aprendieran el manual de instrucciones de cómo pensar en los ciudadanos para darles lo que necesitan.
Para que, recurriendo a la Historia, la verdadera Historia, no repitieran esquemas que fracasaron hace décadas.
Y, recurriendo al sentido común, pusieran en práctica aquellos que hicieron evolucionar a las sociedades y contribuyeron a su felicidad.
Debemos aprender a ‘aparcar’ ciertas cosas de nuestra vida.
Y es que ‘dime cómo aparcas y te diré quién eres’…..
Trabajar por la concordia Manuel se antoja según el carácter semita o de toro bravo del español, el más difícil de los propósitos, si es que entra dentro de ellos.
Mal liderazgo, mal ejemplo que cunde entre los de abajo.
De cuando en cuando surge el profeta, cual flor entre adoquines, al que moler a palos o de indiferencia o de odio visceral.
Como el Pueblo judío, convertimos en profetas a los líderes naturales después de muertos.