En El año que vivimos peligrosamente (1982), Linda Hunt, que hace de enano camarógrafo, le señala al periodista Mel Gibson el hotel donde, en medio de la revolución indonesia, se albergan los corresponsales de prensa occidentales, el único que posee aire acondicionado. Y añade: «Ahí pagan para que los mantengan fríos».
Mucha gente es así: está dispuesta a ganar y pagar dinero para garantizarse una cómoda y gélida ignorancia. Fernando Savater lo describe así: «Hay bastantes que para estar contentos necesitan no enterarse de los padecimientos que abundan a su alrededor y de algunos de los cuales son cómplices. Pero la ignorancia, aunque esté satisfecha de sí misma, también es una forma de desgracia…» (Ética para Amador). Esos bastantes prefieren las desdichas lejanas, de cualquier tipo, estadounidenses, venezolanas, etc. a las propias, con las cuales siempre podrían tener alguna incómoda conexión.
Pero en este cálido verano de sequía física, ideológica y moral, muchas familias pobres han tenido que maldormir en el salón del ventilador por falta de aire. Así me lo han contado algunas. No tienen dinero para poder soportar el calor que causan los que pagan por mantenerse fríos. También me han contado otro tipo de conductas: una dueña que alquila siete pisos de su propiedad se enfada y cabrea porque el ruido del aire acondicionado de la familia que vive bajo su piso no le deja dormir… aunque al parecer deja dormir a todos los demás vecinos. Y se cabrea y echa cubos de agua a los aparatos.
Pero en el Congreso de diputados (y en otras partes, como en el Ayuntamiento de Puertollano) lo único en que piensan es en una posible moción de censura… A la gente eso le da igual: les suena a «micción de censura» o algo peor. Sufren, pero los congresistas permanecen fríos en su gélido hotel, que se llama Congreso de los Diputados. Tienen mucho miedo a que el calor los corrompa, al parecer.
Eugenio Merino, un artista de vanguardia que hace montajes para concienciar a los que no tienen conciencia, o la tienen en Suiza, metió a Franco en una moderna nevera de coca-colas para ser visto y consumido en la actualidad:
El pasado puede mantenerse no digamos que vivo, pero sí que maravillosamente congelado cuando no se sabe qué hacer con él, cuando no se asume. Y en España hay mucha gente que no termina de asumir que la transición no ha acabado porque nunca llegó a llegar y ni siquiera a empezar. Lo mismo cabe decir de ciertas ideas absolutistas de izquierda y de derecha. Pero otra Constitución es posible. Sibastantes nos descongeláramos…
Contornos
Ángel Romera
http://diariodelendriago.blogspot.com.es/
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La ética implica deseos de felicidad y exigencias de JUSTICIA.
Ciertamente no podemos desentendernos del dolor ajeno porque la reciprocidad es condición necesaria para satisfacer nuestros deseos de felicidad, que no es simplemente bienestar, es mucho más, es ver satisfechos mínimos exigibles de justicia.
Los conflictos políticos actualmente en su mayor parte expulsan la realidad sufriente de las personas.
Ni la secesión, ni la ideología de género, ni Franco son problemas reales para la mayoría de los españoles.
Lo son la precariedad laboral, la inseguridad, el desmembramiento de la vida familiar como factor de fracaso escolar, la soledad y la epidemia de la depresión.
Vivimos en una sociedad desmoralizada y adormecida en gran parte, como apuntaba la Escuela neomarxista de Frankfurt (su gran aportación al pensamiento contemporáneo) porque nos falta espíritu emancipador, drogados como estamos no por la religión sino por la «cultura del Consumo», que es la única religión con poder efectivo.
La causa de tantas injusticias y confusión generalizada es fundamentalmente para mí, su más profunda crisis de espiritualidad que Occidente ha vivido en su Historia.
Ángel has escrito un buen artículo, pero sinceramente creo que no hay materialismo político o filosófico que arregle tanta ignorancia escogida. En el fondo creo que Savater habla del vacío interior o espiritual, de una auto-amputación de la conciencia, muy propia de sociedades materialistas.
Interesante artículo.
En efecto, la Transición española fue esa maniobra para contener a los nostálgicos mientras abría la puerta de atrás para que se colaran las distintas opciones políticas que configuraron el arco parlamentario, una política de hechos consumados.
En España, todo quedó en su sitio. Funcionarios, policías, jueces, etc. Los políticos franquistas se reconvirtieron y se reciclaron en partidos legales.
Por eso a los liberales les gusta tanto hablar de aquella Transición, porque significó, de hecho, una amnistía para los franquistas y la legalización de su fechorías.
Con este ambientazo se redactó la Constitución Española de 1978 en cuya redacción había participación del antiguo régimen. Alguno que estaba allí para controlar que la cosa no se fuera de las manos, pasó a la Historia como ‘padre’. Paradojas de la vida. El baño de Palomares, definitivamente, dotaba de superpoderes.
Lo importante es mantener la temperatura controlada y evitar que se rompa la ‘cadena de frío’…..
Los franquistas se convirtieron en demócratas…como los marxistas.
O qué hizo el PSOE en Suresnes en 1974.
No es lo mismo limar la punta revolucionaria a las reivindicaciones sociales que quitarse las ‘botas’ para votar en un abrir y cerrar los ojos.
Aunque aún quedan ‘tics’ franquistas, sin duda….
Los tics los hay franquistas y…marxistas.
De los extremismos hay que huir, porque matan lo que afirman fundamentalmente por escapar de la realidad o querer dominarla.
La actual izquierda española tiene mucho de neofalangista, si bien atea y anticlerical. Es esencialmente en su acción, marxista (callejera) pero dogmáticamente «católica» (muy políticamente correcta que es la ortodoxia del sistema).
Al contrario que la derecha que está surgiendo, que es en su acción católica (tranquila y nada callejera) pero dogmáticamente bastante «marxista», es decir, políticamente muy incorrecta (heterodoxia antisistema).
Yo no hablaría de posfranquismo, sino de POSFALANGISMO, que es bastante más real.
Un ejemplo, la defensa a ultranza de los estibadores, grandes privilegiados del falangismo. Los sindicatos, sus fundaciones y patronatos, y en general todo corporativismo dependiente de los Presupuestos públicos.
Todo un entramado paralelo al Estado y dependiente de él que es es un producto netamente en su origen FALANGISTA.
Así que cambiad es chip. Vuestro análisis es falaz.
Hablemos de falangismo y veremos cuán falangista es en España la izquierda.
Otro ejemplo, el acceso a la vivienda. Cuán necesario era afiliarse al único sindicato para acceder a ella. Y qué necesario se hace para acceder a ella si es pública hoy día.