Manuel Cabezas Velasco.- Cuando el 14 de agosto de 1945 se anunciaba en el periódico la llegada esa noche de novillos de Víctor y Marín para la corrida que se celebraría en la Plaza de Toros de Ciudad Real [1], había transcurrido ya un siglo desde que fuese erigida, allá por el año de 1844, siendo responsables de dicho proyecto don Manuel Gómez, a cargo de levantar el plano y formar el presupuesto, y don Basilio Roiloa, que ejecutaría dichas obras.
La plaza estaría constituida por noventa palcos que vendrían a albergar entre seis a ocho mil personas [2].
Como aún ocurre en la actualidad, aquel emblemático coso ubicado intramuros y cerca de la otrora Puerta del Carmen, debido a los materiales constructivos que la componían, necesitó diversas reformas. Así ocurriría en 1912 con la reforma de los tendidos, sustituyendo el material corriente por piedra procedente de Picón.
Sin embargo, los endebles materiales de construcción iniciales no serían los únicos que motivaron reformas y reparaciones en la plaza. Aparte de las vicisitudes económicas por las que atravesaría la Sociedad propietaria en las primeras décadas del siglo XX, la llegada de la guerra civil en el año 1936 llevaría a su abandono, y al convertirse en campo de prisioneros daría lugar a que su estado fuese ruinoso.
Llegaba el año de 1945 cuando se realizarían obras de ampliación y reparación en casi un tercio del inmueble gracias al préstamo conseguido por el presidente de la Sociedad, don José Víctor, del Instituto de Crédito para la Reconstrucción Nacional. Sin embargo, la cuantía no sería suficiente para los arreglos que se necesitaban en murallas exteriores, chiqueros, enfermería o corrales, que con el transcurrir del tiempo, llegarían a hundirse.
Se iniciaba entonces la década de los cincuenta, cuando a raíz del éxito que en 1952 tuvo una Corrida de Beneficencia organizada por la Diputación Provincial, se plantearía la posibilidad de que la Corporación se hiciera cargo de la plaza de toros.
Así, los 300.000 reales que la plaza de toros costó en 1844 no quedaron en saco roto, pues la Diputación se hizo cargo de la misma, desde 1953, iniciándose por entonces las obras de reconstrucción y ampliación, siendo tan grata noticia del gozo de los aficionados taurinos.
Del resto de la historia, páginas y páginas están escritas, aunque, para no ahondar en polémicas vanas, aquí finalizo el recuerdo de algunos avatares del coso ciudarrealeño.
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Al otro lado del charco, sucedíanse los últimos estertores de las negociaciones entre Brasil y las Provincias Unidas del Río de la Plata, dando lugar al nacimiento de la Provincia Oriental de Montevideo – actual Uruguay –, allá por el mes de agosto de 1828. Mientras tanto, en territorio peninsular el día de la Asunción, 15 de agosto, se escuchaban los primeros latidos de un niño. Su nombre era Joaquín. Sus apellidos: Ibarrola Proy. La localidad que le vio nacer: Ciudad Real.
¿Y alguien pensará, a qué me suena el apellido Ibarrola?
Pues bien, aquel que vive en Ciudad Real desde hace muchas décadas recordará que frente al edificio de la Diputación Provincial, en la calle de Toledo y a la altura de la Plaza de la Constitución, existía una casa con una preciosa portada, la cual en la actualidad se puede contemplar en los exteriores del Museo del Quijote de nuestra capital, y de la cual hace seis décadas escribió el cronista oficial de la época, don Emilio Bernabeu sobre la genealogía del escudo de los Condes de Puño en Rostro [3]
Recuerda Francisco Rivas Moreno el talante del Señor Ibarrola de esta guisa:
“Su excesiva modestia impidió que llegara a los primeros puestos de la gobernación del Estado, pues Prim, Sagasta y Zorrilla le profesaban singular afecto por la corrección en que informaba siempre su conducta política, y por el positivo valer que reveló en cuantas ocasiones se buscó su concurso.” [4]
Más aún, prosigue, señalándonos la posición política en que se situaba dentro del partido liberal, más en el extremo izquierdo.
A ello se unían los rasgos de su carácter y creencias: “Hombre de recia voluntad y de arraigadas convicciones políticas, puso al servicio de su partido cuanto era y cuanto tenía.” [5]
Su formación académica le condujo al ejercicio de la abogacía, dejando gratos recuerdos de sus estudios de la carrera de Derecho en la Universidad de Madrid.
Su compañerismo no pasaría desapercibido y de ahí que se convirtiese en un asesor permanente de sus compañeros de estudio.
En el ejercicio profesional, llegaría a ser un afable Secretario de la Diputación Provincial de Ciudad Real, y en su bufete de abogado sería conocida su severidad a la par que obtendría grandes ingresos.
Sería posteriormente dos veces Gobernador Civil, ejercicio que no estuvo exento de complicaciones.
En una de esas ocasiones – prosigue Rivas Moreno – nuestro personaje realizó diligencias que excedían del territorio nacional, siendo el episodio como se relata:
“Una cuadrilla de facinerosos secuestró a un súbdito portugués que residía en Miguelturra, y que pertenecía a familia acaudalada y distinguida.
Entre el Gobierno de Portugal y el de España hubo un cambio de notas, que dieron al suceso extraordinario relieve.
Procedió Ibarrola desde el Gobierno civil con tal diligencia y acierto, que fué obra de poco tiempo el rescate del súbdito portugués; habiendo apreciado de tal suerte el dicho país la labor del Gobernador de Ciudad Real, que concedieron a Ibarrola la Gran Cruz de la Orden del Cristo de Portugal.” [6]
Finalizaba la década de 1860, cuando Joaquín Ibarrola sería víctima de una dura campaña en la prensa republicana a nivel nacional. Era acusado de reaccionario y, además, como nos apunta Villena Espinosa, “no sólo se le negaba cualquier protagonismo en la preparación de la Revolución de septiembre, pues “habiendo rehuido tomar parte en las diversas combinaciones que, para combatir la tiranía, se hicieron cuando las persecuciones y el peligro de ser sepultado en una cárcel estaban a la orden del día”, sino que incluso adoptó cierta actitud hostil hacia las disposiciones de la Junta Revolucionaria… [7]” De dicha participación, se opinaba en otros términos más afines a su ideología.
Sin embargo, el ejercicio político de Ibarrola sería sometido a la fuerza de sus convicciones en aquel tiempo al verse obligado a poner coto a ciertos desmanes en el libre y fraudulento disfrute de los productos forestales. Para ello, en 1870, hubo de enviar una carta que, tal como señala Villena Espinosa, se conservaba en el Libro de Actas del Archivo de Daimiel, sesión de fecha de 1 – 2- de 1870, de esta guisa:
“La equivocada creencia que domina en algunos pueblos de que los vecinos de los mismos son dueños de los montes ya de propios, ya del Común de aquéllos, unida a la escasez de terrenos y miseria que domina en los mismos a consecuencia de las repetidas malas cosechas de tres años seguidos, son causa de que se reproduzcan los daños en el arbolado de aquéllos con talas y cortes que ni las autoridades ni los guardas locales son bastante poderosos a evitar”. [8]
Como consecuencia de esta misiva, el Gobernador castigó a más de 170 de Daimiel por los delitos cometidos en el monte de Ardales.
En esa época, Joaquín Ibarrola sería Diputado en Cortes por Daimiel, no ejerciendo la primera Secretaría de la Mesa del Congreso, aunque sí ejerciera otros cargos, como el ser ponente en las Comisiones Parlamentos de que formó parte o, sobre todo, como Presidente de la Junta Revolucionaria, culmen de su carrera política.
Aunque su labor como político no siempre le trajo alegrías, en el plano personal era motivo de idolatría por parte de los suyos, tanto familiares como amigos.
La austeridad caracterizó siempre la disciplina de su vida, y un 10 de julio de 1887 fallecía.
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Hace algo más de setenta años fallecía en la localidad de Barcelona uno de los pintores locales más conocidos en Ciudad Real, aunque alejado de su tierra natal por encontrar fama y fortuna lejos de aquí.
Hablamos del pintor Carlos Vázquez Úbeda, nacido el 31 de diciembre de 1869 en Ciudad Real, y fallecido un 31 de agosto de 1944 en Barcelona.
De un artista se conocen principalmente sus obras. Son los hijos que la posteridad reconoce como creaturas.
Carlos Vázquez, en el seno de su familia, no gozaba del apoyo paterno, al ser hijo del notario Antonio Zoilo Vázquez Marjaliza y nieto del general carlista Fernando Vázquez Orcall. Sin embargo, el niño tuvo la suerte de encontrar en el seno materno a la primera profesora de dibujo, su propia madre, Matilde Úbeda, quien le había dado la vida en la entonces calle de Cuchillería, número 7, actual calle de Carlos Vázquez.
Siendo la pintura desde muy temprana edad un elemento esencial de su vida, tras la formación inicial materna y de su profesor de instituto, iniciaría en 1886 estudios en la Escuela Especial de Pintura de Madrid, a cargo del paisajista Carlos de Haes.
Llegarían entonces diversos viajes por Valencia, Sevilla y Galicia, siendo pensionado por la Diputación Provincial de Ciudad Real, lo que le llevaría a la ampliación de su formación en Francia e Italia.
Con su “Recuerdos de amor” (1892) obtendría su primera medalla, medalla de tercera clase, en la Exposición Nacional de Bellas Artes.
A los treinta y un años contraería matrimonio con la joven barcelonesa y de buena posición, Matilde Garriga Coronas, siendo su padrino el mismísimo Sorolla.
El amor había tocado su puerta, mas también la seguridad económica y un amplio espectro social se abría ante él para poder seguir progresando en el mundo del arte. Sería nombrado Presidente del Círculo Artístico de Barcelona.
En París estudiaría durante cuatro años en el taller de León Bonnat, lugar muy frecuentado por españoles al haberse formado en la Escuela de Madrid, teniendo por maestro a Federico de Madrazo.
Cuando finaliza la década de los veinte, el artista ciudarrealeño presentará las obras “Una chica del Toboso” y “Catedral de Ciudad Real” en la Exposición de Arte Moderno de Granada. También sería nombrado Caballero de la Legión de Honor.
Llegaría entonces el retrato realizado a Raquel Meller, “El relicario”, que sería inmortalizado por la misma al cruzar las fronteras interpretando el Relicario y la Violetera.
En los años 30 su actividad en Barcelona continúa, aunque con la llegada de la guerra civil y el saqueo de su estudio se vería obligado a emigrar, poniendo rumbo a Marsella para llegar a Niza, donde sería acogido por su admirada artista Raquel Meller.
Las obras realizadas en esta etapa tendrán por destino París y Oslo, regresando a España al finalizar la guerra.
Sin duda alguna, los atractivos personajes femeninos que mostraba en sus composiciones, teñidos de exquisita elegancia y de finísimo colorido, harían de la figura femenina uno de sus elementos casi imprescindibles. A ello hay que unir la edición de postales fotográficas de sus obras presentadas en los Salones de París, además de ser considerado uno de los pioneros del cartelismo en toda Europa.
Junto a sus obras, sin duda alguna, se encuentran sus colaboraciones con la revista “Hojas selectas” (1902 – 1921) de gran aceptación por sus contenidos literarios, científicos y artísticos.
Fruto de su exitosa carrera sería el recibimiento de multitud de premios y honores, como la Mención Honorífica en el Salón de Artistas Franceses con “Velázquez haciendo estudios para la Fragua de Vulcano”; la Medalla de Tercera Clase en la Exposición Artística de Bilbao con “Idilio de pobres” (1894); la Medalla de Tercera Clase en el Salón de París con “Mozos de Escuadra” (1907); la Medalla de Oro en el Salón de París con “Luna de miel en el Valle de Ansó” y la Medalla de Oro en la Exposición Internacional de San Francisco con “A la feria de Salamanca”, ambas en 1913, entre otras. Y como honores recibidos se encuentran: la Medalla de Honor de la Exposición Internacional de Amsterdam, el nombramiento como Miembro de la Hispanic Society of America – cuyos “Tesoros…” se exponen en la actualidad en el Museo del Prado –, como Caballero de la Legión de Honor Francesa y Académico de la Real Sociedad de Bellas Artes de San Fernando.
Tras fallecer por un problema cardiovascular un 31 de agosto de 1944, su ciudad natal no le olvidaría. Así, el Casino de Ciudad Real le rendiría homenaje en el primer centenario de su nacimiento exponiendo su obra, llamándose en la actualidad con su nombre una de sus salas. Sin embargo, la casa donde nació sería demolida en 1970.
Sus paisanos aún le recuerdan por sus obras, por el nombre de la calle que le vio nacer – entonces de Cuchillería – o por el Colegio Público “Carlos Vázquez”, que también es conocido por albergar un antiguo pozo de nieve de “la Huerta del Alcázar”. Es uno de los Hijos Predilectos de la Ciudad.
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[1] Lanza, Diario de la Tarde, 14 de agosto de 1945, p. 3.
[2] Lanza, Diario de la Tarde, 14 de agosto de 1953, p. 7.
[3] Véase fotografía del artículo de Lanza, 8-4-1957, p. 3-
[4] RIVAS MORENO, Francisco: Los Grandes Hombres de mi Patria·Chica. IMPRENTA DEL REAL MONASTERlO DE EL ESCORIAL, 1925. P. 49
[5] RIVAS MORENO, Francisco: Op. Cit.
[6] RIVAS MORENO, Francisco: Íbidem cit. P.50.
[7] VILLENA ESPINOSA, Rafael: El sexenio democrático en la provincia de Ciudad Real: economía, política y … P. 375.
[8] VILLENA ESPINOSA, Rafael: Op. Cit. P. 536.
[9] Ver en página: https://www.museodelprado.es/actualidad/exposicion/tesoros-de-la-hispanic-society-of-america/c1b08f10-d0d9-499f-8969-160e74000d5b
Como siempre, interesantísimo artículo.
La piedra de la muralla comprendida entre las puertas de La Mata y Toledo fue utilizada para la construcción de la plaza de toros…..
Por cierto, D. Joaquín Ibarrola Proy fue uno de aquellos progresistas de gran cultura.
En cuanto a D. Carlos Vàzquez Úbeda, fue nombrado el pintor de mujeres cuyo legado se encuentra en Ciudad Real desde diciembre de 2015.
Personajes ilustres de nuestra patria chica……
Ciertas son, Charles, tus afirmaciones. Mas para no hacer demasiado densos los artículos, preferí ser escueto. La existencia de obras y legado de Carlos Vázquez en Ciudad Real viene de mucho más atrás, no sólo de lo que procede de Barcelona, sino de las obras que se incluyen en los fondos de los museos ciudarrealeños.
Gracias de nuevo por tus acertadas aportaciones y por tu continuo seguimiento.
Un saludo
Aunque en la calle figura la placa como Carlos Vázquez, su verdadero nombre es Cuchillería. A ver si el Ayuntamiento lo rectifica pronto.
D. «Juan», como bien indica D. Manuel Cabezas en su artículo, D. Carlos Vázquez Úbeda, ilustre pintor ciudadrealeño, nació en el número 7 de la calle Cuchillería, cuyos bajos del inmueble estuvieron ocupados por varios establecimientos y pequeñas industrias: Almacenes Ventosa, Sastrerías Galán, la relojería de Rogelio, el Club de Cazadores, las barberías de don Franco, Isidro Prso y Alcázar, ‘Contado’ el guarnicionero y las Cristalerías Yago, entre otros.
Actualmente, la calle se denomina ‘Cuchillería’, con el aditamento de ‘dedicada a Carlos Vázquez’….
No entiendo el comentario, Juan, ¿buscas algún tipo de polémica o no estás de acuerdo en que un pintor como Carlos Vázquez tenga su nombre en la calle que le vio nacer?
Hay otras calles que llevan nombres de dudoso origen… Bueno, ya no voy a decir más, es un pérdida de tiempo.
Buenas tardes
Me he perdido tus artículos del 36 al 39.
articulos 36-39?