El eterno rock and roll de Rosendo

Eusebio Gª del Castillo Jerez.- Con Aguanta el tipo, nunca mejor dicho, descorchó el incombustible Rosendo su concierto de ferias en Ciudad Real ante miles de personas que casi llenaron el Auditorio Municipal La Granja. Rock de siempre para todas las edades, pues, entre el respetable, lo mismo se mecían al viento vetustas melenas grisáceas que alzaban los puños rapaces  ataviados con camisetas del roquero madrileño de sangre manchega.

Mala Tiña fue la segunda bala que disparó Rosendo en un espectáculo en el que presentó algunas canciones de su último trabajo De escale y trinchera y repasó sus grandes éxitos. Pasada la emoción del arranque, el ánimo del público bajó de intensidad. La primera parte del concierto tuvo grandes momentos, con Vergüenza torera o como cuando sonó la versión de Antonio Flores No dudaría. Un rosario de temas menos conocidos invitaba a mascullar si a la formación (guitarra/voz, bajo y batería) no lo faltaría algún instrumento o a encoger el gaznate al mirar de reojo las colas frente a las barras.

Rosendo, entregado a su guitarra, fue parco en palabras. Apenas manifestó su alegría por volver a Ciudad Real, presentó alguna canción y lanzo un saludo a la gente de Bolaños.

Pero el eterno roquero guardaba un as en la manga y con la traca final el público se vino a arriba. Con Qué desilusión, flojos de pantalón, Masculino Singular, Pan de higo o Navegando a muerte el auditorio vibró. El concierto alcanzó el cénit justo al final, para dejar un gran sabor de boca, con Agradecido y, sobre todo, Maneras de vivir.

Antes que el madrileño subió al escenario de La Granja Brujo, que interpretó canciones de su trabajo A mí no me quita el sueño nadie y algunas versiones. Su música, entre el indie rock y el rock urbano, que en algunos temas recuerda a Robe, preparó el camino para el gran Rosendo.