Texto: Santos G. Monroy / Fotos: José Ramón García-Carpintero.- Vino el Pandorgo de Isla Cristina y se guardó Ciudad Real en el bolsillo saltando sobre las brasas del agosto manchego. Manuel Carrasco se llevó el corazón del público blanco de la capital, niños, padres y abuelos, 4.000 voces que se unieron al delirio aflamencado de uno de los artistas de referencia en el circuito nacional de grandes directos.
Agota entradas por donde pasa. Llena estadios allá donde va. Lo del triunfito es ya una pesadilla del pasado. Ahora es un artista consagrado por su propio arte, un envidiable puñado de excelentes canciones y el furor de los fans. Carrasco regaló este viernes en el Campo de Golf de Larache su talento compositivo y la potencia visual de su espectáculo, pero sobre todo una sencillez y una aplastante capacidad de conexión personal con cada uno de los espectadores.
El pop aflamencado del de Huelva deriva de su amor por el fandango y la seguiriya, pero también por un eclecticismo comercial que bebe de la balada sentimental y la canción melódica. Posiblemente no sea el mejor flamenco ni el mejor baladista pero su trabajo transpira verdad, honestidad y sentimiento, y para qué hace falta más. Carrasco se mide sin complejos con Manolo García o Alejandro Sanz, y sale sorprendentemente airoso del desafío, con la apabullante humildad de un chaval ignorante de su propio don.
En Ciudad Real repasó su trabajo discográfico desde 2013 hasta su último éxito, «Bailar el viento», con un elenco de temas especialmente dirigido a la mujer, a la naturaleza de la mujer, al amor por la mujer, a la lucha por la mujer. Caballero victorioso, favorito de las damas, también demostró su compromiso social sin olvidarse de homenajear a las víctimas de los atentados en Cataluña.
El espectáculo fue generoso. Más de dos horas de música destiladas a cada minuto con el sudor del artista y de su gran banda, con momentos para todo, para la ternura infantil, para las fans desgañitadas, para los padres escépticos finalmente atrapados en el buen rollo de Carrasco, para el intimismo al piano y a la guitarra.
Ya en la recta final, y con el pañuelo de yerbas al cuello, un peculiar fandango con letra inspirada en los tópicos, tradiciones y lugares de la capital manchega raptó a un público que, absolutamente entregado, adoptó a Manuel Carrasco como auténtico Pandorgo de Ciudad Real.
FANGORIA, ROSENDO, CARRASCO, haber si nos mandan algun, figura para acá, que aquí también nos gusta la música de calidad en DIRECTO, y todo lo que ello, conlleva, bares, restaurantes, hoteles, en fin, economía, activa. Que se llama.
Enhorabuena por este emocionante concierto y felicitaciones por el reciente nacimiento de Chloe….
Asistes a todos los conciertos y demás actos, alabas la actitud de los concejales del PSOE, críticas todo lo que huela a PP… Ay, ay, ay, tú eres un concejal o tienes un cargo en el PSOE local.