Repsol y su Fundación colaboran en el programa Incluye-TEA, seleccionado en la convocatoria de ayudas a proyectos sociales para 2017. Este programa ofrece a una veintena de familias actividades de ocio y tratamientos especializados para niños con autismo con el fin de lograr su plena inclusión social, educativa y sanitaria.
Desde hace dos años la Fundación Fuente Agria de Puertollano desarrolla el Programa Incluye- TEA (Trastornos del Espectro Autista) dirigido a niños con autismo. Esta iniciativa surgió por el interés de varias familias de ofrecer a sus hijos actividades inclusivas que evitaran su aislamiento y que les ofrecieran una educación y ocio normalizado, como el resto de niños de su edad. De hecho, la primera acción que se desarrolló con este programa fue la participación de estos niños en las actividades que se ofrecen en la Escuela de Verano con el resto de alumnos de los centros de Puertollano.
Hoy se atiende a unas 20 familias con niños de edades comprendidas entre los 4 y los 13 años. A ellos se les ofrecen actividades de todo tipo. Laura Gallardo, coordinadora del programa Incluye-Tea de Fundación Fuente Agria, las enumera: “hay actividades de todo tipo, unas son inclusivas, por ejemplo, actividades extraescolares en colegios ordinarios, actividades más específicas como por ejemplo, la actividad de natación o hidroterapia en la que sí que sólo asisten niños con este trastorno y luego tenemos tratamientos individuales”.
El programa cuenta con la colaboración de Fundación Repsol y el Complejo Industrial de Repsol en Puertollano, al haber sido seleccionado en la convocatoria anual de ayudas a proyectos sociales. Este programa se encarga, por ejemplo, de poner personal de apoyo para que estos niños puedan asistir a actividades inclusivas.
En este caso, Ana García es la especialista de apoyo en la clase semanal de Movibrain que se imparte en el colegio Calderón de la Barca. Se trata de una actividad extraescolar a la que asisten alumnos del centro y varios alumnos de otros centros escolares diagnosticados con autismo. En total 23 niños que se lo pasan en grande practicando juegos tradicionales.
Según Ana García, “mi tarea fundamental es que estén integrados en el grupo y que cuando se está explicando en qué consiste el juego, atiendan a la monitora y se involucren con sus compañeros”. Laura Monroy es la responsable de la clase y explica su dinámica, “realizamos actividades adaptadas a su edad para que todos los niños se integren” y además trabajen la psicomotricidad y la coordinación. Lo mejor de esta clase inclusiva, dice es “la relación que consiguen con sus compañeros, que realicen juegos con ellos, en parejas”, dejando a un lado diferencias.