Chismosos y veraces, caricatura, testimonio, dolor y carcajada. Así son los cinco Sueños de Francisco de Quevedo y Villegas que José Luis Collado ha versionado en un montaje dirigido por Gerardo Vera y que Natalia Menéndez, directora del Festival Internacional de Teatro Clásico de Almagro, ha presentado esta mañana.
Quevedo, testigo del imperio que empieza a descomponerse, es liberado tras cuatro años preso en una celda subterránea. Consciente de que su muerte está cerca, relee sus Sueños, una crónica que Vera ve como “el testimonio doliente por la España de la época y por la herida interior que ha abierto su enfermedad”.
Para el director, los Sueños son “el testamento de un artista, pero sobre todo de un hombre que padecía en carne propia la pérdida de sus fuerzas llevadas a su límite en un tiempo en el que ya no se podía soñar”.
Con funciones del 14 al 16 de julio la obra que se representa en las tablas de la Antigua Universidad Renacentista (AUREA) y está protagonizada por Juan Echanove ahonda en recuerdos y obsesiones, triunfos y frustraciones, amigos y enemigos, amores y decepciones.
Un personaje complejo que Echanove encarna en un estado de sensibilidad y que le obliga a mantener una coherencia profunda fuera de las tablas. “Tengo el cuerpo cosido a dentelladas de este personaje –confiesa el actor–. Sueños supone un descenso al infierno todas las noches con un final desgarrador y liberador”.
El poeta del Siglo de Oro tiene también un lado canalla y reivindicativo que el actor ha destacado con énfasis: “Quevedo es un defensor de la libertad de expresión que contrasta con el mundo de hoy, donde nadie dice lo que piensa por miedo a las represalias del poder”.
En definitiva, un alma que invita al espectador a reflexionar sobre el presente: “Nuestros clásicos han sido tan claros en sus exposiciones y nosotros estamos tan necesitados de guía, que todo lo que queramos saber está en el Siglo de Oro”, concluye Echanove.