El tiempo no pasa

Manuel Valero.- El tiempo es tan maleable como un peyote de chicle y tan relativo en nuestra cultura ibérica que se detiene en los asuntos, trasuntos y contenciosos, y los congela cual si ya no existiera reloj que lo mida y a Cronos se le hubiera atascado la manecilla segundera tras el primer eructo del bigban.

De arriba abajo, todos en un mismo segundo atrapados, o si se prefiere para tener más espacio en el tiempo, todos en el interior de un mismo día marmotiano, que suena como rama de cristianismo calvinista, tan alegres y huertanos. Comencemos, comansón, que diría Tip (y Coll).

El Asunto Catalán sigue ahí con un cansineo que ya resulta inhumano, mientras la peña se reubica en función del espectro . Si eres un liberal, modo PP o C,s, el huevón ritmo parsimonioso  de la aplicación de la Ley; si eres socialdemócrata, modo PSOE, diálogo y revisión de los bajos autonómicos sin corregir la asimetría; si se es de Podemos, pues referéndum de autodeterminación (independencia) en el que Pablo Iglesias junior pediría el NO. Y si se es de IU, pues nada, que ya no existe.

La Brecha Salarial entre el hombre y la mujer es otro baldón que nos pone cara de Bill Murray, con el hilarante contrasentido de que todavía los sindicatos lo arguyen como tarea cuando se trata no sólo de un derecho laboral sino constitucional y ya va para 40 tacos que tenemos democracia, sindicatos de clase, un historial potente de conflictos laborales y un expediente de varias huelgas generales, ninguna, por cierto, para conseguir que mujeres y hombres en idénticas condiciones cobren lo mismo. Pero nada.

Esta misma mañana lo he vuelto a escuchar en la radio. Y francamente, si de verdad hay todavía personas que cobran menos por culpa de una vagina es para que los sindicatos se lo hagan mirar, que tiempo han tenido: décadas.

También leo a un alcalde colateral del Aeropuerto Duelos y Quebrantos que era como se tenía que haber llamado desde un principio ese complejo melancólico de paisaje de cardos que dota de ensoñada aereoportuidad a la Mancha, manchega. Dice que espera que el Aeropuerto comience de nuevo a pintar el cielo con pajaritos mecánicos con personas dentro.  Ya han pasado años desde que dejó de hacerlo, y muchos más desde que arrancó un largo y tortuoso camino hacia los incontables océanos del tiempo. Y ahí sigue, como La Mancha, manchega pero sin vino y mucho cardo.

Y ya tenemos tres asuntos dispuestos a sobrevivir eternidades: Cataluña, la brecha salarial hombre-mujer y Aeropuerto.

Añadamos la Sequía. Ah, la sequía. La misma cantinela, la misma foto del político de turno que se convierte en recurrente campeón del Tajo porque el problema sigue ahí, machacón como el primer día, cumpliendo, años,  lustros, décadas y siglos.  La guerra del agua da siempre mucho juego y sirvió como peldaño boniano hacia La Moncloa fallida a Don José I de Castilla-La Mancha Ancha. Ahora es su segundo sucesor en el delfinato el que se prepara para la función veraniega, y ahí que va don Emiliano, a mirar la cuarteada tierra sin peces y sin ovejas, porque tampoco había ovejas por mucho que dijera el PP. Se pudo arreglar la cosa nacional del agua con un Plan Hidrológico interruptus que agradaba  a la Corte toledana pero llegaron los sociatas de Zapa y adiós. Beguinthebeguin.

¿Y nuestros Santos Inocentes de la Finca de la Cotofía que dan calor y color a una venta cervantina y andan en condiciones de nodo blanquinegro desde la noche de los tiempos por la mañana? Ahora se urgió a la CH Guadalquivir a que alivie para que el agua, esa cosa, que nos sale a todos en casa por un grifo le salga la misma cosa por los grifos de los inocentes Ferreiro, protas de páginas recurrentes de periódicos, teles y radios y digitoides sin que tanto glamour mediático se traduzca en nada y si lo hace, a lo mejor demasiado tarde por que el tiempo cabrón para eso no perdona. Y ahí siguen, Inés, Inés, Inesita, Inés, como la Venta.

Que Puertollano es una ciudad sucia es una verdad inercial que arranca desde el pleistoceno y ahí sigue empercudía por todas partes mientras las partes se desgastan en culparse mutuamente, que si el Ayuntamiento, que si son pocos efectivos los servicios, que si a ciudadanos sucios, ciudad sucia, que si bla, bla, bla (sin car que es publi). Y ahí sigue, mi pueblo del alma, indiferente a la tontuna gatuna pero con más churretes que un huérfano de posguerra. Ni qué decir tiene que son políticos o sindicalistas los que elegimos para que resuelvan problemas. Pero en el mismo punto que estamos, sin que la marmota diga lo que durará el invierno de estas cosas inacabadas, que se parecen a José Luis Gil, al frente de CCOO, senatormaximus per saeculam saeculorum.