Sin duda una de las frases más famosas en la historia de la filosofía es aquella de Ortega que nos dice “yo soy yo y mi circunstancia”.
Con ella nuestro filósofo transmite que en la vida de cada uno existen dos elementos protagonistas: el “yo” y la “circum-stancia”, es decir, la propia persona y todo lo que la circunda, lo que la rodea, lo que le acontece.
Pero la frase orteguiana tiene una segunda parte que suele obviarse. Sin ella, la frase estaría incompleta.
“Si no la salvo a ella, no me salvo yo”
La existencia sería, pues, la acción permanente de cada persona para salvar las circunstancias y evitar que sean ellas las que condicionen la vida.
La sabia frase también nos indica que si mudamos de medio, de entorno, en suma, de “circum-stancia”, la vida puede cambiar. En cualquier caso, ambas opciones necesitan de un sujeto dispuesto a tomar cartas en el asunto y agarrar las riendas de su vida.
Estamos en una época donde se apela mucho a los derechos y se arrincona a la responsabilidad. Pero………….
¿Qué es la responsabilidad?
Nada mejor que revisar el origen etimológico, mucho más claro que la definición académica. Según aquél, “responsabilidad es la cualidad de quien es capaz de responder a sus compromisos”.
Para que una persona sea responsable de algo, primero debe asumir compromisos sobre ese algo, de lo contrario ¿qué responsabilidad se le va a pedir?
Y ahí radica el problema
En el lenguaje coloquial se confunde ser responsable con ser cuidadoso cuando no son lo mismo, y la RAE, siempre atenta al uso cotidiano, ha dado carta de naturaleza a esta desviación del significado original.
En la vida están las personas que saben a dónde van y quienes lo ignoran. Es como salir a la calle con un propósito determinado o hacerlo para dar un paseo. El problema no es salir de paseo; sí lo es, convertir el paseo en una forma de vida. Este hombre tendrá bastante con fijarse en dónde pisa y mirar a ambos lados antes de cruzar. Eso tan sólo es tener cuidado. La responsabilidad es otro asunto.
Quien así actúa está renunciando a afrontar la realidad de sus circunstancias, por tanto, a vivir como un ser humano. Los disconformes con la circunstancia que les ha tocado en suerte podrán tener la tentación de ignorarla. Es cierto que la vida se parece mucho a una carrera de obstáculos, ¿y……? Tampoco hay mayor satisfacción que cuando se los logra vencer.
La vida es un desafío detrás de otro, pero los retos únicamente estimulan cuando tienen una razón de ser porque se sabe a dónde conduce su superación. Sin propósito, sin sentido, los desafíos no son más que obstáculos que ¡maldita la gracia que tiene enfrentarse a ellos!
Cuando se afrontan los escollos sabiendo lo que son, uno descubre que la vida es mucho más que una carrera entrampada; también es una cadena de favores. Favores que se ocultan a quienes temerosos sólo salen cuando les apetece pasear.
Es imposible enfrentar a las circunstancias si se carece de vigor.
Vigor es estar llenos de vida. Y, en última instancia, el vigor no es más que la fuerza que nos permite darnos a la vida. Y siempre que aparezca el principio vital de dar aparecerá su opuesto complementario: el principio vital de recibir.
Dar y recibir es el binomio que da sentido a la existencia. No sería posible el uno sin el otro. Por eso se agrupan en un permanente abrazo, gesto invisible a nuestros ojos.
“Todo lo esencial es invisible a los ojos”, se lee en “el principito”.
Quien actúe con vigor quitándose de en medio los problemas “circunstanciales”, debe saber que toda acción vigorosa debe acompañarse con su acción compensadora: la misericordia. Esto ha de ser así para que el vigor sea una fuerza constructora y no destructiva.
¡Ahí es nada!
Con tales mimbres no es de extrañar la dimisión vital presente en nuestros días, pensará más de uno. Y ¿qué se podría hacer? ¿Dónde se encuentran personas con semejante sabiduría?
En realidad, más que de sabiduría estaríamos hablando de virtud.
¿Y si volviéramos a los orígenes? Allí siempre estará Platón, en su Academia, dispuesto a recordarnos algo que parece mentira hayamos olvidado, las virtudes cardinales: Justicia, prudencia, fortaleza y templanza.
La prudencia es la cualidad de distinguir lo que está bien de lo que está mal. Es decir, saber tomar la decisión adecuada en cada momento.
Fortaleza es la cualidad de vencer al temor y huir de la temeridad.
Templanza es moderar los apetitos y el uso excesivo de los sentidos, sujetándolos a la razón.
La justicia es el resultado del recto ejercicio de las otras tres virtudes. Aquel que sea prudente, fuerte y templado será justo.
El afán destructivo de la tradición histórica, filosófica, etc. ha sido –y sigue siendo- implacable, hasta el punto que algo tan presente en nuestra cultura humanista, como las virtudes cardinales, ha sido desterrado sin ningún rubor a cambio del vacío más absoluto.
Las virtudes cardinales se transmitían de forma natural en los hogares hace dos generaciones. Nadie las llamaba así, pero formaban parte de la idea que se tenía de lo que debía ser una persona sensata y cabal. Cada casa, cada familia, echaba mano de ellas con palabras y expresiones sencillas, cada cual a su manera. No me imagino a ninguno de los padres diciéndole a sus hijos “sentaos que hoy toca hablar de las virtudes cardinales”. Simplemente estaban, y salían a relucir cuando se consideraba oportuno. Y esto era así porque esta tradición de origen platónico fue adoptada por el cristianismo, quien se encargó de transmitirla de generación en generación.
Y hago hincapié en esto último porque entre los amigos y vecinos de mi infancia había de todo, políticamente hablando. Y hasta los padres más estalinistas trataban de educar a sus hijos con estos valores, sin renegar de ellos porque los hubieran aprendido de una madre devota o del cura del pueblo. Sabían que esos valores ayudarían a sus hijos a ser personas de bien y a salir adelante en la vida, y punto.
Cómo olvidarme de un vecino del barrio cuyo padre estaba en la cárcel de Carabanchel por ser del PCE. Este niño –todos éramos muy niños- fue la primera persona que me habló de las virtudes teologales, sin mencionarlas así, evidentemente. Nos repetía a todos los del barrio lo que le decía su padre cada vez que iba a verlo. Y todos lo escuchábamos con los ojos como platos. Le hablaba de lo importante que eran la fe y la esperanza, y le ponía ejemplos históricos para que lo entendiera. Que sin ellas el marino Andrés de Urdaneta no habría encontrado la ruta marítima de regreso –el tornaviaje- desde Manila a Veracruz, Méjico, hecho sin par en la historia de la navegación, pues sigue siendo la ruta utilizada a fecha de hoy por los navíos modernos, le decía (Y así continúa siendo)
Aquellos niños de pantalones cortos no teníamos todavía ni idea de quién había sido Urdaneta. Escuchábamos a nuestro amigo embobados. No importaba no entender nada. Pero las ideas que él traía de las visitas a la cárcel, inculcadas por su padre, nos llenaban de vigor.
“La fe es una fuerza interior que hace que un hombre ordinario se transforme en extraordinario, y que otro extraordinario se convierta en inmortal”
El padre de nuestro amigo era ateo, y le largaba cosas así. Aquel niño era lo más responsable del mundo. Lo era porque sabía lo que quería. Como mínimo, ser alguien extraordinario. Se había comprometido con su padre a ser un estudiante ejemplar, a estudiar con beca y a ayudar a la casa. Por supuesto, lo cumplió, además de muchas más cosas. Su historia daría para un libro precioso. Un verdadero canto a la vida.
Después llegaría la pijo-progresía triunfante… Nada que ver con el carácter y sensatez del padre de mi amigo el del barrio de mi infancia.
El problema de la falta de responsabilidad es haber hecho del paseo una forma de vida. Falta vigor, por tanto misericordia, y andamos sobrados de “buenismo”. No confundamos a éste con aquélla. La misericordia de verdad es potente, poderosa. El buenismo es melifluo y fofo. La persona vigorosa y misericordiosa es consciente de que puede hacer el bien o el mal y asume las consecuencias de sus actos. La “buenista”… lo diré: es tonta de capirote.
Quien actúa con vigor y misericordia sentirá, al igual que Pablo de Tarso,
cómo el deseo y el engaño se adueñan de él. Sentirá que no hace el bien que quisiera y, sin embargo, obra el mal que no quisiera.
Ello le permitirá enfrentarse a sus miserias y debilidades, única forma de superarlas.
La persona sin vigor, el paseante perpetuo, está vacío de vida, es incapaz de dar, pero también de recibir. Sólo aspira a vivir en una UCI perpetua con alimentación intravenosa.
Es apático ¿Qué es la apatía? Lo peor que puede sucederle a un ser humano: la muerte en vida ¿Cuál es la característica de un apático?
Que no le importa nada.
Reconozcámoslo, hemos ayudado a crear una masa de sujetos a un paso del umbral de la apatía, a los que nos empeñamos en pedir que sean responsables.
Ahora son hedonistas, pero del hedonismo a la apatía hay un margen muy estrecho.
Esta legión cuasiapática ha pasado a formar parte de nuestra circunstancia, y ya sabemos lo que pasa: “Si no la salvo a ella, no me salvo yo” –en este caso, nosotros; es decir: todos-
O tomamos cartas en el asunto agarrando las riendas de la cuestión, o resultará que la apatía se convertirá en algo contagioso que se extenderá más de lo previsto, infectando a quienes menos se pensaba: A aquellos que reclaman reiteradamente responsabilidad a quienes son incapaces de asumirla.
¿Responderemos al desafío del mismo modo que aquellos de los que no hacemos más que quejamos, o estaremos a la altura de las “circum-stancias”?
La vida es una moneda
Quien la rebusca la tiene
Ojo, que hablo de monedas
Y no de gruesos billetes
Sólo se trata de vivir
Esa es la historia
A lo mejor resulta bien
Sin tapujos
Marcelino Lastra Muñiz
mlastramuniz@hotmail.com
PD: Os dedico “La vida es una moneda” del autor argentino Fito Páez
https://www.youtube.com/watch?v=yq4pV7zGS5c
La responsabilidad…un bien escaso.
Otro buen artículo lleno de sabiduría y sentido común, aderezado de un coraje que le hace aún más valioso por auténtico.
“Conocer el pasado es una forma de liberarse de él porque sólo la verdad permite asentir o repudiar con total lucidez.”
Raymond Aron, el intelectual antipijiprogre, el Ortega francés, el defensor de los Hechos frente a las Ideas.
Interesante y atractivo artículo.
Debemos asumir las dificultades que nos genera esta sociedad de múltiples derechos y escasas responsabilidades.
Hay que transmitir que, en tanto cumplamos nuestras obligaciones, potenciaremos el derecho que tenemos a realizarnos como ciudadanos y como actores de una comunidad que quiere desarrollarse, crecer y distribuir bienestar.
‘Libertad’ y ‘responsabilidad’ son dos palabras indisociables para mí. Y es que el precio de la libertad es el de la responsabilidad que engendra.
Como decía Ortega, la libertad humana no es absoluta sino condicionada. La historia, como la vida misma, la hacemos nosotros mal que nos pese.
Hemos llegado a una situación mundial que nos envuelve a todos, en la que no hay ‘nosotros’ sin todos los ‘otros’.
Somos parte de la corriente que nos lleva y responsables, no obstante, del curso que llevamos.
Cada ‘uno’ es realmente uno de nosotros y ‘nosotros’ somos realmente tú y yo con todos los otros.
La corrupción, las políticas restrictivas, la incompetencia, la falta de empleos y oportunidades para todos, etc. hacen que parte de la sociedad actual viva en la indiferencia con una mentalidad conformista y pasiva, con lo cual se carece de una cultura de convivencia democrática y ciudadana.
El hombre pretende vivir feliz en su burbuja individual evadiéndose del mundo social que le rodea, y esto hace que no profundice ni reflexione sobre los hechos y la información que recibe.
El ciudadano apático elige el camino más cómodo porque no se molesta en informarse sobre lo que le rodea y no se preocupa por formar un criterio y, por ende, una ética y una conciencia.
Como muy bien expuso Albert Einstein en una de sus célebres citas: «el mundo no será destruido por aquellos que hacen el mal, sino por aquellos que los miran sin hacer nada».
Una sociedad de derechos ahogados y responsabilidades diluidas.
Nos encontramos, pues, en una sociedad pasiva, conformista, incrédula, inconmovible y absorta.
Definitivamente, debemos reaccionar lo antes posible….
A ver sr. «Charles», ¿puede ofrecernos un breve sobre responsabilidad en el tema de las piscinas sin referirse al pasado pepero? Al despropósito de la piscina de verano del Poli, se suma hoy el cierre de la cubierta que mantenían abierta para paliar el daño. Parece ser que hasta nuevo aviso no hay baño. Causa ¿¿?? La pobre taquillera no es capaz de transmitir información del porqué y el hasta cuándo. Usted que hace de vocero Psoe en tantas ocasiones ¿sabe algo?
Sr. «caminante», yo no hablo en nombre de nadie y, por tanto, no ostento la voz y la representación de ninguna persona o institución….
No obstante, Sr. «caminante», ya sabe usted que este tipo de instalaciones requiere un mantenimiento concienzudo……
Por favor mantener un foro a nivel del artículo.
Y si no…no intervengáis,haced como otros foreros que solamente lo hacen cuando el tema es político…para esparcir basura.
Gran artículo. De lo mejor que se ha publicado en este digital.
Por cierto, observo una gran desbandada de colaboradores desde hace tiempo.
Sra «Luisa». Suelo leer los artículos del sr. Lastra con interés. Unos me gustan más y otros menos. Estoy convencido que el sr. Lastra deja sus artículos abiertos a comentarios de todo tipo, que se ajusten, o que rocen simplemente el contenido.
En el caso que nos ocupa, al llamar la atención del sr «Charles» pretendía en cierto modo establecer una relación con el título del artículo: derechos y responsabilidad. No sé si el sr. «Charles» tiene o no responsabilidades directas o indirectas en el equipo de gobierno municipal. Si no tuviera ninguna y solo se expresa de forma independiente me parece perfecto. Pero como en otras entradas, no en ésta, enjuicia muy a la ligera, banaliza, según creo, la política, para mí irresponsable en algunos aspectos, del equipo de gobierno municipal, es por lo que hacía esa mención.
Sra. «Luisa» utilizo con frecuencia los servicios deportivos municipales y, en el caso de las piscinas, la impotencia por no poder disfrutar convenientemente del baño no me excusa ni libera de la responsabilidad como ciudadano para hacer una crítica por los medios que se me ofrecen. Del mismo modo, los políticos que acceden al poder deben estar sujetos, desde el minuto uno, al ejercicio de su cargo con responsabilidad.
Si la impotencia para ejercer un derecho, que responsablemente critico, se ignora de forma irresponsable por quien para sí es un deber, es que algo no funciona. Y no soy yo es la «circum-stancia» me temo.
Extraordinario artículo, Marcelino. De lo mejor que se puede leer en los medios hoy en día.
Es una lástima que los debates solo se suscitan cuando hay basura de por medio, como dice Luisa, la comentarista anterior.
Es una lástima que nos dediquemos a hacer únicamente piruetas en el aire.
Lo siento, caminante, no entendí
Disculpe caminante. Mi comentario no iba dirigido directamente a Ud. Posiblemente al mencionar al de «Luisa» pueda haber inducido a error.
Mi comentario era genérico. Son los artículos políticos que mueven los instintos más básicos los que suelen tener más comentarios. Esta es mi impresión, al menos. Eso, y nada más que eso, fue lo que pretendí decir, sin enfocarme en nadie en particular.
mejor en la piscina…
Los cristianos oponen a la tolerancia lo que tú llamas «misericordia», y hay que tener mucho ojo con la palabreja, porque no son exactamente equivalentes. en la misericordia (o compasión / cumpassio -simpatía en griego- del corazón), hay jerarquía, en el otro concepto no.
Y ya decía Cicerón que el único amor/amistad verdadera y legítima se da entre iguales
Verdad verdadera…lo demás genera paternalismo.
Uno de los principales problemas para centrar las opiniones y las discusiones es definir de qué se habla.
Permíteme que te pregunte con la única curiosidad de acotar un posible debate ¿Serías tan amable de definir la igualdad a la que apelas?
Cuántas veces he mencionado en mis comentarios la Responsabilidad. Indisociable de la Libertad, pues son una y la misma cosa. Sin la primera no puede existir la segunda. Arrepentidos los quiere Dios, amigo Charles.
Y cuántas veces he mencionado la necesaria recuperación del sacrificio y el esfuerzo como valores que nos han hecho lo que somos. Efectivamente, y como muy bien recuerda don Marcelino, estos valores estaban presentes en nuestros padres y abuelos. Han mermado con nosotros, desaparecido en nuestros hijos. Ellos sólo hablan de «sus derechos». Lo cual, los hace más susceptibles al dolor, pues sus tiempos no son los nuestros. Muchos están en paro, trabajando en precario o han emigrado como esos padres y esos abuelos centinelas de nuestros valores.
En fin.
Sr. «Censor», ‘de los arrepentidos es el Reino de los Cielos’. Esta recomendación debe usted hacérsela al Sr. Montoro Romero que no se arrepiente de haber violado el artículo 31 de la Carta Magna y de haber puesto a una pléyade de abogados del Estado al servicio del fraude fiscal.
Además, en sus ratos libres, hace llamadas al Sr. Rajoy Brey informándole sobre los datos fiscales del Sr. Soria López.
¿Cómo dispone el Sr. Montoro Romero de esa información? ¿Responsabilidad? ¿Libertad en el cargo?
Sr. Montoro Romero, ‘arrepentíos y convertíos para que sean borrados vuestros pecados’ (Hechos 3:19)….
Nada como escuchar a Federico Jiménez Losantos descubriendo el tráfico de influencias del antiguo despacho y de Montoro.
Lo denunció hace años, y lo ha clavado.
Todo el PCE demostró en la clandestinidad su total vigor y responsabilidad … hasta que llegó un tal don paseos en la transición dispuesto a demoler lo todo y el esfuerzo durante años de sus camaradas en tan solo un minuto y a no dejar nada en pie (Carrillo), «Me paso las decisiones del Comité Central por el arco del triunfo» decía don Santiago…ni prudencia,ni fortaleza, ni templanza, ni justicia,
Se cargó el PCE el señor Carrillo