Manuel Cabezas Velasco.- Aunque hace cuatro décadas el otrora Certamen Provincial de Teatro surgía en un mes de junio, la localidad de Almagro y su bandera de la escena, el Corral de Comedias, inauguraba un 25 de junio de 1978 su primera edición. [1]
Cuarenta años después, tras recibir el Premio Max a la Contribución a las Artes Escénicas – dándose a conocer con motivo de la celebración del Día Mundial del Teatro, el pasado 27 de marzo y entregado el 5 de junio – por su encomiable labor de acercar el teatro del Siglo de Oro a las generaciones posteriores, asiste al que puede ser el año de despedida de la actual responsable de la Fundación, Natalia Menéndez, quien siempre ha estado vinculada al mundo del teatro desde que diera sus primeros pasos.
Sin embargo, su historia podría retrotraer muchos siglos atrás, cuando el propio Corral de Comedias se construyera allá por el siglo XVII, el cual tenía también como función la de posada, tal como nos indica Ramón José Maldonado y Cocat. El mismo autor precisa sobre el mismo que «Posada de las Comedias era llamada todavía por los años de 1950 cuando es recuperada, se restaura y, con la <Hidalga del Valle>, de Calderón de la Barca, es solemnemente inaugurado, en una noche imborrable en el recuerdo, el 24 de mayo de 1954» [2]. Este edificio sería declarado Monumento Histórico – Artístico en 1955, dándose su restauración desde 1953 a 1962.
De su construcción primigenia sólo cabe decir lo expresado por Federico Madrid de esta guisa:
«D. Leonardo de Oviedo compró en 1622 una casa (calle de las Cruces) hoy calle Ánimas (a espaldas del Mesón del Toro, pero que lindaba con él). No es hasta 1628 cuando solicita autorización al Ayuntamiento para construir un “Corral de Comedias”. D. Leonardo pertenecía a la familia de los Oviedo, una de las de mayor raigambre y poder económico de Almagro». [3] Las más de 50 pilastras que rodeaban al escenario se encontraban, en origen, en una superficie que ascendía a más de 500 metros cuadrados, siendo de 300 hoy en día. La primera representación que acogió en el año de 1629 correría a cargo de la compañía de Juan Martínez, una de las doce compañías «de título», como eran denominadas por aquel entonces. Allá por el siglo XVIII se convertiría en mesón de fruta, y en la mitad del XIX se conocería como la Posada de las Comedias.
Y, a modo de anécdota, el propio Sr. Madrid nos recuerda sobre el Corral lo siguiente:
«En los primeros años de la restauración del Corral de Comedias, para darle mayor verosimilitud, al brocal de pozo en su patio, se le echaba agua cuando había alguna recepción oficial o espectáculo. No pocos extraños al pueblo, cuando tocaban aquella, sacada por la garrucha con cubo, exclamaban: ¡De esta agua habrá bebido Cervantes!» [4]
Volviendo al motivo de la onomástica, el Festival que hace 40 años comenzara como Certamen Provincial hoy en día es un festival internacional de reconocido prestigio, único en su género, realizando una variada oferta de espectáculos en diversos espacios escénicos de la localidad de Almagro.
Cuando hace cuatro décadas comenzaba unas jornadas amenizadas con algunas representaciones, al año siguiente su gran éxito daría pie al Festival de Teatro Clásico de Almagro, girando en torno al mencionado Corral de Comedias y algunos espacios más.
Comenzóse la década de los 80 con el Tricentenario de la muerte de Calderón de la Barca, y el Festival acogería obras de mayor relevancia, dando pie a una mejor acogida y un gran incremento en el número de los espectadores.
Por aquel entonces, quedaría definido lo que se pretendía del Festival actual: darle una mayor entidad y tener mayor amplitud de miras, incluso a nivel internacional. Para ello se configuraría un Patronato, profesionalizando la gestión del Festival, y desde entonces el otrora certamen pasaría a adquirir el nombre de Festival Internacional de Teatro Clásico de Almagro.
Mediada esta década, la mayor implicación de las instituciones regionales y locales le daría un impulso económico que cristalizaría con el surgimiento de la Compañía Nacional de Teatro Clásico en Almagro
La labor de Adolfo Marsillach a partir de la segunda mitad de esta década no debe caer en el olvido. Así habrá representaciones de la Compañía en años sucesivos en el Claustro de los Dominicos, en la Plaza de Santo Domingo hasta llegar a mediados de la década siguiente a representarse en el Hospital de San Juan.
Al albur de la pujanza del Festival, no sólo el nacimiento de la Compañía y la restauración de diversos espacios se verían favorecidos. En 1989, se establecería en la localidad almagreña el Museo Nacional del Teatro, en plena Plaza Mayor, siendo inaugurado con motivo del la XIII Edición del Festival, con una exposición temporal donde se mostraría el mundo del teatro en la España del Siglo de Oro. A partir del año 2004 cambiaría de ubicación, situándose en los Palacios Maestrales.
Desde la profesionalización como Patronato hasta su éxito a nivel internacional, la calidad de las obras escenificadas y su excelencia han estado fundamentalmente apoyadas en el nuevo marco jurídico que le otorga la creación de la Fundación del Festival Internacional de Teatro Clásico de Almagro. A ello se suma la creación de dos certámenes internacionales como son el Certamen Internacional Almagro Off y el Certamen Internacional Barroco Infantil.
A lo largo de estas cuatro décadas, casi una veintena de directores han comandado la nave de este buque insignia del TEATRO CLÁSICO, desde César Oliva hasta la actual Natalia Menéndez.
Su crecimiento y apoyo institucional, además de los galardones recibidos – el Premio Max antes citado, entre otros –, han sido el foco de atracción para diversas compañías y artistas de prestigio, llegando incluso a impulsar el Festival sus propios Premios, inicialmente conocidos como Premios Ágora y, desde el año 2005, como Premios Corral de Comedias.
Su relevancia ha generado la asistencia de unas cincuenta mil personas en las últimas ediciones, que han asistido tanto a las representaciones como a los demás eventos que acompañan al Festival.
A nivel monumental, la localidad de Almagro, gracias al Festival, ha visto puesto en valor su Patrimonio Histórico – Artístico, destinándose para tal final hasta una veintena de espacios, que son los que siguen:
Antigua Universidad Renacentista, Claustro del Museo del teatro, Corral de Comedias, Ermita de La Magdalena, Ermita de San Ildefonso, Ermita de San Juan, Ermita de San Pedro, Espacio de Arte Contemporáneo de Almagro, Hospital de San Juan, Iglesia de las Bernardas, Iglesia de San Agustín, Iglesia de San Blas, Museo del encaje y la blonda, Museo Nacional del Teatro, Palacio de Valdeparaíso, Patio de Fúcares, Plaza de Santo Domingo, Plaza Mayor, Teatro La Veleta y Teatro Municipal.
Recordando esta onomástica con esta pequeña aportación, para poder disfrutarla y de las obras y eventos que este año se presentan del 6 al 30 de julio, sólo me queda añadir el enlace de la Fundación para que podáis consultarlo y que ¡SE ABRA EL TELÓN! (http://festivaldealmagro.com/es/home/index.php).
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Hace poco más de 90 años se elogiaban las virtudes gestoras del que fuera Presidente de la Diputación de Ciudad Real, allá por 1926, señalando que «presidiendo era un dictador simpático… amplió el Hospital para que este fuera uno de los mejores de España».
Este personaje había nacido en Ciudad Real un 18 de junio de 1877, falleciendo el 18 de octubre de 1954. Se llamaba Bernardo Mulleras García, y había nacido en la calle de Calatrava, siendo su destino el mundo de la medicina, y, por su magna figura, adquiría el apodo de «Apóstol de la Medicina».
Este personaje, de derechas y monárquico, a pesar de todo gozaba de la simpatía de mucha gente – las humildes aún más si cabe – tal como describe de su biografía Antón de Villarreal, seudónimo bajo el que se ocultaba Francisco Pérez Fernández, en sus “Efemérides Manchegas”, publicadas en el diario Lanza en 1970, le dedicó una el 18 de junio del citado año:
«…Cuando salía de visitar en las casas humildes, dejaba unas monedas de plata para ayudar a la adquisición de medicinas o alimentos. Precisamente esta manera de proceder le salvó la vida.
Había sido don Bernardo Mulleras político de ultraderechas, monárquico hasta la raíz, creyente sin mojigaterías, presidente del Casino, diputado provincial, miembro destacado de la Unión Patriótica, presidente de la Diputación provincial durante la Dictadura y hasta sabemos positivamente que estuvo en contacto epistolar con José Antonio Primo de Rivera cuando éste, allá por 1930, pensaba en la creación de un partido político “para continuar las enseñanzas y, en su día, la obra del Gobierno de mi padre”, según fragmento textual de una carta que reproduciremos íntegra en alguna otra ocasión, debidamente autorizados por el buen amigo que la posee. La ideología de don Bernardo Mulleras, que supo mantener siempre con gallardía y firmeza, fue el motivo de su detención apenas comenzada la guerra de Liberación nacional. El “comité” juzgador le condenó a muerte. Pero uno de los jefes de la cheka salió en su defensa y debió decir algo parecido a esto:
-“Yo no puedo condenar a muerte al hombre a quien debo la vida: hace unos años me asistió de una pulmonía y todos los días, apenas se marchaba, nos encontrábamos sobre la mesilla una moneda de un duro. Y yo estaba sin trabajo”.
Don Bernardo, salvó la vida. Algún caso raro se dio de reconocimiento de bondades y agradecimientos y éste fue uno de ellos.
Muchas más cosas se podrían decir de este médico ejemplar, consuelo de todos los humildes ciudarrealeños. Algún día publicaríamos, con tiempo y espacio, su más detallada semblanza biográfica. Hay anécdotas, ocurrencias, frases y episodios tan gráficos como aleccionadores. La vida de don Bernardo Mulleras no es de las vulgares. ¡Merece la pena contarla!” [5]
Los méritos laborales contraídos por el médico sr. Mulleras llevaron a las diversas instituciones locales y provinciales a pedir su reconocimiento, tal como sigue:
«La Diputación acordó adherirse a la petición realizada por la Alcaldía de Ciudad Real, de que sea concedida la medalla del Trabajo al Dr. don Bernardo Mulleras García, no sólo por los méritos que como tal ha contraído, sino por la meritísima gestión realizada en los años que ocupó la presidencia de la Diputación, en los que se preocupó grandemente de mejorar los servicios de la Beneficencia provincial.» [6]
Además, hoy en día aún un rendido homenaje recibe con el nombre de una calle – en parte en sus inicios, hasta la reforma del resto de un callejón maloliente que uniría las actuales calles de General Aguilera y de Bernardo Mulleras y sería remozado en los años sesenta hasta mostrar su tramo actual, tal como refiere la siguiente noticia:
«Fue aprobado el proyecto de reforma y ordenación urbana, de la zona comprendida por las calles Bernardo Mulleras, General Aguilera y Plazas de Cervantes y del Pilar, redactado por el arquitecto municipal, el señor Prieto.
El Pleno dio su conformidad a una propuesta de la Alcaldía, para erigir un monumento al Quijote, delegando en la Comisión de Cultura para que desarrolle la propuesta, monumento que será colocado en la plaza del Generalísimo, como homenaje al prototipo del caballero e hidalgo manchego, personaje central de la obra cumbre de Cervantes» [7]. Dos años más tarde se demolería un inmueble que aún impedía el ensanche de la calle de Bernardo Mulleras, y en el Pleno municipal «Se acordó la valoración de parte de una finca en la calle Bernardo Mulleras» [8]
Dicha calle estaba próxima a la Plaza Mayor y que era conocida hasta la muerte del ilustre médico como Calle Nueva.
En suma, aquella estampa asociada al puro que fumaba, su bigote clareado por la nicotina, de personalidad sencilla del que fuera no sólo Presidente de la Diputación, sino del Casino, de unas creencias inquebrantables, monárquico y miembro destacado de la Unión Patriótica, y que mantenía un estrecho contacto epistolar con José Antonio Primo de Rivera hasta el punto de plantearse la posibilidad de crear un partido político, gozaba de la simpatía de sus convecinos. Tal es así que la política lo llevaría a ser condenado a muerte, aunque su buen hacer como médico ejemplar, incluso con la gente más humilde, le libraría de perder por entonces la vida, pues como antes se precisó encontró a un defensor entre los jefes de la checa.
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Cinco siglos han transcurrido desde que la cabeza de un santo por machetazos se desprendiese del resto de su cuerpo. Era un 1 de junio de 1617, cuando el culmen de una cruenta persecución de un fraile por tierras de Oriente desde 1614, diese fin a su vida. Era conocido como Fernando de Ayala, y procedente de la localidad de Ballesteros de Calatrava había nacido en 1575, siendo sus padres Fernando y María Fernández.
A la edad de dieciocho años, tomaría el hábito de San Agustín en Montilla y profesó el 19 de mayo de 1593. Por su formación, daría clases de Filosofía en Alcalá, y, tras ser misionero por breve tiempo en Méjico, llegaría a Manila en 1604, y al año siguiente a Japón.
Sus enormes capacidades intelectuales demostradas al cursar la carrera eclesiástica en Alcalá de Henares habían quedado puestas de manifiesto, demostrándolas nuevamente al aprender la lengua japonesa en apenas unos meses. Su facilidad a nivel de comunicación y el fervor que definían sus sermones, le llevaron a bautizar en los dos años siguientes a unas tres mil personas, entre adultos y niños. Retornaría después a Filipinas para reclamar el envío de más religiosos. Poco después regresaría a Japón como Vicario-Provincial de los Religiosos Agustinos.
Entre los conventos o casas de misión que fundó, en 1612 destaca el de Nagasaki, siendo nombrado en él Prior en la Congregación Intermedia de la Provincia.
Su labor, hasta entonces ejercida con cierta libertad, se encontraría por entonces con las dificultades y persecuciones que le condujeron a, primeramente, ejercer su apostolado a escondidas, y, a ser apresados por el gobernador del reino de Omura. La consideración inicial del gobernador ante los religiosos apresados – Fray Fernando de Ayala estaba acompañado de Fray Alonso de Navarrete y del catequista japonés León Tanaka – cambiaría de rumbo desde el momento en que el fervor que despertaban en los cristianos de los alrededores llevó a las damas más encumbradas a asediar las propias celdas. Así, el gobernador ordenaría su condena y su posterior ejecución, siendo decapitados el 1 de junio de 1617.
De su muerte, ya comentada, lo sorprendente vendría después, tal y como nos explica Hervás y Buendía:
«Encerrado su cuerpo en un cajón y lanzado al mar con un gran peso, después de 6 meses apareció flotando, incorrupto e intacto. Depositado por decreto de la S. Cong. de Ritos en el monasterio de agustinos de Macao, le fueron segregados los pies, de los que uno vino al convento del Rosario de Almagro. Fue beatificado por Pío IX el 7 de Junio de 1867…» [9].
De sus testimonios escritos, reseñar – nuevamente según nos indica Hervás y Buendía [10]:
– Una carta escrita el 25 de marzo de 1617 a los P.P. de S. Agustín de Manila, donde se despide de ellos y dice las razones que le movieron a ir a Osuna.
– Otra escrita el 1º de Junio de 1617 a los P. P. Dominicos del Japón y demás Ministros de la Cristiandad en aquel reino, donde manifiesta las causas que habrán movido al Señor a concederle el padecer por su amor.
– También hizo algunas traducciones al japonés de obras de devoción.
Como consecuencia de esta azarosa vida, el 1º de Junio se celebra la onomástica del Beato Fernando de Ayala.
MANUEL CABEZAS VELASCO
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[1] Diario Lanza, 27 de junio de 1978, pág. 7.
[2] MALDONADO Y COCAT, Ramón José: Almagro. Cabeza de la Orden y Campo de Calatrava. Instituto de Estudios Manchegos. Ciudad Real, 1995 (1982).
[3] MADRID JORRETO, Federico: Almagro, mi pueblo. Diputación Provincial. Imprenta Provincial. Ciudad Real, 2010. Págs. 91 y 92.
[4] MADRID JORRETO, Federico: Op. Cit. Pág. 93.
[5] Diario Lanza, 18 de junio de 1970, pág. 16.
[6] Diario Lanza, 19 de febrero de 1951, pág. 2.
[7] Diario Lanza, 19 de noviembre de 1965, pág. 2
[8] Diario Lanza, 7 de febrero de 1967, pág. 4.
[9] Diccionario histórico geográfico, biográfico y bibliográfico de la Provincia de Ciudad Real. Imprenta de Ramón Clemente Rubisco. Ciudad Real, 1914. Pág. 204.
[10] HERVÁS Y BUENDÍA, Inocente: Op. Cit. Pág. 204.
El principal objetivo de la directora del Festival Internacional de Teatro Clásico de Almagro, Sra. Menéndez Miquel, desde que llegó en 2010, era sanear la deuda de 1,5 millones de euros que tenía Almagro cuando se hizo cargo del Festival.
El pasado 31 de diciembre de 2016, se consiguió, por fin, dejar la deuda a cero, gracias a la implicación de los patronos del Festival (el Instituto Nacional de las Artes Escénicas y de la Música, la Junta de Comunidades de Castilla La Mancha, la Diputación Provincial de Ciudad Real y el Ayuntamiento de Almagro).
De esta forma, enjugada la deuda, la Sra. Menéndez Miquel tiene vía libre para poder retomar lo que más ansía: la dirección dramática. Dejará los calurosos meses de julio de Almagro para volver a dirigir y actuar. Natalia, te vamos a echar de menos.
Por otro lado, como dato curioso, D. Bernardo Mulleras García fue presidente del Colegio de Médicos de Ciudad Real entre 1924 y 1925, seis años después de la constitución de esta institución.
Con relación a los mártires, el agustino Fernando Ayala de San José, el dominico fray Alonso de Navarrete y el catequista japonés León Tanaka fueron ejecutados el 1 de julio de 1617 en una playa desierta de la isla de Tacaxima (Japón) tras la condena a muerte dictada por el gobernador de Ômura (Nagasaki), que fue llevada a cabo por el jefe supremo del Japón, Minamoto Hidetada.
El emperador había concedido permiso a los frailes para quedarse en Japón siempre que no dijesen misa en público ni predicasen su ley. Un mandato que los frailes no cumplieron con las trágicas consecuencias que se suscitaron años después.
Los franciscanos y los dominicos desempeñaron en Japón una importante labor diplomática a finales del siglo XVI como embajadores del rey de España.
Y es que ‘junio y julio, el dalle al puño’….
Gracias Charles por tus apuntes y seguimiento. Siempre viene bien ampliar lo que en esta sección pretendo, dar a conocer efemérides y comentarlas un poco. Tus precisiones seguro que no caen en saco roto, porque la historia es patrimonio de todos.
Espero que la continuidad de mis publicaciones sea digna de tu seguimiento, y te doy de nuevo las gracias.
Un saludo
Gracias a ti. Sin ninguna duda, continuaré leyendo sus interesantes artículos.
Es bueno traer a la memoria hechos relevantes de la Historia…..
Ilustrador artículo. No conocía la biografía de ese cristiano ejemplar, Bernardo Mulleras, que demuestra una vez más la prevalencia de los hechos sobre las ideas.
Sobre el testimonio de los mártires del Japón, recomendar la última película de Scorsese, Silencio, que narra la persecución de los cristianos seglares y de los jesuitas en Japón. Fue una persecución y todo un choque de culturas. La cultura japonesa rechaza la debilidad como valor. El Cristianismo suponía un desafío al rígido sistema feudal japonés, pues establecía normas morales a los gobernantes tales como el cuidado de los débiles.
Aún hoy en Japón estar sin trabajo y mendigar o vivir en la calle son considerados como signos de debilidad imperdonables.
Al contrario que en Corea del Sur y China, el Cristianismo golpea con un muro moral duro y poco compasivo con los débiles en el Japón.
Enhorabuena por el artículo.
El muro contra el que choca el cristianismo en Japón, como en todo el mundo, yo creo que se llama secularización de la vida actual. Pero no siempre fue así. La historia de Japón está plagada de guerras civiles, luchas de poder entre señores feudales (daimios), clanes de samuráis, sectas de bonzos e incluso emperadores por duplicado, sin olvidar la fricción siempre convulsa con sus ancestros chinos. Los españoles, por lo general, no terminamos de abarcar mentalmente la época moderna – obviando Corteses y Pizarros – las navegaciones, los descubrimientos y los contactos entre los distintos mundos que se produjeron a principios del siglo XVI: el Lejano Oriente sigue sonándonos a exotismo y cuento chino (en este y otros aspectos culturales, nuestros hermanos portugueses nos aventajan un buen trecho). Pero es entonces cuando empieza realmente la globalización, la diplomacia y las guerras por controlar los mares y sus rutas, los puertos, el oro, la seda, la pimienta negra y demás bienes y males que nos han traído, cinco siglos después, las moderneces y tecnologías que hoy día nos hacen sufrir y disfrutar por igual, pues ya dijo el sabio que no es más rico quien más tiene, sino quien menos necesita.
Los primeros cristianos – jesuitas – que pisaron suelo nipón (el santo navarro Francisco Xavier, el cordobés Juan Fernández, autor de la primera gramática y diccionario japonés, hoy perdido, y el valenciano Cosme de Torres, bautista del primer daimio, Omura Sumitada, el cual comenzó las hostilidades ordenando a sus samuráis destruir los templos budistas y zen de su feudo) tuvieron la suerte de llegar durante la era Sengoku, una larga época (1467-1615), sangrienta donde las haya, en la que los japoneses estaban ocupados en matarse entre ellos como chinches. Entre tanto quebranto y desentrañamiento, estos jesuítas atracaron en Nagasaki, y en vez de imponer sus costumbres, practicaron lo que posteriormente el teatino Alessandro Valignano, conocido como Apóstol del Japón, perfeccionó con inusitadas manos izquierda y derecha: el adaptacionismo; de ahí que vistieran a la moda japonesa e incorporaran la tradición del té, entre otros muchos folclores, y que, por cierto, levantasen las iras y sospechas de los torvos dominicos y los toscos franciscanos. Fue tal la confianza con los nativos que Sumitada les otorgó el control de la pequeña dársena de Nagasaki, convirtiéndola desde entonces en un próspero puerto de mercancías. Pero los años y las noticias corrían veloces por el Viejo Continente, y en esto que, recién embocado el siglo XVII, un maltrecho navío inglés de nombre Erasmo, capitaneado por un constructor naval y cargado de golosinas occidentales y pragmatismos ingeniosos, vino a frustrar la alegría jesuítica. Curiosidades del destino o precoces conspiraciones, no lo sé, William Adams – que así se llamaba el armador inglés – se hizo consejero de Tokugawa Ieyasu, quien posteriormente se alzaría con la Capitanía General de los Ejércitos, instaurando la nueva era Edo caracterizada por la paulatina exaltación del espíritu nacional japonés y haciendo infructuosa toda relación no sólo con los jesuitas, sino con el mundo entero, lo que implicaría, a la postre, el surgimiento del Imperio japonés, ya en 1868.
Si quieres profundizar en esta apasionante historia de encuentros culturales, te recomiendo dos libros: La fascinación de la diferencia: la adaptación de los jesuitas al Japón de los samuráis, 1549-1592, del antropólogo Carmelo Lisón Tolosana (una maravilla que podrás encontrar en internet) y El siglo ibérico del Japón. La presencia hispano-portuguesa en Japón (1543-1643), de Antonio Cabezas.
Respecto a “Silencio” de Scorsese, a mí se me hace pesada, y creo que prima la producción sobre el fondo, sobre todo si tenemos en cuenta que lo que trata – la fe y la duda – ya lo desarrolló genialmente en La última tentación de Cristo.
Es cierto que los japoneses son un poco bizarros (igualmente, ellos ven estrambóticas muchas de nuestras costumbres), pero no todo son desavenencias y también tienen sus cosas buenas. Además de recomendarte la sensibilidad de un Kurosawa – mi preferida es Los sueños de Akira Kurosawa – o de un Kaneto Shindo con La isla desnuda o de un Miyazaki con El viaje de Chihiro, te recomiendo un disco que hará tus delicias si no lo conoces: Francisco Xavier. La Ruta de Oriente, de Hespèrion XXI, dirigido por el maestro Jordi Savall, Premio Nacional de Música 2014 – al que renunció por el maltrato del gobierno a la creación artística y en especial a la música antigua y el patrimonio musical hispánico -, del cual te enlazo el siguiente fragmento como aperitivo:
https://www.youtube.com/watch?v=AsxS7nrpP8k
Un saludo.
Muchas gracias por tu erudición en este tema. Es un tema fascinante.
Conozco la obra musical que me comentas, la compré y regalé a una comunidad de jesuitas austriacos que me acogieron cuando estuve estudiando en el extranjero.
Efectivamente los jesuitas por su modo de proceder que deriva de su espiritualidad ignaciana, lograron esa capacidad de inculturación que les facilitó integrarse fácilmente en Oriente, y depende. En Filipinas tuvieron dificultades porque otras órdenes religiosas (dominicos y sobre todo agustinos) les eran hostiles porque los jesuitas no observaban la Lectio divina ni llevaban vida conventual, y les atacaban ante las autoridades de forma muchas veces efectiva.
Silencio es muy lenta, tienes razón, pero me gustó mucho porque tanto el fondo del asunto (la duda en circunstancias adversas) como la descripción de las circunstancias históricas, presentan muy bien el tema del choque de culturas, que como bien dices, es el fenómeno también latente en la Era Moderna, poco estudiado, y que sigue siendo muy actual.