Elena Flores Díaz, profesora de Economía en Secundaria.- Una vez más podemos leer la noticia sobre el “significativo deterioro” de la educación financiera en España, analizado en el informe PISA. Pero, ¿a alguien le puede sorprender tal resultado? Solo a aquellos que desconocen el sistema educativo español. Ya que es imposible que los resultados mejoren sin poner las medidas adecuadas. Los únicos alumnos que reciben educación financiera lo hacen a través de materias optativas en el primer y segundo ciclo de la ESO, y que no todos los centros ofertan.
Es increíble que todo lo sufrido como ciudadanos con la crisis, no nos lleve a replantearnos la necesidad de familiarizarnos con algunos conceptos económicos que necesariamente debemos utilizar a lo largo de nuestra vida.
De hecho, como incide el informe “es un completo error creer que dicho tipo de enseñanza solo es apropiada para aquellos con grandes sumas de dinero para invertir, sino especialmente para aquello que viven con un presupuesto ajustado y con poco margen para pérdidas.”
Es aquí donde reside la gran equivocación de creer que la Economía solo es útil para los que vayan a seguir estudios relacionados con dicha disciplina en lugar de reconocer la importancia de sus contenidos en la toma de muchas decisiones de la vida cotidiana.
Los estudiantes aprenden a identificar las ideas erróneas sobre los créditos, las ventajas e inconvenientes de las compras online, interpretar una factura o un extracto bancario, diferenciar cuando lleva o no el IVA incluido, priorizar gastos, conocer de qué factores depende el cobro de una pensión de jubilación pública, calcular el nivel de endeudamiento recomendable, o tener unas nociones sobre los tipos de seguros. Por citar solo algunos de sus contenidos.
Además de entender un vocabulario que constantemente aparece en los medios de comunicación como si la mayoría social comprendiera dichos términos, cuando esto no es ni mucho menos así. Palabras como convenio colectivo, remuneración, portes, flexibilización, deslocalización, acciones, cláusulas, déficit, aval, y un largo etcétera, si no se explican en las aulas, los ciudadanos apenas entenderán su significado.
Por ello, para tener una sociedad mejor informada, capaz de comprender el complejo mundo que nos rodea es básico ofrecerles una cultura financiera que les ofrezca herramientas para tener un futuro mejor. De ahí, mi propuesta de tener al menos una materia obligatoria en cuarto de la ESO y otra troncal y común a todas las ramas del Bachillerato.
Históricamente, la cultura y la educación han molestado a reyes, reyezuelos, señores y el clero porque ya, en aquellos tiempos, eran conscientes de que era más fácil de manejar un pueblo sin educación.
Es muy importante que la ‘educación tributaria’ y la ‘conciencia fiscal’ llegue a los colegios. Se trata de crear ciudadanos que sientan orgullo de contribuir a la caja común y no de buscar los mejores resquicios para evitar pagar.
Es la clave para entender el deber cívico de contribuir, entendido como valor y no como obligación. Su razón de ser: la justa redistribución de la riqueza.
Más educación y menos corrupción…
Conceptos como prima de riesgo, deuda pública, principio de estabilidad presupuestaria, subasta energética, explicación del valor del oro, qué es OPEP, unidad y libertad de mercado, arancel (beneficios del TTIP), inversión económicamente sostenible, el colapso del marxismo, el cálculo del valor de una moneda…son conceptos económicos (y juridificados), que jamás van a entrar en un plan de estudios, básicamente porque en España, a pesar del golpe de realidad de mayo de 2.010, y de la crisis que tanto ha costado superar revirtiendo, precisamente, a aquellas políticas que ignoraron los antecitados conceptos y que por desgracia, aun hay grupos políticos que, con perdón, se la rempampinflan, deviene en casi una quimera pensar que aquellos que quebraron la economía española y que además aun mantienen esos dogmas fracasados, vayan a considerar formar a los votantes de la década que viene:
Ejemplo: incluir en el plan el estudio de la estabilidad presupuestaria, o el principio de contabilidad de las administraciones públicas que informa de la «correlación de ingresos y gastos» y luego pedir el voto a ese estudiante de 18 años para derogar la ley montoro.
Imposible