De manera imprevista, EE.UU. acaba de incorporarse al gran proyecto patrocinado por China llamado la Nueva Ruta de la Seda (Una ruta, una franja, en su denominación oficial). Las consecuencias pueden ser extraordinarias.
La antigua Ruta de la Seda era una compleja red de caminos que iba desde China hasta Europa. Su nombre se debió a la mercancía más valiosa que transitaba por ella y cuya secreta elaboración sólo los chinos conocían. El paso de tanta riqueza también originó conflictos entre quienes trataron de controlarla.
En Marzo de 2.013, el presidente chino Xi Jinping presentó el proyecto en sociedad y convocó a todos los países a participar en él. EE.UU. fue invitado expresamente en diferentes ocasiones. El entonces presidente Obama declinó por sistema la invitación. Rusia se adhirió dando lugar a una alianza firme con China.
En la reunión mantenida entre Xi Jinping y Trump el pasado mes de Abril en Florida, China volvió a plantear la importancia de la incorporación de EE.UU. a la Nueva Ruta de la Seda. El presidente Xi insistió, entonces, que la cooperación es la única alternativa para ambas naciones, que ambos son capaces de convertirse en buenos socios, que no hay razones para transformar las relaciones de ambos países en un fracaso y, sí las hay, para que sean un éxito. Trump manifestó su voluntad de colaborar para solucionar los problemas existentes en las relaciones bilaterales sin comprometerse a nada en relación al ofrecimiento chino sobre la Ruta.
Miembros notables de la sociedad estadounidense continuaron movilizándose –ya lo habían hecho con Obama- a favor de la integración de su país en el citado proyecto como forma de dar un giro radical al concepto antagonista vigente en las relaciones internacionales.
En esa línea, los días 13 y 14 de Abril tuvo lugar una conferencia en Nueva York que concentró a personalidades de diferentes campos y nacionalidad (china, rusa, estadounidense y de Bangladesh).
Esta es una pequeña crónica comentada de lo expresado en dicha reunión y que ayuda a comprender el espíritu del proyecto.
Richard H. Black, senador por Virginia:
Comenzó su intervención manifestando su consternación por los últimos ataques de EE.UU. a Siria, y desafió a que cualquiera le diera un motivo por el cual Siria habría de realizar un ataque de gas venenoso. Afirmó que la guerra no había sido un levantamiento natural, sino que dicho levantamiento fue creado en un intento deliberado de las agencias secretas por derrocar al gobierno de Siria.
El senador continuó recordando el derrocamiento efectuado en Libia y la guerra brutal en Yemen donde los saudíes tratan de colocar un gobierno títere en lugar del gobierno legítimo en ejercicio. “Todo esto es innecesario” –afirmó. “Se está produciendo una tremenda matanza y una destrucción de las propiedades: fábricas, hogares y materiales invaluables que nunca podrán ser reemplazados”.
“Este tiempo de destrucción, derramamiento de sangre y de odio entre los pueblos tiene que llegar a su fin”, fue la forma en que el senador manifestó su apoyo a la Ruta y a la incorporación de EE.UU. a la misma, para terminar con la geopolítica, pero no con la geopolítica actual sino para borrar el propio concepto de geopolítica de la faz de la tierra.
Mayfan Zang, Cónsul general de China en Nueva York:
“La iniciativa de una franja, una ruta funciona de acuerdo con los principios geoeconómicos de cooperación mutua y supera el juego de suma cero típico del enfrentamiento geopolítico que amenaza con llevar al mundo a la guerra. La franja y la ruta traerán la paz y la justicia al buscar reducir las desigualdades. Tiene el potencial de ayudar al mundo a deshacerse de las actuales crisis económicas, políticas y de desarrollo”.
Patrick Ho, Presidente y Secretario General del Comité de Energía de China en Hong Kong:
“La iniciativa una franja, una ruta es un desafío mundial que necesita de una participación mundial. A través de esta iniciativa China manda un mensaje, fuerte, claro y sincero de colaboración y asociación, a todos sus amigos y enemigos de todas partes (…) Compartiendo nos convertiremos en mejores socios, al conseguir, en el futuro, el equilibrio de las metas de todos, logrando, a la vez, nuestros sueños comunes”.
El representante ruso, Peter Iliichev, encargado de negocios de la Federación Rusa en la ONU, expresó que EE.UU. y Rusia no deben temerse el uno al otro; deben hablar el uno con el otro. Hizo referencia a que las conversaciones que están teniendo lugar a alto nivel demuestran eso, que ambos ganan más cuando hablan que cuando confabulan buscando alianzas y contra alianzas para perjudicarse.
“No queremos ningún estatus especial en el mundo”.
“Queremos igualdad de trato, trato justo, no sólo para nosotros sino para todos los demás estados. Y si podemos ofrecer este trato justo en todas las esferas (…), todos vamos a ganar (…)”.
El desarrollo del mundo será gracias al foco del Pacífico que sustituirá al Atlántico, incapaz de salir del estancamiento debido a la arrogancia y supremacía del concepto de la geopolítica, donde unos crecen a costa de otros.
El proyecto de la Nueva Ruta de la Seda conectará a China con Europa a través del Asia Suroriental, Asia Central y Oriente Medio, combinando rutas terrestres con marítimas. Involucraría a 60 países que suponen el 70% de la población mundial, 55% del PIB y el 75% de las reservas energéticas conocidas.
La infraestructura real, el flujo de información, el movimiento de bienes, de personas y los cruces transfronterizos que conseguirá la Ruta de la Seda la convertirá en un proyecto histórico. Posiblemente el logro global más importante. La iniciativa más completa donde muchas naciones estarán trabajando juntas.
Hal Cooper, Presidente del equipo consultor del Transporte de Carga de Seattle, habló de unir América y Asia a través del estrecho de Bering. El mismo Cooper tiene desarrollada dicha propuesta.
Jason Ross, editor jefe de 21st Century Science and Technology, habló de las infraestructuras como plataforma de desarrollo y el concepto económico equivocado que dificulta encontrar financiación suficiente para las mismas.
Y que la Ruta de la Seda sería el primer e inmenso paso, que culminaría con un puente terrestre mundial de infraestructuras que permitiría el desarrollo integral de las regiones de la humanidad como un todo.
Ross hablaba de una especie de conectividad total, donde el desarrollo de la Ruta de la Seda sería el disparo de salida.
Jason Ross continuó con una profunda defensa de nuestra especie:
Manifestó que la especie humana se había re-creado a sí misma, convirtiéndose en una nueva especie varias veces a lo largo de la historia.
Que según la historia griega sobre la creación del ser humano, antes de Prometeo había cuerpos con forma humana, pero no lo eran porque les faltaba la mente. Al darle Prometeo el fuego a la humanidad le entregó los números, la poesía, la astronomía, el calendario, todas las artes, la metalurgia, la medicina, los veleros y el uso de los animales. Al darnos el conocimiento, la humanidad se convirtió en una nueva especie en este planeta.
No es cualquier etapa de desarrollo humano la que define a la humanidad. No es un nivel particular de cultura, no es un nivel particular de tecnología, ni de la ciencia, ni de una plataforma de infraestructura en particular. Es la capacidad de trascender a niveles de existencia superiores.
Habló de que los próximos pasos estarán en el espacio. De la creación de plataformas de desarrollo humano hacia el sistema solar, con las infraestructuras capaces de conseguir esta meta. Conseguir que los viajes espaciales sean tan accesibles como las actividades cotidianas.
Con la propulsión mediante la energía nuclear de fusión se llegará a Marte en 2 o 3 semanas, quizá en un par de días. La utilización de aviones espaciales de despegue vertical o el lanzamiento al espacio por levitación magnética en un tubo al vacio serán capaces de reducir 500 veces el coste de un lanzamiento espacial.
Lo que Jason vino a decir es que la participación en la Ruta tiene un enorme potencial para construir una conciencia de unidad y de destino común de la especie humana. Eso permitiría asumir conjuntamente nuevos desafíos que nos llevarían a adquirir cotas más elevadas de existencia.
Michael Billington, editor de Executive Inteligence Revew, abordó un asunto de enorme interés: La posible fricción entre el pensamiento occidental y el de Confucio.
La reflexión concluyó que los británicos, cuando semi colonizaron China, se dedicaron a hacer lo que siempre han hecho en todas sus colonias: perfilar las filosofías y culturas de esas naciones, escogiendo tendencias atrasadas en dichas culturas -como hicieron con el sistema de castas en la India- definiendo que esa era la naturaleza preponderante de la colonia, con el fin de mantener una nación dividida y atrasada y facilitar el poder colonial. Esto mismo sucedió, en un alto grado, en China (…).
Las peores tradiciones existentes en China fueron las impulsadas por los británicos. Este es uno de los grandes desafíos. Afortunadamente, los humanistas están ganando la partida en recuperar las mejores tradiciones, las que deben servir para relanzar moralmente al país.
Igual procedimiento debe hacerse en el mundo occidental. Que cada país recupere lo mejor de sus grandes tradiciones para juntos -cada uno aportando lo mejor de su peculiaridad- crear el Renacimiento que el mundo necesita.
Se habló de la necesidad de aplastar al sistema británico como un acto de supervivencia de la especie humana, para que todo este proyecto funcione.
Helga Zepp-Larouche, presidenta del Instituto Schiller, se preguntó:
¿Por qué no puede la humanidad alcanzar la edad adulta y dejar de atacarnos los unos a los otros como niños pequeños sin educación? O, dicho de otra forma, detener el impulso de la humanidad a conflictos geopolíticos sin sentido.
¿Es que no podríamos conseguir erradicar la pobreza de este mundo y extender la educación universal a todos los niños, y que el objetivo de esta educación no sea adoctrinar sino ayudar a crear almas bellas, como lo hizo Guillermo Humboldt (en Prusia) y también Confucio en China?
Tanto Confucio como Schiller concebían la educación como un sistema que debía llevar al amor de la humanidad.
Confucio valoraba esto más que la vida misma. Era más importante que el fuego y el agua. Para Confucio el amor a la humanidad era la moralidad más elevada. Haciendo posibles todos los demás valores éticos.
Confucio dijo: Todas las acciones del hombre deben ser encarnadas en él, de lo contrario son inútiles. Esto nos lleva a que el hombre debe tener compasión por el otro.
Para Lessing el ser humano más compasivo era también el mejor, pues está dispuesto a actuar sobre la base de todas las virtudes civiles y demuestra todas las formas de generosidad.
Se dice que Confucio nunca satisfizo el hambre al comer junto a un hombre de luto, ya que no quería desfrutar de su comida cuando otros sufrían. Asimismo, Confucio estableció la importancia de que un Estado cultive el amor de su pueblo hacia la humanidad.
La analogía con el presente es obvia y no requiere comentarios.
La incorporación decidida por Trump abre puertas de esperanza a terminar con el cáncer de la geopolítica, concepto británico creado por Halford Mackinder, y gran responsable de las guerras.
Xi Jinping llama a la Nueva Ruta de la Seda “una comunidad para el futuro compartido de la humanidad”
Que así sea.
Sin tapujos
Marcelino Lastra Muñiz
mlastramuniz@hotmail.com
PD: Os dedico pura sensibilidad. El Capricho árabe de Tárrega ejecutado por Andrés Segovia.
Bonita y realizable utopía, cuyo impulso si es ejercido por China y EEUU puede ser beneficioso para los países implicados.
Esta mañana he oído que China podría crear un centro de Medicina tradicional en Hospitalet con una inversión de más de 80 millones de euros.
La reciprocidad es el primer criterio de referencia en los compromisos internacionales.
Sin embargo, China debería cumplirlo con mayor celo. China desea comerciar con y en el exterior, pero sigue siendo muy proteccionista con los factores de producción, explotación y comercio que emplea. Emplea a su propio personal, financia sin participación de entidades extranjeras, y respeta mal las normas de propiedad intelectual e industrial.
China es muy agresiva y necesita expandirse en el exterior si no quiere tener problemas internos. Tiene una grave crisis inmobiliaria que a la vez lo es de su incipiente clase media. Y las desigualdades sociales siguen siendo muy visibles. Graves contradicciones internas en un Estado nominalmente comunista y afectan a su legitimidad.
El «Siglo de China» comenzó el 12 de marzo de 2015 cuando el Reino Unido entró, como socio fundador, en el Banco Asiático de Inversión en Infraestructuras (AIIB).
Este hecho señaló el final del siglo americano y supuso la llegada del Nuevo Orden Mundial chino.
La decisión del Reino Unido fue una carga de profundidad en uno de los pilares más inamovibles de la geoestrategia mundial desde la Segunda Guerra Mundial: el eje anglo-americano.
El AIIB es la primera institución multilateral de lucha contra la pobreza y coordinación económica en la que EE.UU. no está representado y, encima, controlado por el rival estratégico de Washington: Pekín.
Como contrapartida, EE.UU. trata de crear, con mucho esfuerzo y poco éxito, su TPP (Asociación Transpacífica).
El presidente de China, Xi Jinping, con su plan económico para el mundo y con su lema «One Belt, One Road», está dando el último paso en la economía de China como una potencia global.
Aunque hay algunas sombras. Por ejemplo, el sistema educativo en Pakistán ha introducido lecciones de mandarín obligatorias para todos los estudiantes a partir de 8 años y hasta la Secundaria.
El dragón dormido, finalmente, ha despertado y debemos estar preparados para hacer frente a esta nueva bestia rugiente.
Xi Jinping y Putin son defensores del libre comercio en contraposición al ideario que defiende Donald Trump.
El Nuevo Orden Mundial chino podría ser mucho menos transparente, más destructivo con el Medio Ambiente y menos respetuoso con los derechos laborales que el Viejo.
Mientras tanto, cautela y prudencia.
Como decía Françios de La Rochefoucauld, «la gratitud de muchos no es más que la secreta ‘esperanza’ de recibir beneficios nuevos y mayores»…
«Xi Jinping y Putin son defensores del libre comercio». Y defensores de la palabra de Cristo y el matrimonio gay respectivamente.
El pasado 17 de enero de 2017, el presidente chino Xi Jinping ofreció una vigorosa defensa de la globalización y el libre comercio en su discurso ante el Foro Económico Mundial de Davos.
Xi Jinping es el líder del mayor partido comunista del mundo que fue a la principal reunión capitalista para predicar las virtudes de la globalización.
Por otro lado, en la cumbre Rusia-UE del pasado 28 de enero de 2014, Putin expuso la idea de crear una zona de libre comercio entre la UE y la Unión Aduanera.
Mientras tanto, Trump se encierra en sí mismo renunciando a tratados comerciales y levantando murallas entre fronteras.
Este es el panorama…
Defender el libre comercio es defender la libertad. No confundamos la defensa de intereses con la defensa de la libertad; mucho menos hablando de Putin o del líder del mayor y más poderoso partido comunista del mundo. A ver, Charles, tú que todo lo sabes, ¿puedes ir a China e instalar tu empresa o ti fábrica con total libertad, o hay que pagar el «impuesto revolucionario» al Partido, por poner sólo un ejemplo?
Reciprocidad que China no aplica. No es buen socio.
Nos ciega el número de consumidores de su mercado, pero la verdad es que lo catamos poco los occidentales.
Ellos en cambio…
Se han apropiado de la industria manufacturera de Occidente.
Elegir un sistema económico es elegir una base ideológica.
Para ejemplificar, el sistema económico socialista está representado por China, Rusia, Venezuela y Cuba.
El sistema económico mixto tiene a representantes como México, Japón, Francia, India, Alemania, Sudáfrica y Costa Rica.
Mientras tanto, el sistema económico capitalista tiene a sus máximos exponentes en Australia, Suiza, Colombia, EE.UU. y Canadá.
Ya sabemos que, en China, por ejemplo, las instituciones políticas dictan cómo y a quién se le permite entrar en el país y con qué tipo de negocio puede empezar.
Por otro lado, en México, por ejemplo, se lleva a cabo un equilibrio entre el liberalismo y el socialismo que permite que empresas extranjeras se asocien con PEMEX, por ejemplo, para extraer y vender petróleo y sus derivados.
Yo creo que, si nos basamos en el principio de equilibrio, lo mejor es una economía en donde exista el mercado e intervenga el Gobierno a favor de la distribución de ingresos.
Una economía mixta, ya que dará la libertad para actuar en el mercado a los individuos, mientras tanto, buscará que la sociedad no se vea afectada y sea beneficiosa para todos…
Una muy buena noticia es la asistencia de España a la cumbre convocada por China en Pekín para tratar sobre esta nueva Ruta. Al frente de la delegación española está el propio Rajoy. Más allá de las opiniones sobre su persona, la decisión de encabezar la representación del gobierno de España ha sido acertada, pues refleja el interés estratégico de la iniciativa china.
Agradezco el artículo. He de reconocer mi desconocimiento sobre este proyecto. Algo había oído pero, o no le había prestado atención, o la información en los medios de comunicación ha sido muy escueta y superficial.
La información ha sido dada a cuentagotas. No sé si después de la asistencia de Rajoy al Foro sobre «Una franja, una ruta», en China, de desbloquee el racionamiento informativo.