Caballero aboga por trasladar la intervención educativa con menores en riesgo de exclusión social a la calle

Eusebio Gª del Castillo Jerez.- ‘El arte de educar a un dragón’. Con este eufemismo fantástico se refería Miguel Ángel Caballero, coordinador del Área de Compensación Educativa de Granada a la intervención educativa con menores en riesgo de exclusión social. Era título de la ponencia que este doctor en Pedagogía y criminólogo ofrecía ayer en el Antiguo Casino de Ciudad Real, en el marco de las Jornadas formativas ‘Convivencia, desafíos educativos y buenas prácticas’, de la Asociación Profesional de Orientadores/as en Castilla-La Mancha (APOCLAM).
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Caballero hacía hincapié en que la intervención educativa “no se puede llevar a cabo desde un despacho, sino en la calle”. Su coche, decía, es su oficina. Trabajar con este alumnado requiere, advertía, una gran implicación.  “No hay hora ni fines de semana”. Se requieren ideas y personas alternativas, muy cercanas, que estén con ellos en las duras y en las maduras, y que establezcan límites educativos muy claros.

Alumnado señalaba, que no solo se encuentra en centros de zonas marginales. En los normalizados, “si rascas un poquito aparecen chavales con mochilas muy duras a sus espaldas”. Son dragones, afirmaba, “con sus cosas buenas y malas”.miguel angel caballero 1

En Andalucía, apuntaba, existe un gran número núcleos de marginalidad y pobreza extrema, donde el nivel de delincuencia “es tremendo”. La intervención educativa no se puede plantear igual en esas zonas que en el centro de la ciudad. “Hablamos de discriminación positiva, sí –recalcaba-, al que menos tiene hay que darle más y las oportunidades tienen que ser mayores”.

Para trabajar con estos menores el primer recurso es la aproximación. “No se puede hablar de educación de puertas abiertas cuando los chavales vienen a tu realidad, sino que eres tú el que tiene que salir a su entorno y su ambiente”, explicaba. Asimismo, remarcaba, es necesario conocer bien el perfil del menor, “cuáles es su idiosincrasia, sus problemas, su realidad cultural, y en eso intervenir”. Ello significa, matizaba, conocer sus aficiones, sus gustos, miedos, debilidades y fortalezas.

Por otra parte, Caballero recomendaba  establecer proyectos duren el tiempo y que sean creativos; “proyectos que prometan a los chavales un cambio social pero no basado en cosas ficticias”. La escuela tiene que ser de color naranja (“de la alegría, del optimismo y el futuro”) y no rígida, con un currículum establecido.

Además, advertía, trabajar con estos menores implica enfrentarse a situaciones muy dolorosas, pues “muchos se quedan en el camino, desaparecen e incluso mueren”.miguel angel caballero 3

Por último, abogaba por establecer políticas educativas “en un la delgada línea roja”, que no sean estrictas, sino interpretables, para poder acercarse a esta realidad. “Si un chico de quince años abandona los estudios y quiere volver a los diecisiete, es muy difícil que se reenganche al sistema con los mismos parámetros de cuando lo dejó”, ponía como ejemplo. Es fundamental, subrayaba, que puedan recuperar el horizonte laboral y el de integración social.

En todo caso, remachaba, se debe trabajar conjuntamente la realidad escolar, sanitaria, de asuntos sociales y la laboral. “Hay que hacer una apuesta fuerte, de lo contrario todo el trabajo se convierte en humo”.

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2 COMENTARIOS

  1. Ya sabemos que la educación es la herramienta más poderosa para romper el ciclo de transmisión de la pobreza de padres a hijos.
    Uno de cada tres niños en España está en riesgo de pobreza o exclusión social y sólo el 7% de los niños en nuestro país es rescatado de la pobreza a través de las ayudas sociales, frente a un 32% en Irlanda, por ejemplo.
    Garantizar el éxito escolar de los niños y niñas en riesgo de pobreza o exclusión social es la mejor estrategia para asegurar su desarrollo…

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