La psicóloga clínica Inma Puig se ha especializado en gestionar el éxito. Lo hace desde la Escuela Superior de Administración y Dirección de Empresas (ESADE) con equipos deportivos y también como responsable de Relaciones Humanas y gestión de la emociones en el restaurante El Celler de Can Roca.
Allí conoció a Josep Roca, con quien ha emprendido un viaje enológico y psicológico que ha culminado en “Tras las viñas”, un libro que desvela el alma de los vinos y que le ha valido su reconocimiento como Embajadora del Vino en esta edición de FENAVIN y que presentará junto a Roca en la feria, el 10 de mayo a las 12.
Pregunta-. ¿Cómo le da a una psicóloga por embarcarse a escribir de vino?
Respuesta-. A raíz de haber tenido el privilegio, porque considero que es un privilegio, de visitar la bodega del restaurante El Celler de Can Roca de la mano de Josep Roca. Descubrí que detrás de una copa de vino hay un mundo maravilloso. Para mí, antes de esta visita, una bodega era un lugar oscuro y húmedo en el que únicamente se podían ver botellas colocadas horizontalmente, pero después de la visita tuve consciencia de que detrás de una botella de vino, hay personas. Y como profesional de las personas y quizás por deformación profesional empecé a preguntar a Josep al respecto. Sus respuestas despertaron de tal manera mi curiosidad que al pedirle bibliografía acerca de las personas que hacen vino su respuesta fue que no había y su propuesta fue que podíamos escribirlo juntos; él, como sumiller, cataría los vinos y yo como psicóloga, las personas.
P-. Aunque ya hay mujeres que han escrito su nombre entre los grandes del negocio del vino, ¿a este mundo le sigue faltando un poco de esencia femenina?
R-. Durante los casi cuatro años que para escribir “Tras las viñas” hemos estado viajando por todo el mundo, he podido constatar que la presencia femenina es más grande de lo que parece, tanto en número como en peso en las decisiones. Pero en cuanto a la visibilidad, no es así. Podríamos decir que en el mundo del vino sucede lo mismo que en cualquier otro ámbito empresarial, no es que la mujer no esté, está pero no se la ve.
P-. ¿Qué es lo que más le ha impactado de esos viajes que sirvieron de mimbre para el libro que ha editado junto a Josep Roca?
R-. La pasión que ponen los profesionales del mundo del vino en lo que hacen, el respeto por lo que han hecho las generaciones anteriores y la generosidad en compartir conocimientos, ilusiones y proyectos.
P-. ¿Tiene algún recuerdo personal asociado inseparablemente al mundo del vino?
R-. El recuerdo de ir de pequeña acompañando a mi padre a una bodega cercana a nuestra casa a comprar vino a granel. Escuchar la conversación de mi padre con el bodeguero acerca de dónde era el vino y cómo era aquel año, las mezclas que hacían para según ellos mejorarlo, la precisión y la habilidad con el grifo del tonel que tenía el bodeguero, jamás vi caer una sola gota de vino al suelo. Todo ello envuelto en una atmosfera con poca luz y el inconfundible olor a vino.
P-. ¿Qué supone para usted el reconocimiento como Embajadora de Vino en esta edición de FENAVIN?
R-. Para mí es un honor, una satisfacción y un orgullo.
P-. ¿Qué opinión le merece la feria?
R-. FENAVIN es un ejemplo claro de que cuando se hacen las cosas bien todo el mundo sale ganando. La verdad es que estoy absolutamente impresionada por la organización, los asistentes y la dimensión de la misma. ¡Felicidades y gracias por hacerla posible!