El agradecimiento más formal se recibía no hace mucho a modo de diploma como ‘Sembradores de Paz’. La satisfacción fue ya en el primer momento. Desde Villamayor de Calatrava y Almodóvar del Campo hasta los campos de refugiados en Alepo. Del más sincero sentimiento solidario de unos niños en España, a la esperanza en una paz por la que claman tantísimos inocentes menores de edad en Siria. De corazón a corazón como alivio ante tanta sinrazón.
Así se puede sintetizar la fraternal acción que meses alcanzó a toda España y en la que, junto a tantísimos otros, se embarcaron los alumnos de los tres últimos cursos de Primaria de dos colegios públicos de localidades vecinas, el ‘Inocente Martín’ churriago y el ‘Maestro Juan de Ávila’ almodovareño. Su enlace, la profesora que imparte Religión en ambos centros, Nieves Albuger, que es también voluntaria de Radio María.
La emisora, junto al semanario ‘Alfa y Omega’, con la colaboración de la ONG Ayuda a la Iglesia Necesitada, organizaban de cara a la pasada Navidad una acción por la que los escolares del país tenían la ocasión de felicitar dichas fechas a sus homólogos que sobreviven en los campamentos sin perder la ilusión que todo niño abriga en su interior. Por encima de la felicitación en sí, lo que de verdad contaba es que los pequeños sirios fueran conscientes de que muy lejos de allí había otros de su edad que los tenían también muy presentes. Que no eran invisibles en su padecer.
“En clase -refiere la maestra- estos niños lo han hecho con un cariño tremendo, unas cartas preciosas, algunas traducidas incluso al inglés y también se hicieron unos dibujos que dejaban el vello de punta”. Fue antes de las vacaciones navideñas. El argumento introductor para animar a los escolares a hacer la felicitación estaba basado en información aparecida en los medios de comunicación.
Y fue algo tan sencillo como “decirles que tenemos unos amigos en Siria de nuestras mismas edades y lo están pasando mal, qué les contaríais sabiendo que allí hay guerra y que sus padres, posiblemente no estén ya con ellos por haber muerto o resultar heridos, donde no hay colegio y les atienden unos misioneros que, por amor al Señor, están ahí, no se han ido”.
De esta manera, a cada alumno se le hizo ver que tenía su ‘alter ego’ en los campos de refugiados, “quedando todo ese sentimiento plasmado en dibujos y cartas; alguno, incluso, confeccionó un belén ingenioso pegando trocitos de diferentes materiales al papel de la carta”, explica Albuger. La empatía que normalmente existe a esas edades facilita labores de este tipo y, de hecho, nuevamente “han respondido muy bien”.
No sin haber “rezado lo que decía el Papa” en torno a estos sirios huidos de sus hogares, finalmente emanaron de los dos colegios en los que imparte Nieves la asignatura en la que también se ahonda en los valores humanos, unos 120 trabajos; 90 en Almodóvar del Campo y 20 en Villamayor de Calatrava.
Luego, con urgencia y vía mensajería, todas estas tan personalísimas felicitaciones recalaban en Madrid. Allí, las gentes de Radio María y del programa ‘La hora feliz’ los recopilaron junto a los llegados desde el resto de España, para enviarlos a dos misiones que prestan servicio de entrega en aquellos campos, una de salesianos y otra de maristas. Estuvieron en su destino de Alepo, cual regalo de Reyes Magos, el único por cierto que recibieron los pequeños refugiados sirios, en vísperas del 6 de enero.
Así se lo hacían saber a todos los participantes en esta acción el marista George Sabé, en una carta de respuesta de agradecimiento remitida poco después a los medios de comunicación que tuvieron la iniciativa y cuya copia fue reenviada a cada colegio junto con el diploma correspondiente de ‘Sembradores de Paz’.
“Nos contaba el misionero que les dijeron a los niños sirios que unos niños españoles se habían acordado de ellos y nos dio una noticia tan importante como que el 24 de diciembre cesaron de escucharse bombardeos en el campamento y hasta el día de la fecha de la carta aún no habían vuelto”. Una circunstancia que “les había vuelto a dibujar las sonrisas en sus rostros, estaban más relajados porque no se oía algo que era su soniquete y cantinela en su vida diaria”.
Una carta de respuesta con la que los escolares a los que Nieves da clase “se pusieron muy contentos, más incluso al saber que allí habían cesado los bombardeos que era algo que les causaba también buena parte de su sufrimiento. El misionero decía que gracias a vosotros, los niños de Alepo han tenido regalo de Reyes”.
Por desgracia, día sí, día también, siguen llegando informaciones de desgracias humanas en ese conflicto bélico. Las mismas que se repiten en tantas otras guerras como asolan a una parte importante de la especie humana en otros tantos lugares del planeta. Pero ante tanta destrucción y lágrimas hay hueco a la esperanza por la paz, la que hoy siembran con gestos como el aquí relatado quienes, en el día de mañana, tendrán la ocasión de parar tanta locura y afear a quienes, pudiendo hacerlo hoy mismo, no lo hacen.