El mediodía de ayer he comido con un antiguo compañero de colegio. Hacía tiempo que no sabíamos el uno del otro. Me encontró a través de las redes sociales. Quedamos en Madrid. Muy cerca del Museo Reina Sofía. A tiro de piedra de la estación de Atocha para apurar el tiempo de nuestro reencuentro. Yo regresaría después a Ciudad Real; él cogería el tren hacia Zaragoza.
Para el artículo carece de interés quién estaba más gordo o presumía de mejor cabellera. Dejemos que el método aleatorio rescate momentos de la conversación: Los de cierto interés general.
Se llama Jesús. Es periodista de investigación, de pura raza.
-Se acabó la libertad de expresión –me dijo en un momento de la charla.
-Sí, es un asunto del que se habla mucho y, de tanto hablarlo, no se le da la importancia debida. Por un lado, uno se lo cree y, por otro, le parece imposible de creer. Al final, seguimos actuando como si no pasara nada –fue mi respuesta.
-Efectivamente. Hay momentos lúcidos en que pareciera que la gente levantara la cabeza para preguntarse seriamente qué está pasando, seguidos de otros donde la cabeza regresa a su punto de partida renunciando a buscar más allá de las baldosas del suelo que pisa.
-¿Qué observas, Jesús? Nadie mejor que tú puede saber lo que sucede
-pregunté.
-La muerte del espíritu crítico –respondió
-La palabra muerte es muy lapidaria, ¿no crees?–repliqué.
-Dejémoslo en agonía. La agonía del espíritu crítico –remachó.
-Si no entiendo mal, tu análisis sobre el peligro de la libertad de expresión lo vuelcas en la falta de espíritu crítico de la gente, de los lectores…..Yo pensé que el principal problema estaría en las presiones sobre los medios para que callaran unas informaciones e hicieran hincapié en otras.
-Eso siempre ha existido. El ejercicio de la profesión nunca ha sido libre, pero había un cuerpo social ávido de verdad. A veces se le engañaba. Sí, aceptémoslo, los medios han engañado, deformado y manipulado. Aún así, la gente demandaba verdad. Ahora no.
-Y ¿qué demanda ahora la gente? –interrogué.
– Información que refuerce sus ideas preconcebidas.
-Me imagino que eso tampoco será nuevo –dije.
-No, pero nunca como ahora. Todo se ha intensificado. Te pongo un ejemplo ¿Recuerdas a Paracelso, el gran médico y alquimista suizo?
-Claro –afirmé.
-Decía que nada es veneno y todo es veneno dependiendo de la dosis. Bien. El sectarismo del que te hablo, ese que busca ante todo reforzar sus ideas sin importarle su certeza o no, ha existido antes -yo lo he vivido en mis más de treinta años de profesión- pero nunca con la dosis de hoy en día. Es la cantidad de esta dosis actual la que ha convertido al sectarismo en veneno. Y este veneno es el que está matando al pensamiento crítico, arrastrando de paso a la libertad de expresión.
-Jesús, me impacta la seguridad con la que hablas. Me parece peligrosísimo lo que dices. Has colocado la pelota no en la maldad de los poderosos ni en la hipocresía de los medios, la has puesto en el tejado de la ciudadanía.
-En su estupidez, querido amigo. Para no ser demasiado cruel, me incluiré también: En nuestra estupidez.
-¿A qué achacas este aumento desmesurado del sectarismo, más allá de una estupidez demasiado generalizada? –pregunté inquieto.
-A la propaganda. Técnicamente nuestros regímenes no son autoritarios, ¿para qué, con una propaganda incesante y cotidiana encargada de moldear nuestra concepción del mundo a la medida del Centro Profundo?
-¿Centro Profundo? –interrogué.
-Sí, el Centro Profundo, la cabeza del pulpo. Lo que acertamos a ver son algunos tentáculos. A un pulpo no lo matas atacando a sus tentáculos. Tienes que ir a la cabeza –Jesús se explicó.
-Nunca había oído esa denominación: Centro Profundo –comenté.
-¿Te gusta? –Jesús sonrió al preguntarme.
-Me parece más certera que otras, más contundente –respondí.
-¿Por qué somos tan dóciles a la propaganda?
-Nos aterraría conocer los desmanes que se cometen en nombre de los valores que nos han hecho creer que son supremos y de sus etiquetas ideológicas
-¿Por ejemplo? –pregunté.
-Los derechos humanos, sin ir más lejos; o la democracia. O, si prefieres, de las mentiras de las ideologías dominantes y sus concepciones de la igualdad o la libertad. No se quiere reconocer nada al que consideramos contrario ideológico. Si un afín y un contrario razonaran exactamente igual sobre un asunto controvertido, al afín se le escucharía, aún a regañadientes, al contrario se le descalificaría de inmediato.
-Pero eso es una barbaridad intelectual –remarqué.
-Y una necedad, querido amigo. Pero vivimos en plena conjura de los necios y en medio de la revolución de las masas, donde la necedad masificada ha optado por no buscar la verdad. Y claro, el Centro Profundo no cabe en sí de gozo. Ha conseguido que hablemos sin razonar. Y, lo que es peor, que prime la descalificación. De esta forma, el intercambio verbal tiene como único fin la derrota del otro, no la búsqueda de un punto de encuentro.
-Jesús, eso es lo que siempre se ha llamado diálogo de besugos –nos reímos mientras nos servían el postre.
-Efectivamente, somos besugos, la meta buscada por el Centro Profundo.
-Dime una cosa, tú que te mueves con soltura por determinadas profundidades, ¿cómo ves la situación política? –mi antiguo compañero de colegio movió la cabeza de un lado a otro, tomó un sorbo de café, me miró, dejó la taza sobre el plato haciendo juego y continuó hablando.
-Nuestros políticos son besugos obedientes. Rajoy es el besugo de mayor peso. Una pieza apetecible para cualquier pescador; no por sus luces ni porque mande. Rajoy se limita a hacer lo que le mandan. Es apetecible por ser el de mayor rango, nada más. A los besugos les gusta eso del rango ¿El resto?, a jugar su papel de besuguines, no por ser más infradotados, no. Como te dije, es solo cuestión de rango.
-Jesús, dime una cosa…:
¿Y nosotros qué somos?
Sin tapujos
Marcelino Lastra Muñiz
mlastramuniz@hotmail.com
PD: Os dedico unas Alegrías del gran Sabicas
https://www.youtube.com/watch?v=nKuKdvXxyXI
Idiocracia.
Nunca como hoy el Poder Establecido había tenido tanto poder de manipulación. La televisión, los medios audiovisuales, la tecnología… les han permitido aborregar y lobotomizar a la práctica totalidad de la población.
Pero vamos, eso es lo que hay.
A mí me preocupa todavía más que los que de alguna manera han resistido el lavacerebros, aunque sea parcialmente, sean incapaces de actuar en coherencia con esta realidad, que sean incapaces de adaptarse a las circunstancias actuales, que sigan actuando ineficazmente haciendo lo mismo una y otra vez… y que sigan sosteniendo el Régimen -antidemocrático- con sus votos a los partidos políticos, con su colaboración con los partidos, o, en el mejor de los casos, con su inacción o silencio.
Te doy toda la razón. Yo no se que tiene que pasar para reaccionar. Quizá sea el miedo a la falta de alternativas claras porque buscamos la salida en «mismos perros con distintos collares» y hay que crear otra cosa. Cada vez estoy más convencida que no es solo una crisis del Régimen del 78. De ser así, nada más se daría en España. Es una crisis muy honda. Si dejamos que las alternativas surjan de las formaciones políticas nada conseguiremos. Con diferentes nombres, son marcas de maquillaje y poco más. La sociedad civil debe tomar la iniciativa. Los partidos ya no son representantes de la sociedad, son superestructura, pura y dura.
Coincido en desconfiar de los partidos (más aún de los de siempre, desde mi punto de vista) pero solo desde un ppartido se puede cambiar la estructura poco democrática que impera en España.
Claro, y ese partido único, jejeje, es Podemos.
No, desde un partido, no se puede. Existen para eso, para impedir la democracia.
Sólo desde la acción directa se puede conseguir una democracia.
Y es precisamente porque no hacemos nada, porque dejamos que otros nos gobiernen, por lo que no la tenemos.
http://ciudadanoenblanco.blogspot.com.es/2014/07/partidos-politicos-democracia-error.html
Gonzalo, para cambiar cualquier cosa hay que cambiar la ley
¿Como cambia usted la legislación necesaria para alcanzar la democracia real si no es desde un partido que obtenga la mayoría necesaria para hacerlo?
¿Como establece en nuestro ordenamiento jurídico la obligación de que el pueblo deba ser consultado para poder ejercer la soberanía?
¿Como establece que el pueblo pueda presentar iniciativas a consulta de los demás?
Y sin todo lo anterior ¿Como puede el soberano cambiar la legislación?
Saludos
Las leyes también se pueden cambiar desde la calle.
Primero, construyendo tu propio Sistema.
Tus propias redes de agua y alimentos a nivel local/mancomunado (soberanía alimentaria), tu propia generación de energía, tus propios centros educativos (educación libre)… y con el tiempo… incluso tu propia policía y justicia civil o tu propio Sistema Sanitario.
Actuando colectivamente, claro, individualmente no tenemos ninguna fuerza.
Y por el camino, presionar -cuando se pueda, lo que se pueda- a la clase política para que estorben lo menos posible. Desde la calle. Metiéndoles miedo. Rechazando su Sistema político antidemocrático. Deslegitimándolo.
Pero no esperemos que los partidos nos traigan la democracia. No están ahí para eso, sino para todo lo contrario.
Y claro, teniendo bien presente que tarde o temprano habrá que recurrir a la desobediencia civil.
Los partidos nunca han sido representantes de la sociedad, siempre han sido herramientas de la clase dominante, su razón de ser siempre fue evitar que la sociedad civil tuviera poder real.
Ese oxímoron de «democracia representativa» ha sido y es el mayor engaño de los últimos 200 años.
http://ciudadanoenblanco.blogspot.com.es/2016/02/los-videos-que-no-te-puedes-perder.html
Hasta para cambiar eso debe usted cambiar primero la legislación que lo regula.
Eso no va a ocurrir.
Los partidos sostienen al Sistema, y se sostienen en el poder, amparados en la masa de votantes, que, precisamente por la falta de espíritu crítico, suponen una mayoría de votos garantizados.
La democracia no nos la va a conceder nadie. Hay que construirla. Barrio a barrio. Pueblo a pueblo.
Y llegado el momento, imponerla -e imponer la legislación correspondiente-.
Contra los políticos, los partidos y el Sistema, que siempre, siempre, van a estar en el otro bando. Impidiéndola.
Se acabó la libertad de expresión para las masas. En eso os doy la razón a ti y a Gonzalo.
Pero, entre toda la maraña de manipulaciones que hay en los mass media y las redes sociales, hay ejemplos como Público o CTXT donde se pueden leer cosas muy interesantes.
De hecho, ahora es noticia que a la periodista Ana Pardo de Vera le han llegado amenazas gravísimas por parte de altos cargos de la policía por contar la verdad.
La pena es que, la Asociación profesional que debía defenderla, y que está llena de paniaguados, se ha callado para poder seguir mamando de la teta…eso sí, puso el grito en el cielo contra Podemos en su día por quejarse de manipulaciones…para variar…
Por otro lado, Tuiter es un sitio donde -tras una buena selección- encuentras a gente que cuenta historias que merecen la pena. Historias que te hacen pensar…
Es cuestión de esforzarse, y ahí de nuevo tengo que darle la razón a Gonzalo. La masa no se esfuerza, se deja llevar…hasta que el quejío no sirve para nada. Es más fácil ver a Bertín Osborne que leerse un artículo de Gerardo Tecé.
Así es que, echad un vistazo ahí fuera.
Coincido en que muchos españoles no están acostumbrados a ser ciudadanos de pleno derecho y se dejan llevar por las ideas que refuerzan las suyas previas y por sus respectivos partidos, especialmente los mas mayores, educados en el franquismo, pero creo que la única forma de romper eso y conseguír ciudadanos más críticos es haciéndoles plenamente participes, soberanos…. Otra cosa es que eso les convenga a la mayoría de los partidos políticos.
La participación ciudadana no conviene a ningún partido político. Precisamente los partidos existen para ejercer la representación, esto es, para que los ciudadanos no tomen decisiones. Ya las tomarán los políticos profesionales por ellos.
Representación es incompatible con democracia. Es lo contrario. Siempre lo fue, hasta que nos colaron el timo de la estampita.
Podemos seguir toda la vida pidiéndole peras al olmo, que nunca nos las dará. No es un peral. No puede salir democracia de la representación, de los partidos.
http://ciudadanoenblanco.blogspot.com.es/2014/06/democracia-representativa-vs-democracia.html
En el referéndum municipal de Madrid se han tomado decisiones con un reducidisimo voto del censo electoral, y por tanto con una legitimidad muy cuestionable.
El proceso ha sido muy caro.
La democracia directa tiene altos costes económicos y de eficacia, es deficitaria en legitimidad y constituyen una herramienta populista.
Sólo en censos reducidos (Ayuntamientos pequeños) puede ser posible, eficaz y barata.
Me quedo con el modelo de representación indirecta de distrito único y listas abiertas, o el anglosajón.
Sólo hay que ponerse a pensar, amoldar el ideal a las limitaciones reales puede acabar en imposiciones nada deseables.
Lo hecho en Madrid es un auténtico disparate, se ha querido incluso fijar el programa cultural por plebiscito con la natural sublevación de los responsables de cultura frente a Celia Meter, y la oposición de la propia alcaldesa.
Si la reducida participación la realizan los hooligan porque el resto del censo tiene derecho a pasar de votar cuestiones menores, delega la decisión en técnicos o políticos, con ello no existe democracia, sino imposición de minorías activistas.
Y eso, es intolerable.
Y eso lo saben perfectamente los de Podemos, lo llaman ellos democracia, y en absoluto lo es. Porque la democracia debe de dotarse de legitimidad, es decir, de grados de participación considerables. Muchos países lo establecen o multan por no votar.
Aquí no vamos a inventar nada.
El referéndum municipal de Madrid ha sido una experiencia puesta en marcha por partidos políticos, con lo cual cabe esperar que, desde un punto de vista de la participación, la democracia, y hasta de la eficiencia, haya sido una gran boñiga.
Lo cual no quiere decir que la democracia -directa- no sea la mejor opción. La única opción.
Sencillamente, la democracia la tenemos que construir los ciudadanos, directamente, al margen y por encima de los partidos -que están ahí para impedirla-. Haciendo una chapuza de experiencia participativa, por ejemplo.
Y puestos a conformarse, prefiero la experiencia de Silla, Valencia.
http://ciudadanoenblanco.blogspot.com.es/2016/04/participacion-ciudadana-la-vista.html
Que se queda muy, muy corta.
Y para evitar que los políticos solo pregunten por las cuestiones que ellos quieran, deberían someterse a consulta todas las propuestas de los vecinos que superen un número determinado de firmas de electores de su respectivo ambito territorial, dentro de sus competencias (municipales, autonómicas o estatales).
Así se evitaría que no consulten lo que saben que van a perder o no quieran consultar.
Saludos y gracias de nuevo.
Muchas Gracias Gonzalo. No conocía esa consulta que has enlazado. Creo que es un gran ejemplo que debería seguirse en todos los municipios y comunidades autónomas de España. También a nivel estatal.
La desaparición del diario Lanza es un ejemplo más de lo que nos espera. No me gustaba Lanza; era tan mentiroso como La Tribuna o más, pero siempre he preferido dos mentirosos, que se pueden contradecir, a uno solo, como al parecer va a ocurrir. La libertad se ha cobijado en Internet, pero aparece diluida por, tal y como dices, la monstruosidad de su tamaño, que hace imposible orientarse en el caos, sobre todo a la gente pobre que no puede sufragarse el medio o menos instruida que solo va en busca de gatos, música, películas y demás disolventes del criterio, así como por los intereses de unas pocas compañías, mediatizadas por la búsqueda del mero provecho económico en vez del ético, moral y simplemente humano.
Yo también pienso que el antídoto contra la manipulación es la contradicción de ideas. No atender únicamente una misma fuente de información.
Si algún día los españoles deben decidir en asuntos concretos ya procurarán informarse mejor. Es el efecto de la responsabilidad.
Por cierto, hoy la Audiencia Nacional juzga a Cassandra, la tuitera que hizo chistes sobre Carrero Blanco.
Ayer la fiscalía le rió la gracia a Hernando, el hater del PP que dijo lo de que «algunos solo se acuerdan de sus padres cuando hay subvenciones».
Una blasfemia más. Resulta curioso que se ocupen tanto de las blasfemias contra Dios y tan poco de las blasfemias contra la dignidad humana. En España hay pocas cosas sagradas; una de ellas es Franco, que es intocable. En El Valle de los caídos (ya sabemos por quién y por qué) hay una cruz gigantesca y debajo de ella un hombre muy pequeñito, pero lo que es sagrado no es la cruz, sino el minúsculo individuo que hay debajo. Que el tamaño no os desoriente.
Lo llaman democracia, y nunca lo fue.
Magistral artículo cuyo contenido destaco en este aspecto:
-Y ¿qué demanda ahora la gente? –interrogué.
– Información que refuerce sus ideas preconcebidas.
En esta cultura de confrontación, realidad latente, no hay espíritu de diálogo, pero sigue habiendo suficiente libertad para exponer gracias a las redes sociales y foros de opinión las propias ideas. El problema es que la tendencia es buscar el medio de comunicación y los interlocutores con semejantes ideas, y eso empobrece el conocimiento de la realidad.
Porque de esto se trata, el conocimiento de la realidad. En Occidente contaminamos la realidad con nuestras ideologías, y pretendemos adaptar aquélla a ésta, y eso marca una tendencia a situarse en posiciones intolerantes y totalitarias.
Es tal la cultura de confrontación, que Occidente padece una crisis de tolerancia. Tolerancia no es admitir indiscriminadamente lo distinto, pues eso acaba en relativismo. Para mí significa tolerar lo incluyente y descartar lo excluyente.
Existen puntos coincidentes entre todos (desde valores comunes de justicia hasta diagnósticos certeros de la realidad), pero creo que la concordia es contrasistema. En el divide y vencerás muchos imponen sus intereses.
Tolerar ha de significar que asumimos con naturalidad que el distinto pueda quizás llevar razón y por eso lo aceptamos.
Y no se puede tolerar las posturas intolerantes. Los discursos adelocen de gran carga emocional y de una escasa fundamentación racional. Eso redunda en que al final busquemos aquello que refuerce nuestras ideas preconcebidas.
Existe un exceso de información (muchas respuestas) y un espíritu receptor escasamente dotado de sabiduría (que no se pregunta). Asistimos a un cambio de época, que caracterizaría como deshumanizado.
A falta de espíritu de diálogo, sólo nos queda la dialéctica.
http://www.periodistadigital.com/religion/opinion/2017/03/20/crisis-de-tolerancia-en-occidente.shtml
No le entiendo, señor. ¿Puede extenderse un poco más, para aclarar las cosas?
Lo siento, no puedo ser tan simple. Manejo muchas variables.
Una de las asignaturas pendientes del sistema educativo español es la de enseñar pensamiento crítico a los alumnos para que sepan analizar una información y puedan plantearse cosas básicas.
En nuestro país, todo parece indicar que, para estimular el espíritu crítico, basta con componer un «rap»…
Es una entrevista inacabada. «la necedad masificada ha optado por no buscar la verdad….» , y tanto!! Las redes sociales han dado alas a tanto palurdo cobarde que esconde su basura sin contenido tras ellas. Se ha perdido la cordura, la razón, el estilo, todo vale. Cualquiera escribe sin pudor, nadie cuestiona su inteligencia protegida por el anonimato, no importa el fin mas que en conseguir partidarios, en eso se erigen líderes sectarios que aglutinan seguidores sin cabeza.
Yo no sería tan negativo. Si bien las redes sociales son coto privado de caza para esos «palurdos, trolls», no son al 100% un sitio para conseguir adeptos.
Lo bueno de algunas redes sociales es que, además de elegir a quién lees, tienes la opción de bloquear a quien no quieres leer, ni que te lea.
Es verdad que cualquiera escribe, pero es la base de la democracia.
Yo siempre digo lo mismo, a las web o individuos que van en contra de la legalidad, la ética o la educación, bloqueo al canto si se puede y, nada de clicks.