Aurelia Sánchez Navarro. Consejera de Bienestar Social.-Desde el año 2008, el tercer martes de marzo, la Federación Internacional de Trabajadores y Trabajadoras Sociales (FITS), reunidos en Asamblea General en Salvador de Bahía (Brasil) decidieron, por unanimidad, celebrar todos los años el Día Mundial del Trabajo Social. Una ocasión para visibilizar el valor y la contribución que los y las trabajadoras sociales hacen diariamente en todas las partes del mundo.
Este año, la celebración se sustenta en el lema “Promoviendo comunidades y entornos sostenibles”, apoyándose en los 17 Objetivos del Desarrollo Sostenible (ODS), para poder poner fin a la pobreza en todas sus formas. En el mundo, más de la mitad de la población habita en zonas urbanas, y se presume que para 2050 esta proporción haya aumentado hasta los dos tercios, aproximadamente 6.500 millones de habitantes.
Los procesos migratorios de los que estamos siendo testigos, y Castilla-La Mancha es buena prueba de ello, están íntimamente relacionados con la pobreza, combatirla es tarea de todos, por supuesto del Gobierno regional, pero también de todos los responsables de las políticas nacionales, regionales o locales y, desde luego, de la sociedad civil y de los profesionales.
Hablar de sostenibilidad es poner en práctica el acceso al empleo digno e igualitario, a través de los recuperados Planes de Empleo, u ofrecer servicios públicos universales y de calidad, como los sanitarios, o conservar la vivienda o favorecer el acceso a la misma, o desarrollar medidas contra la pobreza energética, tanto de choque como preventivas e incluso educativas, o mejorar el sistema de rentas mínimas, así como hablar de la dualidad entre los entornos urbanos y los rurales, trabajando frente a la despoblación de éstos últimos, unas tareas en la que los trabajadores sociales tienen mucho que decir.
En el Día Internacional del Trabajo Social, quiero reclamar “La profesión”. El trabajador y la trabajadora social es un conocedor de primera mano de la realidad de su comunidad, es socio cualificado, junto con otros profesionales de distintas disciplinas, en el desarrollo de las políticas públicas relacionadas con los más vulnerables, es ahí, en su especial posición en el desarrollo del bienestar social, donde cobra especial importancia su figura. Pues en su responsabilidad está la de defender, enriquecer y defender los valores de cohesión y justicia social.
En esta labor, los y las profesionales del trabajo social merecen el mayor de nuestro reconocimiento, todos y cada uno de ellos, como piezas complementarias de un sistema que precisa de un mayor apoyo del Estado, así como el esencial espacio que representa el ámbito municipal como administración más cercana a los pequeños-grandes problemas de las personas, y desde luego, de la cooperación con las entidades del Tercer Sector.
Un trabajo que se centra en la promoción del desarrollo y la cohesión social, sobre la base de la justicia social, los derechos humanos, el respeto a la diversidad y a la responsabilidad colectiva, involucrando a las estructuras sociales y políticas en el progreso de las sociedades, tal y como nos sugiere la definición global de Trabajo Social.
Por todo ello, nos debemos centrar en el diseño de políticas públicas en materia de bienestar social centradas en la personas, sostenibles y duraderas en el tiempo, para que nadie se quede atrás, para que nuestras comunidades sean inclusivas y participativas. Ese es el auténtico reto: estar siempre cerca de los ciudadanos.