“En la guerra todo agujero es una trinchera”. Excepcional frase de un combatiente vencido.
Incluso de un combatiente victorioso, a la manera de Donald Trump.
«En la guerra todo agujero es una trinchera». Aunque no coincidan los agujeros de referencia.
El agujero propio y la trinchera como agujero u orificio donde protegerse.
Podría haberse dicho, con razón máxima, que “En la guerra toda trinchera es una fosa mortuoria”.
Que es otra forma tanatológica de agujero. Un agujero que encubre un muro.
Y «Todo agujero es, consecuentemente, una sepultura en ciernes».
Aunque se advierta hoy el desfase de esa afirmación.
Cuando las guerras son casi invisibles y las trincheras han perdido su carácter bélico y funerario, se recurre a los muros de orden.
Hoy esas trincheras, herederas de las vieja tóricas romanas que delimitaban y protegían campamentos de las legiones, y que constituían el momento culminante de la ‘guerra de posiciones‘ de la Primera Guerra Mundial, reflejan más y mejor las fronteras del Primer Mundo con el Subdesarrollo y con la pobreza.
Levantadas, las nuevas trincheras ‘civilizadas‘ o muros de orden, para impedir y limitar los movimientos migratorios incontrolados, de refugiados, represaliados, perseguidos, abandonados o de meros supervivientes de matanzas, hambrunas y guerras tribales.
Podría ser, por ello, y decirse de la trinchera al muro. De la muerte a la muerte.
Esas nuevas trincheras hoy son, por ello, los muros compartimentadores del planeta.
Recordando los muros del pasado. Que se fueron, pero que vuelven.
Ya Telón de acero, ya Telón de bambú, ya Telón de azúcar.
Muros que separaban mundos e ideologías rivales, bajo la bota acharolada de milicias uniformadas.
Son, propiamente por ello esos muros, los ‘Agujeros negros’ del capitalismo.
Una enorme concentración de masa sin tiempo.
Y expresan a la perfección que la exclusión social, el triaje del capitalismo liberado y ultraliberal, ya se ha verificado.
Eso cuenta Martín Caparrós en su trabajo excepcional, por diversas razones, ‘El hambre’.
Y también expresan esas trincheras invisibles y esos muros sordos, las nuevas formas de combates ciegos, en las guerras alimentarias.
Frente a la Guerra Universal y Galáctica las ‘Guerras domésticas’.
Del Universalismo al Localismo, incluso en guerra.
Ese carácter doméstico y continuado de las guerras de los siglos XX y XXI, ha sido investigado con tino, por Beatriz Colomina en su trabajo ‘La domesticidad en Guerra‘.
Que da cuenta de la simbiosis de Arquitectura Moderna y Guerra.
Imágenes de felicidad hogareña en los USA, mientras caen las bombas y se despliegan los misiles.
Como ahora. Como casi siempre.
José Rivero
Divagario
Ante la duda, en tu muro cerradura.
Interesante y esclarecedor artículo.
La idea de frontera nació como un fenómeno natural de la vida social, indicando el margen del mundo habitado hasta donde se podía alcanzar para obtener lo necesario para vivir. Además, tenemos el concepto de frontera que el propio pueblo construye en su vivencia, con sus percepciones, con su cotidianidad y que, dependiendo de la frontera, genera integración o conflictos.
Si tenemos en cuenta la Teoría de la Relatividad General, las estrellas que tienen una masa por encima de cierto valor crítico deberían colapsar y convertirse en lo que ahora llamamos «agujeros negros».
Parece que la fuente nuclear de la energía y responsable de las altas temperaturas políticas y de transformaciones se ha agotado y el espacio-tiempo del capitalismo se ha curvado de modo irreversible hacia su colapso.
Podemos preguntarnos si es posible escapar del «agujero negro» del capitalismo. La Relatividad asegura que es imposible escapar pero basándonos en ciertas ecuaciones de la Mecánica Ultracuántica, se puede deducir que lo único que puede superar la velocidad de la luz y sacarnos del «agujero negro» capitalista es la colaboración socialdemócrata ante el capitalismo salvaje.
En la actualidad, ante un público que no cree en la Política, es el momento de regresar a ella, cambiando la manera de relacionarse con la sociedad y dando una vuelta a los principios estratégicos.
Hablando de muros, hasta el Papa León IV construyó el muro que rodea la Ciudad del Vaticano en el siglo IX, en un esfuerzo por proteger a la ciudad de ataques piratas y otros saqueadores.
En la actualidad, las paredes no rodean por completo la Ciudad y cualquiera puede entrar caminando a la Plaza de San Pedro.
En definitiva, la historia de los muros y murallas nos enseña que, aunque impiden el acceso o la salida, también fueron atravesados por aquéllos que se las ingeniaron para ello.
El escritor Ken Follet, en su obra «Los Pilares de la Tierra» (1989), describe así la función de la muralla: «el objeto de la muralla es el de retrasar todo lo posible al enemigo mientras se encuentra en posición peligrosa y permitir al defensor bombardearle débilmente protegido»…
No son trincheras Sancho, son fronteras…
Y sirven para distinguir lo propio de lo ajeno, no el amigo del enemigo.
En la guerra toda frontera es salida, y toda entrada trinchera.
En la paz, medianera.
Trump nos demuestra que el dinero puede ser (y muy a menudo es) cosa de mentecatos, locos, racistas, obsesos, ultras y demás animales con forma humana. De esos hay muchos en el centro y sur de Norteamérica (que no de América), y viven en sus urbanizaciones cerradas, con tapias de 5 metros vigiladas por negros con rifle. De esos ya hay muchos en Europa, y quieren hacerse hueco en españa (El líder de Vox le hace bailes muy sexis a Trump, quien ni siquiera imagina que existe)
http://www.elconfidencial.com/elecciones-generales/2016-06-11/santiago-abascal-vox_1213980/
Eso de que «en la guerra todo agujero es trinchera» debieron pensarlo los policías cafres que metieron una porra por el culo a un jóven negro en París el otro día, o el guardia civil (y le llamo así porque aún sigue activo-ojalá y le echen) que se portó como un psicópata en Valdemorillo.
http://www.eldiario.es/caballodenietzsche/Guardia-Civil-activista-antitaurino-reventar_6_609699052.html
Pongo estos ejemplos, porque no hay que ser Trump para joderle la vida a los demás con fronteras y trincheras de verdad, también están las psicológicas. Las que locos de atar van propagando para decir que lo negro, lo marrón, lo amarillo, lo musulmán, lo budista…lo diferente, es malo. Las fronteras que crean los que, con toda la maldad posible, mezclan religión y terrorismo para dejar fuera de su país de adopción a las mentes más privilegiadas que las tecnológicas han reclutado.
Sólo hay que ver la foto de la tierra que hizo la sonda Lunar Reconnaissance Orbiter, donde solo se ve belleza, no se ven fronteras no se ven trincheras y, sobre todo, por lo enanos e insignificantes que son, no se ven a los ultras que quieren envenenarnos con el odio al diferente.
https://3c1703fe8d.site.internapcdn.net/newman/gfx/news/hires/2015/lunarreconna.jpg
La pena es cuando te acercas….qué asco. Y, no os olvidéis, podrán triunfar en Europa, pero su victoria no es, ni más ni menos, que el fracaso de la sociedad, que no ha sabido defenderse de ellos.
Ha fallecido Tzvetan Todorov: “Cada individuo es multicultural. Las culturas no son islas monolíticas”. “Este miedo a los inmigrantes, al otro, a los bárbaros, será nuestro gran primer conflicto en el siglo XXI”. Y ahí nos deja esto. Cumpliéndose a rajatabla, gracias a los enanos mentales que no se ven desde la luna.