Texto: César Muñoz Guerrero. Fotografía: Aldo Javier Méndez Camacho.- La tetería Pachamama (Ciudad Real) es un disparadero. Desgasta la monotonía que implica la vida en la ciudad. Los cuentos, la vida al trasluz, un vendaval que pasa. La cuña de la elección transgresora que un día representaron los cantautores, los cuentacuentos y la poesía. Hoy forman parte de una opción de entretenimiento bastante común.
Hay un imaginario que ha mitificado esta reunión de amigos que, poco a poco y desde hace catorce años, se ha ido agrandando. Un público ambulante en derredor de un frente abierto cuyas paredes evocan, con las risas, palabras —como las de Aldo Méndez— y figuras —como la de Javier Krahe—. Prado Grey y Juan Manuel Torres son los impulsores. Están detrás de la barra, dentro de la cocina, tenaces escuchando.
¿Cómo puede la tetería Pachamama divulgar la cultura en Ciudad Real?
PRADO: La línea general que tiene Pachamama desde su fundación es de hacer circular la cultura aportando novedades, como, por ejemplo, la apuesta que hicimos hace muchos años por los cantautores, desconocidos entonces en Ciudad Real. Ahora que se ha generalizado más la aparición de este tipo de artistas, queremos seguir teniendo la iniciativa y dar sorpresas.
JUANMA: Dentro del difuso concepto que representa la cultura, cada opción se debe al entorno donde se desenvuelve. Ciudad Real tiene su visión de la cultura y la experiencia nos ha hecho ver cómo mucha gente interesante no consigue salir a la luz, pues siempre ha habido menos cauces institucionales para expresarse que en otros lugares. Nosotros hemos intentado recoger «la otra cultura» de esta capital, la que se ha entendido de otra manera, y lo hemos conseguido en parte. A veces, eso ha implicado tener una relación difícil dentro de las condiciones que Ciudad Real impone a su cultura, también a la alternativa. La presencia de un local distinto ofrece oportunidades a quienes están encerrados en sus casas con sus ideas y que en la práctica, por la escasez de escenarios, no existían. No arriesgamos por aspectos como la música de autor para ganar dinero, sino con la intención de generar y mantener un movimiento social, algo muy diferente de la cultura como negocio.
¿Qué respuesta da la población a esta cultura alternativa local?
PRADO: En los comienzos, el perfil de audiencia del local tenía una edad entre 27 y 35 años. Siempre nos ha llamado la atención la afluencia mayoritaria del público femenino. Aquí, según qué tipo de espectáculo se programe, puede haber una gran respuesta por parte de las mujeres: en nuestros eventos son, en definitiva, quienes más participan.
JUANMA: Una de las grandes paradojas de este local ha sido que la gente más asidua, la que ha formado parte de esta familia, estaba dispuesta a conocer mundo y ha salido del municipio. Tenemos un público muy abierto y cosmopolita, con una visión amplia del entretenimiento, que acepta más actividades que las que acostumbra a proponer Ciudad Real.
¿Qué línea ha marcado el local desde su creación?
JUANMA: Cuando fundamos Pachamama en 2003 no queríamos competir, pues íbamos a trabajar áreas que no chocaban con la programación de los espacios que ya existían en Ciudad Real. Hicimos un llamamiento para dar pie a la vida cultural y asociativa: llegamos a plantear una ruta cultural, que aceptaron las personas que se fueron acercando dispuestas a echar una mano. Apareció uno de nuestros grandes valores históricos, Aldo Méndez, que comprendió cómo pensábamos desde su llegada y con quien seguimos manteniendo un fuerte vínculo. También Kino Maján ha sido partícipe de esa complicidad. Tuvimos una vida algo ambigua como tetería: a veces, una manera de decir que no éramos tetería —de lo cual vivimos durante mucho tiempo— fue hacer otras actividades que se mantenían a través de ese negocio. La incidencia que ha tenido esa intención de movimiento social deriva en un modelo de cliente que es consciente de que acude a un local especializado y pertenece a un círculo natural. Aspectos como el comienzo de un concierto llevan el molde de una educación: en lugar de hablar en la barra, nuestro cliente tiene una fama bien ganada de respetar al artista. Estamos pagando el coste económico que eso puede significar, pero sabemos que la música de autor solo se da en unas condiciones determinadas. Además, en este tiempo, una parte del público que empezó con nosotros ha modificado sus condiciones de trabajo y económicas, así como sus hábitos de vida. Si tienes un crío pequeño, ya no puedes vivir en la Pachamama.
¿Qué otras disciplinas, además de la música, se brindan al público?
PRADO: Aunque la música ha sido el motor usual del escenario, desde el principio ha habido también grupos locales de poesía y narrativa que han participado. De tres años a esta parte, la poesía está ganando terreno en espectadores y en número de actuaciones. Este fenómeno, que antes era algo raro, ha dado un vuelco y ahora aparece con espontaneidad. Lo más minoritario es el cine: hay poca gente que se dedique a ello, o está fuera, o no consigue hacer gran cosa. Todo esto hace que sea mucho más difícil de llevar a los locales, que apuestan por filmes comerciales. La música, en cambio, es mayoritaria, pues puede promocionarse con mayor facilidad y ser recibida a través de un montón de canales.
JUANMA: Partiendo siempre de un criterio de calidad y de poca servidumbre comercial, nuestra apuesta filtra una evidencia por tener una cierta autonomía respecto a lo institucional. A veces lo comercial impone sus reglas y menoscaba esa exigencia: en ese sentido, hay actividades más difíciles de desarrollar, como el cine. El talento local en este campo es incomprendido sistemáticamente y el buen cine internacional es imposible de mostrar por el pago astronómico que exige su proyección. Desde el principio acogimos al movimiento subterráneo, renunciando en parte al dinero y apostando para programar las películas de cineastas desconocidos, sin carrera comercial; una carrera que, en ocasiones, llegaron a hacer después. Aun así, ver cine de cierta calidad requiere una capacidad de atención y análisis que en esta sociedad está algo dormida, lo que también refleja la forma de enfocar la vida que tiene parte del público.
¿Tienen los cantautores respuestas para las preguntas actuales?
PRADO: En la actualidad se han apartado de la canción protesta que se dio en las décadas de 1970 y 1990, pero siguen teniendo respuestas. Su estilo y su temática han cambiado, ahora se dedican más a responder cuestiones de índole sentimental.
JUANMA: En ocasiones, deduzco que esos contenidos responden a periplos políticos. Por ejemplo: los cantautores de hoy en día, aunque caminan por una senda distinta de la canción protesta, también se terminan inscribiendo en movimientos de todo tipo. Así sucedió en su momento, por ejemplo, con el 15-M.
¿Depende la música de autor del talento que llega de fuera?
PRADO: No, es algo que se da en toda España. En Ciudad Real hay grandes cantautores, como Pablo Moreno, una de nuestras apuestas propias. Lo escuchamos cuando vino a unas jornadas que organizamos, y le planteamos de inmediato dar un concierto. Aquí empezó su carrera, como la de muchos otros: José Lemus, Adrián Usero… han empezado en este escenario. Pachamama es un referente nacional para los cantautores: desde esta sala empezaron a proyectarse en Ciudad Real, y la gente continúa pidiendo a sus artistas favoritos que vengan aquí.
«Gracias, Madre Tierra,gracias, Pachamama, por el néctar de la vida»…
Es increíble lo que está haciendo esta mujer por Ciudad Real.
Gracias a esta mujer podemos ver a nuestros artistas minoritarios preferidos que no reciben apoyo y más en nuestra localidad.
Sin ella no podríamos verlos dado por el poco apoyo que les pueden dar.
No conocía a esta mujer hasta hace poco y la verdad que es muy grande 🙂
Adelante Pachamama/Madre Tierra
Que nada ni nadie rompa ese proyecto de ocio cultural tan necesario en esta ciudad todavía bastante dormida…
El verdadero apoyo, es pasarse mas por su «casa», por Pachamama. Un abrazo