Manuel Valero.- Uno, de más joven aún de lo que es, quiso ser revolucionario hasta que los años sabios del porvenir le descubrieron que los buenos revolucionarios duran lo que duran la revolución y que al final de todo, lo que le sale de la entrepierna a la revolución puesta en parto es el esplendoroso amanecer de un mundo nuevo donde transita el hombre flamante sin fronteras en la propiedad y colectivo y grupal en la vivienda y en el trabajo.
Una maravilla, sí… sino fuera porque todo eso es a la fuerza del sí o sí bajo la mano militar de la nueva elite que ejerce el control exhaustivo del individuo en beneficio de la más inmisericorde superestructura: el Estado, esa cosa que hay que engordar hasta la paranoia antes de su extinción como reza el credo marxista.
Eso fue lo que pasó, más o menos, que tampoco es esto una tesis-antitesis-tesis hace 100 años en Rusia y se extendió por el mundo sideral, y aquí en España conformó unos de los bandos de la Guerra Civil. Porque que en esa odiosa contienda que puso a vecinos a matarse entre sí, muy en nuestra línea, no pelearon republicanos contra monárquicos, sino fascistas contra comunistas y ganaron los primeros. Fin de la historia. Basta con escudriñar un poco la generosa documentación que nos ha llegado de esos años que trazaron una gigantesca y profunda cicatriz de norte a sur de nuestro ser colectivo que dura hasta ahora mismito para más agobio.
Cien años después de la Revolución Rusa definitiva de 1917 después del fallido intento de 1905, la gran gesta campesina, (primer elemento que sorprendió al propio Marx que siempre apostó por los obreros urbanos), se levantó en justicia y con la razón de la esclavitud y del hambre de su parte, contra un orden malsano que avanzada la segunda década del siglo XX aún no había sacado el tobillar de la mugrienta Edad Media. Todo el poder para los campesinos, que fue lo que dijo Lenin, antes de reclamarlo para los soviets avanzando sin dobleces eso sí- “libertad para qué”- lo que se avecinaba: no un cambio de régimen como el que acabó con el Antiguo Regimen de la Revolución Francesa sino un cambio de sistema, una mutación mucho más profunda basada en la filosofía marxista y su derivada política: el comunismo. Todo cambió excepto en las formas de ejercer el poder que es lo que tienen en común los que mandan a la bravas. Toda Revolución que en la Historia ha sido ha sido violenta. No se concibe otra forma porque una Revolución es un cambio radical de un status quoen muy poco tiempo y por la fuerza. Incluso Ghandi , paradigma del revolucionario pacífico no pudo evitar los muertos de la represión militar británica. Generalmente los muertos lo suele poner la parte revolucionaria contratante que luego se cobra si triunfa la Revolución entre los extraños y los propios.
La del 1917 que tanto espoleó a los obreros del mundo pronto se convirtió en un monstruoso sistema de aniquilación individual controlado por los nuevos dioses una vez desmontada la superestructura oficial del gran Fumadero de Opio. Los jefes de la revolución en seguida se vuelven recelosos cuando comprueban lo bien que se está ordenando hacer lo que a uno le pasa por el forro, se creen divinísimos, y comienzan a ver sombras por todas las esquinas y manos con dagas y pistolas acechantes y procelosas. Le pasó a Robespierre que acabó literalmente enajenado hasta el punto de hacerse conducir en procesión ante el Templo de la Razón y le pasó a Stalin que luego de purificar a lo más granado de la Revolución de 1917 mandó al remoto México a un pistolero mercader apellidado tal que así, a que acabara con el ultimo enemigo que le quedaba en sus sombras: Trostky.
Es cierto que la Revolución Rusa como toda revolución contiene un agradecido material romántico que atrae a pensadores e intelectuales por lo que tiene de climax en la rebelión del hombre indómito contra la opresión y el oprobio. Pero también tiene que una opresión derrocada es enseguida sustituida por la opresión revolucionaria.Los grandes ismos que vienen a salvarnos lo hacen siempre detrás de una bocacha de fusil y hasta la santa democracia invocada por todos, demócratas o no, es capaz de traernos al mundo a un tipo como Trump y estar cociendo en los hornos de la historia movimientos inquietantes que asombrosamente no son nuevos sino ya conocidos, que es lo más inquietante.
Interesante y atractivo artículo.
En realidad, jamás la opresión fue tan violenta como en esta época de falsa libertad porque no es el sufrimiento, sino la esperanza de cosas mejores lo que incita las rebeliones…
Ahora, viendo lo del fascista Trump, parece que es feo hablar mal de Obama. O teniendo al gurteliano PP en el poder, hablar mal de Felipe González, pero la realidad es que son mismos perros con diferentes collares.
Por eso es necesaria una revolución, pero no al estilo clásico, sino una desde las urnas. Una que límite a esos que quieren violencia y armas para defenderse de niños pequeños, que odian de manera profesional, que nos ordeñan la vaca mientras dormimos, que llevan a Dios en la boca y la guadaña en la mano.
Pero, repito, esa revolución no es la de Pablo Iglesias, no es la de salir a la calle a vocear. Hay que ganar las instituciones, con gente formada y convencida que, ahora mismo, está harta y con necesidad de cambiarle el rumbo al país.
Hay más gente progresista que de derechas en este país, pero a la mayoría les pasa lo mismo: se avergüenzan de lo que tenemos y viven al margen de la política. Por eso, hay que juntarse, discutir, consensuar y evitar que los cavernícolas que añoran la llegada de la ultraderecha a España tengan la menor posibilidad.
No solo hay que echar al infame Rajoy. Es necesario que la ultraderecha siga siendo en España un cero a la izquierda. Que nos importen más los perros abanfonados del PACMA que el Valle de los Caídos. Un país de buena gente que está harta de oír que el empleo depende de la Virgen y la bajada de la luz de la lluvia.
Así es que, revolución si, pero con cabeza. Sin humos, muertos o destrozos. Pero con la fuerza necesaria para acabar con monarcas puteros, ministros ladrones, presidentes corruptos y funcionarios inutiles, que también los hay. Si se quiere, se puede. Somos más y mejores.
Este es tu buen rollo y tu buena onda sin odio.
Publicado por Hobbes el 25 de enero de 2017:
http://www.miciudadreal.es/2017/01/25/el-pp-pide-la-identificacion-de-los-perros-mediante-adn-y-una-patrulla-verde-con-agentes-de-paisano/
«Me dejas más tranquilo, al menos ya no te ponen un coche bomba o te vuelan la cabeza…como antes. Habéis avanzado en esta materia. Ahora solo te cae una manta de hostias. Glups.
Llévate una temporada a la mamarracha fascistilla de Angelmanuel, que es muy valiente escondido en su despacho de Hacienda…que vaya a soltar sus soflamas ultraderechistas al centro de Bilbao. Aunque lo mismo lo confunden con una mierda de perro y te multan…o te hostian.
Yo qué sé.»
Y es que bajo el anonimato Hobbes es lo que es.
Lo verdaderamente inquietante es la simplificación. O sea, que la guerra civil fue una cosa entre comunistas y fascistas. Una simplificación que conduce al autor a moverse en círculos, ya que todos sus artículos, con ligeras variantes, son el mismo artículo ( si hay algo peor que el plagio es el autoplagio) y una prueba más de que se encuentra cómodo con la realidad actual porque, oiga, es que nunca se da usted un paseo por la actualidad… que está muy calentita. Le sugiero un tema para próximas entregas: la pasividad del gobierno español ante el atropello a México por ese gran demócrata recién llegado a la Casa Blanca. México, ese gran país, con el que nos unen tantas cosas.
La guerra civil fue provocada por una minoría radicalizada. La inmensa mayoría de los españoles se vio arrastrada a esa guerra.
Comunismo y fascismo son responsables por igual.
Para algunos, la actualidad es su ombligo. Produce sonrojo leer al grupie de Isidro Sánchez acusar a Manuel Valero de escribir siempre el mismo artículo. Algunos carecen de pudor.
Se agradece que alguien recuerde tan infausta efeméride; aunque sea de modo ligero, sin comprometerse en exceso, que luego te dicen facha. Y recuerde, don Valero, que el muro de Trump es para que no entren; el muro de Berlín era para que nadie saliese.
Eso te lleva a pensar que hay algún muro bueno?
En cuanto deje de llevar marihuana a EEUU desde México, van a ser los fumetas de EEUU los que tiren el muro.
No se puede ser tan cínico. Llevan empresas para pagar menos sueldos, contratan a sus mujeres de chachas y a sus hombres de jardineros y, ahora, les ponen un muro porque son asesinos?
Jajajaja, cuántos asesinos de México hay en EEUU frente a los asesinos domésticos o de Arabia Saudí.
Ojalá y el gobierno de México se ponga en su sitio. Y a tomar por saco la economía del sur de EEUU.
Y qué no se nos olvide. El Gobierno de España tiene las vallas de Ceuta y Melilla. Tan deplorables como el muro de Trump.
Envejecemos, no tenemos trabajadores jóvenes y, a los que vienen a trabajar, les ponemos la valla. No somos más tontos porque no podemos. Mirad lo que hace Troudeau o lo que hace Merkel. La inmensa mayoría de los que vienen por la valla quieren trabajar y vivir. Pero aquí, por culpa de los obsesos, les tratamos de terroristas. Con un par.
Con nuestra altísima tasa de desempleo parece mentira que digas que nos hace falta mano de obra extranjera.