Terminado el trámite de aprobación del Presupuesto general del Ayuntamiento de Ciudad Real para 2017, quedó abierto el período de exposición pública y consulta. La plataforma Cultura en transición ha presentado un conjunto de alegaciones al presupuesto municipal de cultura que tiene como punto de partida su análisis previo. Este colectivo concluye que el cambio de modelo cultural pretendido por el actual equipo de gobierno no tiene su reflejo en el presupuesto municipal de cultura.
Cultura en Transición propone que, de cara a «una mayor coherencia, racionalidad y eficiencia», todas las acciones derivadas de las competencias culturales propias del Ayuntamiento se integren en una única Concejalía, «evitando de este modo la dispersión y desconexión entre competencias como promoción cultural, bibliotecas, equipamientos culturales o patrimonio histórico-artístico; y favoreciendo la integración de otros servicios culturales como festejos o educación que sin ser competencias definidas expresamente en la normativa sí conforma un conjunto de hechos y acciones de naturaleza cultural». Se trataría por tanto de desplegar una política cultural «integral y vertebrada, coherente y planificada», a través de unidades o servicios «que hasta ahora trabajan sin atender a unos principios o directrices únicos de política cultural».
Respecto a la inversión destinada a la rehabilitación del Museo Elisa Cendrer,o al objeto de abrirlo de nuevo a lo largo de 2017, recuerda que este espacio seguirá mostrando la colección habitual y servirá de sede de actividades del Consejo de Cultura. Sin embargo, apunta que en el presupuesto de cultura no se observa ninguna partida específica encaminada a la actividad normal de este espacio cultural, toda vez que la partida de Actividades en museos permanece igual que la del año anterior.
Asimismo, observa la evolución en la política de subvenciones, desapareciendo el desequilibrio entre la modalidad de concurrencia competitiva y la de asignación nominativa. Si bien, la partida asignada a la Banda de música pasa a tener naturaleza contractual y no subvencionadora. Este cambio de forma en la asignación, recalca, «no profundiza en el hecho en sí que supone una Banda de música en nuestro tiempo, cuál debe ser su misión, su función cultual, su regulación, así como el papel de otras agrupaciones musicales existentes en la ciudad».
Igualmente se ha analizado el peso en el presupuesto de los trabajadores de la cultura en las diferentes áreas municipales que desempeñan competencias culturales propias. En este sentido se observa que áreas como Festejos tienen un porcentaje pequeño de personal en comparación con el presupuesto corriente que gestionan. Por su parte, añade, en la competencia de Promoción Cultural el peso del personal es mayor debido al factor fijo que supone el Teatro Quijano. Sin embargo, el personal para la gestión del presupuesto corriente sigue la misma tendencia que en Festejos. Por su parte, el servicio de Bibliotecas Municipales es la que mayor número de trabajadores integra debido al número de bibliotecas existentes y la necesidad de cubrir sus necesidades.
El hecho más relevante derivado del análisis del presupuesto municipal de Cultura, subraya, es que «es ajeno» al pretendido proceso de cambio en el modelo cultural. «Efectivamente, el presupuesto actual es consecuente con el modelo de política cultural existente actualmente», remarcan desde Cultura en Transición. En el caso de la política de promoción cultural, detalla, este modelo se basa en dos ejes fundamentales: la programación cultural y política subvencionadora. A estos ejes se ajustan las partidas de gasto de personal y de gasto corriente. Este colectivo señala que la falta de un análisis en profundidad del ecosistema cultural local y de la política cultural actual, así como la ausencia de diagnóstico cultural previo, «justifica la imposibilidad de tomar decisiones adecuadas y rigurosas que posibiliten un cambio real de modelo». En este sentido, propone incrementar el personal de la Concejalía de Cultura de modo que sea posible dar seguimiento, apoyo y seguridad al proceso de cambio. Igualmente solicita que ese personal adicional comience a trabajar en proyectos propios de promoción cultural según las directrices de lo que debe ser una política cultural pública. En ese sentido, recuerda que la acción cultural municipal se basa fundamentalmente en propuestas ajenas, bien las que llegan a través de la programación de eventos por parte de sus proponentes, bien las que llegan a través de la convocatoria de subvenciones. Sin embargo, «se echa en falta la iniciativa propia municipal en materia cultural, a partir de los problemas culturales detectados en la ciudad». Se trata, explica, de que el Ayuntamiento empiece a dar respuesta a problemas culturales que no quedan atendidos ni por la programación cultural ni por la acción de los colectivos subvencionados. Esta forma de trabajar requiere un trabajo previo de diagnóstico. Sin embargo, reitera, el presupuesto municipal de cultura no recoge partidas para atender estas necesidades de personal, este modelo de proyectos propios, ni esta necesidad de diagnósticos previos. Este colectivo echa en falta, por tanto, una reflexión «en profundidad y estructural» sobre el actual modelo de política cultural, que tenga su traducción en decisiones presupuestarias claras y concretas. Por el contrario, continúa, la única evidencia del cambio pretendido es la introducción de una partida de gasto de 5.000 euros bajo el epígrafe de “Cultura participativa”. Importe que se presupone irá destinado a que el Consejo de cultura lo aplique de manera participativa. Al respecto indica que «no se trata de que el importe en sí sea escaso, sino de que no contribuye a favorecer los cambios estructurales necesarios». Adicionalmente, apunta, se ha incorporado una partida de 3.000 euros para promover la participación en el Consejo de Cultura. «Esta tarea aunque es necesaria no es suficiente si antes no se define claramente la misión que se persigue y si no se diseña un plan estratégico cultural ambicioso y con amplitud de miras», advierte Cultura en Transición.
Finalmente, «la mayor evidencia de falta de voluntad» a la hora de realizar un verdadero cambio de modelo, a juicio de este colectivo, es que «no ha existido participación en el proceso de elaboración de este presupuesto». Es el primer año que la ciudad cuenta con un órgano consultivo en materia cultural y sin embargo la dinámica para el diseño del presupuesto cultural ha sido la misma de siempre, lamenta. La aprobación del presupuesto municipal, recuerda, es el acto político más relevante de la vida municipal y, sin embargo, en él no ha tenido cabida la participación de un órgano consultivo creado expresamente para ser consultado en materia de política cultural. Tampoco ha sido informado de nada relacionado con el resultado del proceso presupuestario. Este colectivo echa en falta que el propio Ayuntamiento, en la persona del responsable de la política cultural municipal, salga a explicar públicamente el contenido del presupuesto de su área y las razones que justifican las decisiones contenidas en el presupuesto de cultura.
El presupuesto, como expresión económica y cifrada de las decisiones políticas, no deja de ser un texto narrativo de una voluntad política. En ese sentido, concluye Cultura en Transición, el presupuesto municipal de cultura nos está diciendo que no hay sintonía entre lo que se va a hacer y lo que se anuncia en el discurso mediático.
Documento registrado por Cultura en Transición
Sres. de la Plataforma «Cultura en Transición», advierto que no han considerado el denominado límite de gasto no financiero o, también, conocido por «techo de gasto». Esta herramienta modela los Presupuestos y limita la autonomía de las Administraciones Locales (gastos, tasa de reposición de efectivos, etc.).
«Homo proponit, sed «Deus» disponit»…
Que leñe, LIMITA EL DERROCHE.
Qué bien te ha quedado Chema, perdón, Charles
Creo que se confunde…
El «techo de gasto» prohíbe a los Ayuntamientos saneados gastar el superávit.
Los Ayuntamientos quieren cumplir los objetivos pero no están dispuestos a aportar recursos para que lo gasten otras Administraciones.
Al final, el «techo de gasto» se convierte en una herramienta para despistar mientras se recortan los servicios sociales.
Seguro que aún hay margen para gastar mejor, economizar, y racionalizar el presupuesto. De ahí la necesidad de integrar áreas de modo que el impacto pueda ser más eficiente. Lo incoherente es proponer un horizonte diferente al actual con las estructuras obsoletas de siempre.
Menudo rollo q nos has metido Alberto.
¿que pasa, no te hacen caso?