¿Es igual cuando decimos ‘Mira a ver’ que cuando formulamos ‘Ve a mirar’?
Más allá de las dos formas imperativas expresadas en el mandato, laten dos supuestos distintos y diferenciados. Que son los que diferencian las funciones de ‘Ver‘ y de ‘Mirar‘.
El primero de ello, fuerza primero la mirada, mientras que el segundo indica el movimiento de ‘Ir, precisamente, a mirar’.
Ciertamente se puede ir a otras cosas y menesteres.
Por eso, se detalla precisamente el cometido de ‘Mirar‘, utilizando la visión como reconocimiento.
Por eso la matización de la primera expresión de que pueda haber miradas sin vista o visión.
Una mirada ajena, casi inconsciente y desapercibida.
Aunque eso, ya no sea una mirada. Ni siquiera una déja vu.
“Lo sólido se desvanece en el aire”, como afirmaba Carlos Marx en algún pasaje menor de ‘El capital’.
Que muchos años más tarde, el escritor Antonio Muñoz Molina, retomara en su trabajo casi homónimo ‘Todo los sólido se desvanece’.
Un trabajo que daba cuenta del segundo desencanto y del pinchazo de la burbuja inmobiliaria, hacia 2007.
El desvanecimiento de lo sólido, deviene en realidades líquidas, como quería el recientemente desaparecido, Zygmunt Bauman.
Esas realidades líquidas (Política, Cultura, Pensamiento) son herederas de las anteriores realidades derivadas del llamado Pensamiento Débil.
El hielo sólido se derrite -se desvanece, pues- a temperatura ambiente elevada.
Que debe ser a la que nos aproximamos, con el cambio climático y el consecuente calentamiento global.
No hay prodigio socio-histórico dirán algunos escépticos, sino leyes físicas imponderables.
Pura termodinámica, que algunos ven y miran, como Puta termodinámica.
No hay excepcionalidad histórica, como el hundimiento del Imperio Romano o el nacimiento del Tercer Reich hitleriano, sino leyes termodinámicas impasibles.
Leyes termodinámicas impasible e ¿imposibles?
Hecho de la desaparición y el desvanecimiento, que también lo marcaba Martín Caparrós, en su prodigioso libro de viajes ‘El interior’, cuando advierte que “lo que parece eterno también desaparece”.
Si desaparece lo eterno, es que no era tal, sólo un sucedáneo.
O un simulacro. Un ersatz, como dicen los alemanes.
Antonio Machado, pensaba cabizbajo y pesaroso, al advertirnos con sabiduría
“¿Qué difícil es
cuando todo baja
no bajar también?”.
Aunque más difícil es subir o mantenerse, cuando todo baja.
¡Cómo bajamos por las cuestas de la vida!, y cómo nos sumergimos por la ola de la multitud desplegada y en perfecto estado de revista.
El mismo Machado, a través de su heterónimo Juan de Mairena, pensaba que «Cuando escribo algo, acabo pensando lo contrario de lo que he escrito«.
Por ello, para no cambiar de pensamiento, mejor no escribas. Ni hables.
Y si escribes no pienses en exceso.
Y si piensas, no lo digas.
José Rivero
Divagario
Interesante artìculo.
Me gusta divagar; no hay una cosa màs agradable y útil…