Ana María Navarrete (Madrid, 1955) posee una amplia colección de adaptaciones infantiles de El Quijote en diferentes países editados desde mediados del siglo XIX. Para ella la adaptación en cada país es distinta, pues responde a la propia tradición literaria de cada uno y en España esa tradición pasa por mantener intacto el inicio de la novela. Este miércoles 9 Navarrete compartirá sus experiencias en una mesa redonda donde se hablará de “El Quijote para niños”.
P-. ¿La lectura de El Quijote y los niños son incompatibles?
R-. Un niño es capaz de entender cualquier obra literaria, siempre que se le presente una buena adaptación. Para eso es importante despertar su interés y tratarle como a un ser inteligente que tiene ganas de aprender. Lo que es un error es forzarles a leerlo en secundaria y después hacerles un examen, la lectura debe enseñar a pensar, no a saber si Sancho dijo esto o aquello. En este sentido lo ideal sería trabajar la novela por temas, como la libertad o la justicia.
P-. ¿Qué es lo que debe tener inexcusablemente una buena adaptación infantil de El Quijote?
R-. Lo fundamental es la fidelidad al texto y “dar lo suficiente” para entenderlo. Un buen ejemplo es la adaptación de Eduardo Alonso y la de Agustín Sánchez Aguilar, ambas de la editorial Vicens Vives o la recreación en pictogramas de Carlos Reviejo en SM o la de Rosa Navarro en Edebé. Una opción es seleccionar los capítulos a incluir, pero lo que siempre se debe respetar es el inicio de la obra. Las primeras palabras de El Quijote son patrimonio cultural, cualquier adaptación que no lo respete me provoca cierto rechazo de inicio.
P-. Aún así no es una lectura fácil…
R-. En 1.932 apareció una edición didáctica de El Quijote con la que los escolares aprendían vocabulario, ortografía, dicción… Miguel Delibes fue uno de esos alumnos y solo muchos años después reconoció que la lectura de El Quijote le había costado mucho. Eso supuso una liberación para los lectores de su generación, porque si a Delibes le costó ellos estaban legitimados para pensar lo mismo. Enfrentarse al Quijote es siempre un gran esfuerzo.
P-. El Quijote ha sido recreado muchas veces en diferentes formatos, ¿cuál es la que más interesante le ha resultado?
R.– Para todos los públicos es importante la adaptación de Andrés Trapiello, sin duda. También la serie de dibujos animados de Romagosa con adaptación de Guillermo Díaz Plaja en 1979, que es muy fiel al texto original. El elemento más importante para mi es el perro, que aparece desde el primer capítulo, que se asombra y vive las aventuras desde dentro. Creo que perro simboliza al lector y continúa el juego de espejos de Cervantes. Cuando daba clases en Secundaria solía poner a mis alumnos el primer capítulo y a pesar de ser una serie dirigida a un público de menor edad, les estimulaba a leerlo.