Jesús Arévalo Lorido, técnico del Museo López Villaseñor.- Acrílico sobre lienzo. Pertenece a la serie de “Testimonios”, realizada entre 1969 a 1976. En la obra podemos observar algo tan sobrecogedor como la imagen de una figura humana cayendo al vacío. Con esta representación , Villaseñor nos habla de la desesperación y de la incapacidad. Desesperación, cuando los problemas o las situaciones de la vida nos superan e incapacidad por que no vemos manera alguna de resolverlos, haciéndonos sentir como el suelo desaparece de nuestros pies cayendo al vacío.
Una sensación de vértigo y flaqueza humanas, cuando nos quedamos bloqueados y perdidos, ante los “mazazos” que la propia vida nos da. Pero Manuel López-Villaseñor añade en el cuadro también esperanza a través de esa luz mística que se cuela en el lienzo y además por un objeto muy utilizado por el propio artista y que en el cuadro aparece perfectamente iluminado para poderlo apreciar. Se trata de el tazón blanco, ese tazón donde el artista de niño desayunaba cada mañana, representando un nuevo día, un renacer, una nueva oportunidad. Con lo que el artista, nuevamente nos da una lección y es que solamente depende de uno y de su actitud para superar los problemas evitando caer en la desesperación y sentir el vacío.