Un español utiliza en su vida cotidiana alrededor de un millar de palabras diferentes, Cervantes utilizó en toda su producción literaria un total de 12.372. Esta es una de las reveladoras ideas que el catedrático en Filología Hispánica y miembro de la RAE Francisco Álvarez de Miranda (Roma, 1953) expondrá el próximo día 28 en la Casa de Medrano de Argamasilla de Alba, dentro de los Encuentros con Cervantes que recorren la provincia para conmemorar el cuarto aniversario de la muerte del autor.
P-. ¿Cuál es la característica más destacada del lenguaje literario de Cervantes?
R-. El rasgo principal es la riqueza de su léxico, que ha sido estudiado con meticulosidad en múltiples ocasiones. Por ejemplo, en 1962 la RAE publicó un estudio dirigido por Carlos Hernández Gómez, quien se dedicó a contar –en una época sin ordenadores o internet- las palabras que utilizó Cervantes en toda su obra. La cifra es apabullante: 12.372 vocablos, a los que hay que sumar los refranes y los neologismos que creó. Los nombres usados en el Quijote se han filtrado al lenguaje común y han creado familias léxicas; por ejemplo, de Quijote provienen quijotada, quijotesco, quijotismo… Muchas de ellas, como el baciyelmo, invención de Cervantes, están incluidas en el diccionario.
P-. ¿Se puede afirmar entonces que Cervantes es el autor que más ha influido en la lengua española?
R-. La aportación de Cervantes al lenguaje español es incomparable con la de cualquier otro autor. De autores contemporáneos del Siglo de Oro, como Lope o Góngora, su legado léxico ha quedado muy reducido a lo largo del tiempo a un lenguaje minoritario, sus palabras no calaron en el lenguaje común. En el siglo XX el referente más cercano podría ser Ortega y Gasset, pero sus neologismos se circunscriben también a un ámbito más intelectual. Cervantes solo podría compararse a los autores clásicos italianos como Dante, Petrarca o Bocaccio, quienes configuraron con sus escritos el italiano clásico.
P-. En general, ¿los hispanohablantes somos conscientes de este legado cervantino?
R.- Creo que sí, que la fortuna editorial y los lectores han acompañado siempre al Quijote, se han realizado multitud de adaptaciones para todos los públicos e incluso ha calado en personas que no han leído la obra. Yo participé en una versión para Bachillerato que proponía itinerarios de lectura, donde podías leerlo entero o saber que parte te podías saltar. Lo importante del Quijote es leerlo. Pero más allá del léxico o los lectores lo que está más vivo que nunca del Quijote es el icono, el arquetipo del caballero enjuto sobre su caballo con un escudero regordete sobre un rucio; eso es internacional e inmortal.