¿Y el notario qué dice?

Manuel Valero.- No hay nada más absurdo y ridículo que un notario en un pacto político. ¿Qué demonios hace un notario ante el compromiso de dos dirigentes de acordar una investidura o una legislatura o las dos cosas sino estorbar? Se firma un pacto y si se cumple se sigue y si no, no se sigue. Fácil.

¿Pero un notario? ¿A quién se le ocurrió la idea de entrometer la respetada notaría en asuntos fungibles de la política? Había que llevar el asunto a las facultades de Política de todo el mundo como ejemplo de lo que no se debe hacer –un pacto firmado por políticos electos bajo la atenta mirada escrutadora de un señor notario.  Pero no. Incluso aquellos que aparecieron de nuevas en el panorama político con “ansias de renovación”, como canta Silvio, se veían bien con ese jarrón chino notarial que no sirve para nada. Y así, con un notario como solemne testigo nació y se rubricó el pacto PSOE-Podemos (no olvidar el almuerzo famoso en casa del inefable) con el único fin y afán de echar a la presidenta manostijeras de una Junta a la que el PP llegó con la caja más limpia que la patena de San Pedro. ¿Y ahora quien nos devuelve el dinero? Porque es de suponer que el notario que dio fe de que los señores Page y Molina, mayores de edad y en plenas facultades y todo eso, firmaban un pacto (el de caballeros no necesita notarios que valgan) para gobernar esta región, cobraría sus emolumentos.

El líder nacional de Podemos, Pablo Iglesias, dijo antes de las segundas elecciones –porque hubo segundas elecciones, recuerden- que el pacto político notarial entre PSOE-Podemos de Castilla-La Mancha no corría peligro. Palabra de político, o sea , hoy una cosa y mañana otra.  ¿No diría eso el líder podemita porque sabía que el susodicho pacto se firmó ante un notario y lo que se firma ante notario no sólo se corta y pega sino que se paga?

El caso es que Page-García Molina iniciaron la andadura de consuno con la bobada de un notario –ponga un notario (bueno o malo) en su pacto que luego ya si eso yo ya… que diría nuestro Mota, natural de la región que ha dado al mundo los tres mejores humoristas patrios, Coll, Millán y Mota y abastece al mercado nacional con la hornada nuit … Quizá por eso, por ese histrionismo entre el resabio y el escepticismo manchego, que no se acaba de fiar ni de su sombra, que aquí se tiró de notario al primer pacto.

Y se ha roto. ¿Y ahora qué dice el notario? ¿Nada? ¿Entonces qué diablos hacía en un lugar que no es el suyo ¿ Un pacto no se puede romper si alguna de las partes no cumple con lo prometido? ¿A qué obligaba el pacto ante notario? A cárcel o arresto domicilario del incumplidor o  rompedor?. Quiero leer la letra chica del pac-to-an-te-no-ta-rio.

En fin, que fue una solemne majadería la fe notarial en cosas que son de hombres de palabra (y mujeres)  que tienen la severa responsabilidad de gestionar los intereses generales antes que saciar carreras, egos (en CLM ya estamos aviaos para los próximos milenios tras el imperio de Josephus Bonus) y carteras (de la pasta no las otras) porque cuando dos políticos se comprometen, lo hacen primero ante sus propias conciencias, segundo ante su electorado, tercero ante la sociedad general a la que sirven para sacar adelante un trabajo… y en caso contrario adiós muy buenas. Pero para este viaje no necesitábamos un notario que diera fe de la vergüenza que ha provocado la ruptura. No, no hacía falta un notario.

“El pacto ha muerto por desaliento y vergüenza”, ha dicho García Molina que acusa a la otra parte contratante de intrigante. Pero yo quiero saber qué dice el notario y si no  que me devuelvan el dinero.