La organización Global Justice Now (Justicia Global Ahora) fue creada en 1970 y tiene su sede en Londres. Sus componentes tratan de potenciar la investigación para exponer las injusticias y desarrollar campañas de justicia global en el mundo que, pocos lo niegan, es tremendamente injusto. Sus acciones tienden pues a resaltar la gran desigualdad entre ricos y pobres y a organizar movilizaciones para el cambio, además de mostrar solidaridad con las personas que luchan contra la injusticia.
En los últimos tiempos ha realizado un trabajo importante contra los acuerdos comerciales como la Asociación Transpacífico (TTP), el Acuerdo Global sobre Economía y Comercio (CETA), en vías de conclusión entre la Unión Europea y Canadá, o la Asociación Trasatlántica para el Comercio y la Inversión (TTIP), propuesta de acuerdo de libre comercio entre la Unión Europea y Estados Unidos. Las regulaciones de seguridad, los derechos de los trabajadores, las normas de protección del medio ambiente y las normas alimentarias estarían amenazados por el TTIP, según se ha repetido con frecuencia
Por eso, cuando el ministro alemán de Economía anunció hace poco que el TTIP se había frustrado “de facto”, Kevin Smith, portavoz de Global Justice Now, dijo que “el fracaso del TTIP es un testimonio de los cientos de miles de personas que han salido a las calles para protestar contra él, los tres millones de personas que firmaron una petición para que no fuese aprobado, y la gran coalición formada por diferentes grupos de la sociedad civil, sindicatos y activistas, que lucharon por detenerlo. El TTIP habría permitido una apropiación del poder por parte de las Corporaciones, y las democracias soberanas de la UE se habrían visto comprometidas”.
Pero si el TTIP parece muerto, gracias a las importantes movilizaciones habidas en Europa, acecha el peligro del TiSA (Trade in Service Agreement), que se prepara desde 2012, el tratado más importante y menos transparente de todos cuantos se negocian en la actualidad. Sus promotores quieren liberalizar al máximo el comercio internacional de servicios, convertido en los últimos años en gran objetivo del sector privado, sobre todo construcción, enseñanza, sanidad, servicios financieros, telecomunicaciones o transportes, actividades que los ciudadanos utilizamos diariamente y que, desde el punto de vista económico, suponen dos tercios del Producto Interior Bruto mundial. Por supuesto, el TiSA ha sido respaldado por algunas de las corporaciones más influyentes como Google, Citigroup, IBM, JP Morgan Chase, Microsoft, Walmart o Walt Disney.
Ahora, a mediados de septiembre, Global Justice Now ha hecho público un informe referido a 2015 que muestra una vez más el gran poder de las corporaciones multinacionales, que han ido incrementando en los últimos cien años, a la vez que avanzaba el capitalismo global. Esas empresas que, según José Luis Sampedro, se mueven en un espacio por encima de la geografía política, viven y crecen por encima de las nacionales, rebasan las fronteras y, en conclusión, escapan en mayor o menor grado a la soberanía.
Dicho informe revela que 69 de las 100 entidades mas ricas del mundo, con más ingresos, son compañías y solo 31, países. La primera multinacional que aparece en el listado es Walmart, con un valor de mercado de 482.130 millones de dólares, superando a países como España, Australia o Países Bajos. Se constata la creciente influencia de las empresas multinacionales en política y espacios públicos, así como las cada vez más frecuentes medidas de las autoridades en beneficio de las poderosas empresas. Estas ignoran a las personas, debilitan las soberanías nacionales y convierten a los partidos políticos en sus representantes.
En la tabla que acompaña se puede apreciar la relación de las 33 primeras corporaciones y países. España se sitúa en el lugar número 11 y la primera multinacional procedente de España es el Banco Santander, con 55 filiales en paraísos fiscales en 2011 (Diccionario crítico de empresas transnacionales. Claves para enfrentar el poder de las grandes corporaciones), en el puesto 105. En la relación de 406 corporaciones está también Telefónica, en el lugar 182, con 16 filiales.
Los datos muestran que los 180 países más pobres tienen menos ingresos que las diez principales multinacionales, que para obtener beneficios no les importa destrozar el medio ambiente, pisotear derechos humanos, potenciar el cambio climático, favorecer injusticias o cambiar gobiernos. Está claro que antes son las personas que las multinacionales, pero la ecuación se invierte, con la ayuda de un gran número de gobiernos, para conseguir ganancias a corto plazo.
Isidro Sánchez
Desde el revés de la inopia
El TTIP es la nueva perreta de la vieja izquierda siempre en contra de su eslogan: el progreso. Son los mismos que decían que si se creaba Europa, sería el fin del mundo…el fin del mundo para ellos, tal como electoralmente se ha ido viendo con el paso del tiempo.
Gracias al TTIP, por poner un ejemplo directo, el sector agroalimentario manchego podrá competir en igualdad de condiciones con el americano en su propio territorio, caerán aranceles y sobretodo, cosa importante: habrá una homogeneización del derecho internacional privado, algo que se lleva siglos luchando por conseguir.
Lo de siempre.
Si esos servicios se someten a una autoridad fiscal y de control de calidad única, podría intentarse su liberalización. Como eso no va a pasar, liberalización equivale a no pagar impuestos y escapar a los controles.
El recelo está justificado.
Por supuesto, de exigir a Asia que garantice derechos laborales y sociales a sus trabajadores, para que los nuestros puedan competir con ellos en similares condiciones ni hablar. De esto nunca se habla, pero ésto está detrás de todo.
Asia no participa en este tratado. Es entre USA y EU.
El tratado que afecta a la Asia (más desarrollada), es el tratado «Transpacífico», y no como continente. Lo firmaron USA, Mexico y Chile con varios paises asiáticos, más Canadá y Australia. Es decir, que gran parte del mundo y a tiene un tratado de libre comercio extracontinental.
Que por cierto, dicho tratado es más o menos una copia al TTIP. Y no se ha acabado el mundo.
Ya sabes más que yo. Pero mucha libertad de comercio y nuestros trabajadores tienen que competir salvajemente con los asiáticos.
Rousseau y el paraíso original, el estado de naturaleza. Liquidado el marxismo (aunque lo guarden dentro y sigan apoyando la dictadura), la salida ahora es Rousseau y la vuelta a la naturaleza. A esos pequeños productores felices que existieron alguna vez en armonía. Una mentirijilla más. Pobrecillos.
Trump también está en contra del TTIP.