Está bien esto de sincerar públicamente la mediocridad crónica de las programaciones fiesteras organizadas por nuestro ayuntamiento. Ya podemos decir que esta limitación no era algo propio del pasado sino también del presente, que no era algo exclusivo de un partido, sino inherente al ejercicio de la política festivo-cultural de nuestra localidad. Debe ser una suerte de imperativo categórico grabado en la genética local y municipal que conduce a este tipo de agendas musicales.
Parece que la innovación y permeabilidad que el actual equipo de gobierno quiere transfundir a la añeja y ortopédica Pandorga, con la clara estrategia de ganarle el reclamo de interés turístico nacional, es impracticable en el ámbito de las ferias y fiestas locales. En ellas no hay espacio para el cambio o la innovación.
Y no se trata de una mera apreciación subjetiva o una cuestión de gusto. No se trata tanto del valor subjetivo que se pueda atribuir a las diferentes actividades lúdicas o a los diferentes grupos y cantantes que han conformado la cartelera musical, sino de que en el fondo, se trata de una cartelera que ha girado en torno al mismo paradigma de siempre. O dicho de otro modo, una cartelera incapaz de girar en torno a otros conceptos, estéticas, manifestaciones culturales o artísticas. Parece que el cartel cultural de las ferias de Ciudad Real está diseñado no para satisfacer diferentes gustos lúdicos o musicales, sino para conformar a lo que se podría denominar «público de pueblo» o, mejor dicho, «público de feria». Esto es, ése que se conforma con tomar vermut matutino, comer pollos vespertinos, alternar en las casetas insufribles, acudir a los toros, o a la hípica. Público de churros, de casetas con olor a fritanga, de rifas de camellos corredores, etc, etc.. Lo dicho, un programa que no es para todos los públicos, sino sólo para el canónico y estandarizado público de feria. No en vano, a diferencia de otros eventos, los que se programan en estas fechas tienen lugar casi exclusivamente en ese museo que es el recinto ferial. No inundan la ciudad de manera amplia y diversa. Parece como si la programación de las ferias estuviera reñida con el buen gusto, con lo estético, con lo emocional, con lo artístico, y tuviera que vincularse exclusivamente con lo orgánico, lo visceral, lo primitivo… beber, apostar, comer, bailar, beber… Una concepción bastante simplista y primigenia de lo popular, o de cómo el «pueblo» ha de divertirse según la mentalidad oficial.
La innovación consistiría en diseñar una programación verdaderamente heterogénea, extensa, diversa..con eventos para más públicos y sensibilidades.
¿Por qué no es objeto de programación algún espectáculo teatral, cinematográfico, plástico, heteromusical (pongamos…, jazz, sinfónico, flamenco).., ¿por qué no romper el casposo estándar de programación de feria, típica y tópica?
¿Por qué no involucrar a los vecinos en el diseño de la programación? ¿por qué no involucrar a las comisiones que conforman el consejo de cultura de ciudad real en el diseño de la programación?
La innovación no consiste en que el equipo del PSOE traiga a unos grupos diferentes a los que traía el PP. En el fondo, la línea estética y programática es igual de caduca y obsoleta. El reto innovador está en romper ese esquema, ese círculo vicioso y viscoso, y diseñar una programación lúdica y cultural, que entretenga y emocione, que satisfaga a más vecinos de los que conforman ese estandarizado y dócil público de feria. Las ferias y fiestas de un pueblo son una ocasión inmejorable para popularizar y acercar otras expresiones culturales y artísticas al público no habitual.., para seducir a los vecinos a través, si se quiere, del lado más lúdico de la cultura y del arte. El momento ideal para dar a conocer expresiones culturales a través de su lado más desenfadado y festivo. Una manera de enganchar al no-público. Ardua tarea. Pero también la fiesta y el festejo han pasado a conformar campos de acción de la política pública y, por tanto, debemos pedirle cierta responsabilidad. Si hemos llegado al punto de haber delegado en una administración pública la labor de entretenernos, al menos, que lo haga con un conjunto de acciones que tengan valor social, cultural y educativo, y no sólo valor económico, simbólico, lúdico y dipsómano.
En este concepto de feria, menos recintada, menos cerrada, menos casposa, menos primitiva, más variada, más estética, más entretenida, más emocionante y más cultural creo que reside uno de los retos del necesario cambio de paradigma que han de sufrir las fiestas de nuestro pueblo. ¿Lo verán nuestros ojos?
Alberto Muñoz
Con los ojos bien abiertos
Muy bien expresado el pensamiento de muchos ciudadrrealeñoz/as sobre las ferias y fiestas pasadas.
Yo tan solo añadiría que el poner unas sesiones de cine en la Pl de Toros o conciertos en las calles o plazas no es suficiente para que esto «cambie» de verdad.
Como bien dices, yo no he visto una participación verdaderamente de la ciudad en la elección de los eventos (a no ser que se me haya pasado…).
¿El año que viene quizá?
Y por cierto, añado como último toque mi más visceral crítica a los botellones en medio de las calles, ya criticados por mi en otro artículo.
Comparto totalmente su punto de vista, Alberto. El más de los mismo, como patrón que se repite año tras año en ls fiestas de C. Real es la moneda corriente en otros lugares. Pero, por otro lado, no estoy tan seguro de que , si un concejal en el futuro apostase por una programación trabajada , original y diversa, el aplauso de los ciudadanos se fuera a producir. Tampoco lo estoy de que los ciudadanos convocados para proponer alternativas, como posibilidad apuntada en tu texto, diera satisfactorios frutos. En ese sentido, recuerdo que hace algunos años, en un pueblo de Madrid, preguntamos a un concejal de la oposición , amigo nuestro, sobre la programación de las inminentes fiestas. Relató el programa que le habían dado en la Comisión de festejos , y todos los presentes expresamos nuestro descontento con esa manía de repetir el mismo esquema todos los años. El concejal, tras manifestar su acuerdo con nuestro desacuerdo, nos pidió sugerencias al respecto. Ninguno supimos dar, más allá de algunos apuntes relacionados con nuestos gustos teatrales o musicales, una respuesta que cambiase el programa de forma ¨revolucionaria¨.
Unas ferias creativas e inteligentes son un oximoron. Esto es, son pura imposibilidad. Frente a la imposibilidad de una refundación hacia la participación creativa, solo queda el ensimismamiento melancólico (que es lo que hay dentro de la alternancia de grupos políticos rectores), o la denuncia como la realizada por A.M. No creo que haya más posibilidades de relato ni de propuesta. ¿Por qué han de ser los Consistorios los encargados de programar el ocio y la diversión de los ciudadanos? Baste ver el autobombo desplegado (hasta tres concejalas pavoneándose de méritos y logros) en el balance de los hitos festivos alcanzados. Todo ello en pleno jolgorio del olimpismo y plena batalla por la salida a la interinidad gubernativa. Visto lo visto y oído lo oído me parece paladear las mieles feriales de 1970, 1960 y hasta 1950. Da pavor ver cómo regresamos al pasado.
Denuncia melancólica, Sr. R.
Curiosamente estos días repasaba algunos recortes de prensa y leía un par de esclarecedores artículos suyos sobre este monstruo de las ferias ciudadrealitas.
Totalmente de acuerdo,Alberto.Seria necesario darle un giro para evitar que todo fuera tan repetitivo y tan monótono.Innovar, sugiriendo nuevas actividades menos basadas en el delirio consumista y más en inquietudes culturales y de entretenimiento.Es más,pienso que un cambio de esas características favorecería que mucha gente no escogiéramos precisamente estas fechas par nuestras vacaciones e incluso atraer la atención de otros tipos de público que enriquecieran el contenido y el espíritu de nuestras fiestas. Mi opinión es que falta coraje en nuestros políticos para liderar este tipo de cambios.
Pues empecemos por revisar la Pandorga que atrae a mucha gente, pero que sólo viene al olor del vino y el botellón.
Mi primera propuesta pasa por no dar cobertura y eliminar estas fiestas de Baco.
Las Administraciones, considerando los tiempos que atravesamos, deben ser valientes en la organización de las Fiestas. El punto clave de conseguir este objetivo es la «creatividad», es decir, los Equipos de Gobierno deben contar con la capacidad de generar nuevas ideas sin tener en cuenta normas sociales establecidas por la costumbre para eliminar los bloqueos culturales que nos entrenan para ver de una determinada manera.
No hay que tener «visión estrecha». Es urgente contar con lo que se denomina «pensamiento original», la «imaginación constructiva», el «pensamiento divergente» o el «pensamiento creativo». Sobre todo, el cambio debe introducir novedades…
Como decía el poeta Berthold Auerbach,»la novedad atrae la atención y aún el respeto, pero la costumbre lo hace desaparecer pronto». Cuidado….
¡Qué cita más apropiada!
Echad un vistazo, en este mismo digital, a Torralba de Calatrava, municipio de 3000 habitantes. Pasen y vean la cantidad y calidad de actividades culturales que se han desarrollado en ese pueblecito en unos pocos meses. Poco importaría que las fiestas patronales de las ciudades y pueblos tuvieran como protagonistas el churro matutino y el pollo vespertino si, el resto del año, las necesidades culturales de otras sensibilidades se vieran cubiertas.
Sres. alcaldes y concejales de grandes y medianos pueblos y ciudades, tengan como referente a Torralba. La cultura es la que hace grande una ciudad.
Qué horror. Procesiones, churros, toros y vermú. Qué olor a naftalina. Ferias viejas, ferias rancias. Cuán bonito hubiera sido un ciclo homenaje a Bergman en la plaza de toros; o un recital de poesía en el auditorio de la Granja. Para los niños, actividades coloridas y florales sobre la ideología de género. Y para los mayores, exposiciones sobre las Brigadas Internacionales. De remate, un buen concierto de Lluis Llach, que suene L’estaca.
En la Feria caben muchas Ferias. Del ingenio a la extravagancia, la distancia es muy corta. La reflexión más sensata la ha hecho don José Rivero :”¿Por qué han de ser los Consistorios los encargados de programar el ocio y la diversión de los ciudadanos?». Más que prohibir churros o camellos, toros o pollos, propongamos, seduzcamos. Y si la propuesta triunfa, será por méritos propios, no por imposición. No olvidemos que hay gente que le gustan los toros, o que sienten vigentes y actuales las tradiciones.
Pues compro todas las ideas que has propuesto,en un momento lo has hecho parecer sencillo.
Que políticos más mediocres y cobardes tenemos.
Ya he comentado en otro articulo, que las Ferias y Fiestas capitalinas hace años que no me ven el pelo y quizá por eso o precisamente a causa de ello, me resultan molestas, desagradables, obsoletas, absurdas y aburridas.
Como por suerte he encontrado este de Alberto Muñoz y excepcionalmente las respuestas no viscerales ni tipo troll a los que estamos acostumbrados, he podido leer sin esfuerzo las propuestas que habeis hecho y es cierto, que dificil es; desde si deben ser los consistorios los que las organicen, hasta la oferta cultural, y en ello estaba cuando he recordado a muchos de los pueblos de nuestra provincia que independientemente de las patronales, se han distinguido por este tipo de actividades desmarcandose de la onomástica patronal. Me refiero al festival de teatro de Almagro, a la semana de la zarzuela de la Solana, a la semana cultural de Corral de Calatrava, de Villanueva de los Infantes, la semana de cine de Calzada de Calatrava, etc, etc, etc, y echo de menos algo asi en la capitaleja.
Es cierto que Ciudad Real tiene provincia y no capital, en esto, tambien.
Saludos
El personal se viste de underground y quiere algo diferente. Si cualquiera repasa las ferias de otros lugares el denominador común es la juerga y el alcohol, que son ferias y no una semana cultural. ¿Quién va a ir al teatro en verano, en plenas ferias a no ser que sea un espectáculo de esos de comedia barata; cuánta gente fue a ver la última obra que se estrenó de Mayorga aquí, y no eran ferias? No nos pongamos estupendos. Las ferias son para lo que son y están bien así añadiendo algún grupo musical más moderno o algún otro tipo de espectáculo (que es lo que se ha echado en falta), poco más si acaso hace falta más cachondeo. Ya hay semanas dedicadas al cómic, luna llena, …
Por cierto, alguien dice que no sean las instituciones, que salga de la sociedad, ¿quién lo paga? A ver si ya estamos pidiendo subvenciones por si esa gente «deseosa» de cultura alternativa no acude y se marcha a las ferias de otro lugar.