Sagrario Pérez de Agreda Galiano, Farmacéutica del COFCR.– El agua es el principal componente químico de nuestro cuerpo y representa cerca del 60% del peso corporal. Nuestro organismo necesita el agua para para transportar nutrientes, eliminar toxinas o para mantener hidratados órganos y tejidos.
Si tomamos en cuenta todo esto, es fácil entender que una hidratación óptima es fundamental para mantener un buen estado de salud y bienestar
Las necesidades de agua varían dependiendo de cada persona: su edad, sexo, estilo de vida, recomendándose como norma general consumir entre 2 y 3 litros de líquidos al día. Sin embargo hay que tener en cuenta una serie de situaciones que pueden influir en la cantidad de líquido que debemos tomar:
- Si se practica ejercicio de forma regular, aunque sea de baja intensidad, debemos hidratarnos antes, durante y después de la actividad física. Esto puede suponer 3 vasos de agua adicional, o incluso más si el ejercicio es muy vigoroso o dura mucho tiempo.
- En el caso de enfermedades como diarrea, vómitos o fiebre se debe aumentar la ingesta de líquido para compensar el extra que se está perdiendo.
- La mujer embarazada debe incrementar el aporte de líquidos, aproximadamente 300 ml día, esto la ayudará a evitar el estreñimiento, eliminar las toxinas del cuerpo y disminuir los riesgos de infecciones urinarias.
- Un factor importante a considerar es la climatología. Las altas temperaturas del verano favorecen la pérdida de líquido y electrolitos por el sudor. Esto hace que en verano debamos estar más pendientes de reponer estas pérdidas aumentando el consumo de líquido
Es importante beber antes de que llegue la sed, que es un reflejo que nos está avisando de que nos falta líquido. Si notamos sequedad en la piel y labios, fatiga y no logramos concentrarnos durante las actividades del día, estamos teniendo ya síntomas de deshidratación
La deshidratación puede ser un proceso muy grave, especialmente en niños y personas ancianas. Por eso, es importante ofrecer bebida regularmente a los niños aunque no lo demanden y recomendar a los ancianos que tengan a mano una botella o jarra de agua para que controlen lo que han consumido a lo largo del día que debería ser de siete a ocho vasos diarios como término medio.
Por último no debemos olvidar adaptar nuestra alimentación a los calores veraniegos:
- Aumentar el consumo de frutas, especialmente aquellas más acuosas como el melón, la sandía, o la piña.
- Incrementar el consumo de verduras en general, mejor en forma de ensalada, sopas frías, gazpacho, zumos (tomate, zanahoria…)
- Evitar comidas demasiado copiosas, siendo preferible aumentar el número de tomas diarias disminuyendo su volumen.
- Evitar, o reducir, el consumo de alimentos muy condimentados y elaborados como salsas, fritos, rebozados, siendo preferible el empleo de técnicas culinarias sencillas como hervidos, asados, o plancha
Y recordar que la mejor de hidratación es con agua.
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