Profesionales de salud mental y orientadores educativos plantean acciones preventivas para atajar los trastornos de conducta en menores

La necesidad de implantar diferentes medidas para prevenir los trastornos de conducta, afectivos o de otra índole que puedan afectar a los menores es la principal conclusión de la jornada de coordinación que ha reunido a profesionales de Salud Mental del Hospital General Universitario de Ciudad Real, dependiente del Servicio de Salud de Castilla-La Mancha, con los orientadores adscritos a los centros educativos de la capital y su entorno.
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En las jornadas han participado alrededor de un centenar de especialistas de la atención educativa y psicosocial con el propósito de diseñar estrategias conjuntas que ayuden a prevenir y tratar las alteraciones conductuales, trastornos de ansiedad y afectivos, acoso, violencia o trastornos de la conducta alimentaria que puedan afectar a los menores.

Con esta intención, se ha acordado elaborar protocolos de actuación para los diferentes trastornos y la puesta en marcha a principio de curso de un programa de revisiones que alerten de la aparición de los primeros síntomas de cambios en el carácter o conducta. Se ha decidido también establecer un calendario de reuniones trimestrales de coordinación.

Estas medidas se complementan con actuaciones de prevención de las situaciones de acoso y de violencia entre menores y el fomento de los hábitos alimentarios saludables desde edades muy tempranas para mitigar una posible aparición posterior de los trastornos relacionados con la comida al llegar a la adolescencia.

A estas resoluciones se llegó después de que los asistentes a las jornadas se repartieran en cuatro grupos de trabajo con el fin de favorecer la aportación de respuestas a los supuestos planteados: ¿cómo detectar estos problemas?, análisis de posibles factores relacionados con su aparición, vías de abordaje y, por último, seguimiento de las intervenciones propuestas y resultados.

Así, en primer lugar se puso de manifiesto el papel fundamental que juegan los docentes y la familia de manera coordinada o por separado para alertar de los cambios de conducta que puedan experimentar los menores, detrás los cuales puede haber alguna enfermedad o dependencia, componentes psicológicos, como ansiedad o depresión, familiares, en los que cabrían las rupturas y los malos tratos, y factores ambientales, entre los que estarían los problemas con los compañeros de clase.

Para atajar estas patologías se proponen, entre otras medidas, la creación de escuelas de padres, las terapias personalizadas con los menores y sus progenitores y estrechar la coordinación entre el centro educativo y las unidades de salud mental. También es necesario dotar al profesorado de habilidades para detectar un posible trastorno que pudiera padecer un alumno, la creación de tutorías individualizadas en colegios e institutos y recabar la ayuda del Equipo de Atención Educativa del HGUCR en los casos más agudos.

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