Dice Boris Groys que «La mirada contemporánea es más marxista que freudiana«.
No leer, pese a todo “más machista que freudiana”. Aunque pudiera ser.
Hay quien piensa con ello, con la mirada de Groys, en una mirada estrábica.
Uno ojo rojo y otro ojo negro. Y no es Stendhal.
O puede que el ojo fuera morado. Lo que ocurre tras una pelea.
O si se quiere, también, un ojo económico y otro ojo sexual.
Hay quien piensa que el ojo sexual es el ombligo, y el ojo económico la cerradura de la caja fuerte.
Básicamente, prosigue Groys con su afirmación controvertida de la supremacía de Marx frente a Freud: es tal porque interesa más la economía que el sexo.
Recientemente George Steiner, decía de Sigmund Freud que “había sido uno de los mejores mitólogos. Y un excelente novelista”.
El Psicoanálisis como texto íntimo y como novela de formación.
La Plusvalía como crónica social y como poema épico.
Economía y Sexo. Mitología y Novela. Todo está en los libros.
Hasta los sueños y las revoluciones.
Pero ¿no hay una economía libidinal, que reasigna lugares, pasiones y símbolos?
La afirmación de Groys sería cierta en un mundo fuertemente polarizado: ‘Aquí el dinero, aquí las pasiones‘.
En un mundo interconectado, hay sexo en la economía y en la Bolsa (véase el cine como representación de la entrepierna en ‘El lobo de Wall street’).
Y en ese mundo relacionado, hay también dinero en el sexo (véase todo el mercado de la prostitución, toda la trata de blancas, todo el menudeo carnal y todo el mercado pornográfico).
Incluso ahora que sabemos que el 20% de los españoles compran servicios sexuales.
Un 20% de varones que no sólo serán solteros, viudos o separados que deciden el pago por el servicio prestado.
Un servicio carnal, como un sector de actividad más.
Como refleja la modificación experimentada en el cómputo del Producto Interior Bruto, el consignarse toda la prostitución como un ingreso más en la contabilidad nacional.
Pero ¿quién ingresa lo que paga otro?, ¿lo que paga el usuario?
No siempre la trabajadora de la carne y la laboranta del sexo, se beneficia de ese pago económico.
Siempre hay intermediarios, desde el proxeneta, el chulo, la celestina y la madama.
Como bien lo vio Buñuel en su ‘Belle de jour’.
Historias blandas de la prostitución dura.
Historias blancas de la prostitución negra.
Chulos con cicatrices y dientes postizos, acariciando a una mujer angélica de mármol, representada por la gélida y angelical Catherine Deneuve.
José Rivero
Divagario
Magnífico artículo.
El marxismo argumenta dialecticamente desde el enfrentamiento, el psicoanálisis desde la afectividad y sexualidad traumáticas, el capitalismo agresivo desde la dominación del ser humano bajo el eufemismo de la libertad que todo ser humano tiene de ser incluso, inmoral, es decir de usar al ser humano tanto como como util sea para la consecución de sus fines, en ello coincide con el otro materialismo filosófico, el fascismo/comunismo.
Lógicamente, las ideologías, que nos hacen pensar pero no consienten que pensemos por nosotros misnos, han muerto.
Hay que gestar un nuevo Renacimiento, que ponga al ser humano como fin y medio de toda acción y pensamiento. El ser humano es medida para todas las cosas. Viva el clasicismo filosófico.
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