Ambrose Bierce tuvo la mala ocurrencia de iniciar su carrera solapándola con el final de la del mayor genio de la literatura preternatural de todos los tiempos (qué quieren, nos gustan las exageraciones y hasta los dislates). A Ambrose Bierce le tocó, nada menos, contender con la alargada sombra de Poe. Del maldito Poe. O sea, una guarrada como se ven pocas.
Con lo cual, en este país donde prima el ignaro sobre el clarividente, el boceras sobre el discreto, el desustanciado sobre el filósofo, la basca siempre ha creído que Bierce vendría a ser algo así como un Poe descafeinado. Craso error, lamentable desliz cometido por los ignaros, que no cejan en su empeño de despeñarse por la barbechada de la gilipollez supina. Bierce, como Poe, no gustaba de novelones largos; Bierce, como Poe, conoció el lado oscuro; Bierce, como Poe (qué hartura), se engolfa en el relato corto de terror para ponerle al contribuyente los pelos como escarpias. La editorial RBA, hace ya unos años, recopiló sin mucho criterio selectivo algunos de los cuentos de Bierce en este volumen, de engañoso título, pues no avisa de la existencia de otras obras cortas en su interior que aquella que le da –demoledor– título. Sin embargo, aquí hay tela de la buena. Ponemos aquí los títulos de los cuentos para aquellos que tengan interés por confrontar su contenido con las recientes ediciones de Alianza en su colección de bolsillo de la obra de Bierce, que ya era hora de que el mundo editorial español despertara del fastuoso letargo de gallofa submongólica y nos suministrara a los lectores algo de consistencia que llevarnos al bandujo. He aquí la lista completa de los cuentos: “Un vigilante junto al muerto”, “Los ojos de la pantera”, “Un vagabundo infantil” (este relato resulta especialmente espantoso), “El entorno conveniente” (también publicado en otras antologías como “Ambiente adecuado”), “Visiones de la noche”, “La jarra de sirope”, “Una carretera iluminada por la luna”, “La ventana entablada”, “La alucinación de Stanley Fleming”, “El famoso legado Gilson”, “El desconocido”, “El dedo corazón del pie derecho”, “Una aventura en Brownville”, “El hombre y la serpiente” y “Un terror sagrado”. Estos son los cuentos de tan descacharrante tomo. Puede que la traducción de Rafael Lassaleta y Javier Sánchez cojee en algunos párrafos, no estamos capacitados para asegurarlo pero algo nos rechina en ocasiones. Sin embargo, a cualquier avezado lector de literatura terrorífica ha de resultar de un singular agrado esta ensalada de desórdenes cósmicos. Buen provecho.
Emilio Morote Esquivel
Palabras marginales
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Menos mal que vuelves a regalarnos con tus escritos; se te ha echado (yo he echado) mucho de menos al mejor narrador que hay en la provincia sin duda alguna.