Antes de la presentación de su primera novela, que será el próximo 17 de junio en el salón de actos del Museo Municipal de Puertollano, hemos querido conocer algo más de su autor, Chema Fabero, charlando con él en una interesante entrevista donde el escritor puertollanense explica el porqué de su salto a esta nueva faceta literaria desvelando también muchos detalles relacionados con su último trabajo “Alma breve de los pájaros”.
Poeta, director de teatro y de televisión, guionista cinematográfico, autor de teatro y de una amplia gama de cuentos y artículos periodísticos, se ha dado a conocer sobre todo como escritor, como autor de poesía, cuento y principalmente teatro.
¿Era el momento de dar el paso hacia la novela?
Bueno, es que en realidad “Alma Breve de los Pájaros”no fue concebida como una novela, al menos en cuanto a extensión se refiere. La idea era la de escribir un cuento, tal vez un cuento largo. El relato empezó su andadura con la intención de pararse en la primera bifurcación del camino, porque no veía la necesidad de extenderme demasiado, sin embargo echó a andar un poquito más y se fueron añadiendo páginas.
Hasta convertirse en novela.
Claro. Ciorán dejó escrito que el novelista escribe de más; que a la mayoría de las novelas les suelen sobrar párrafos y párrafos. Y creo que es verdad. Mi propósito era contar esta historia del modo más conciso posible, en parte porque la señora doña Pereza siempre está ahí para proponerte otras formas sabrosas de perder el tiempo, como jugar al billar o al ajedrez, y en parte porque mi obsesión por las correcciones no me deja otra salida. No recuerdo si fue Piglia o Borges quien dijo que publicaba para dejar por fin de corregir, y lo entiendo a la perfección. A mí me pasa algo parecido. Hasta el instante último de entregar el texto a imprenta he estado corrigiendo. Sobre todo suprimiendo cosas. Publicar es descansar. El fantasma de las correcciones está siempre ahí, detrás de los sesos, incordiando, hurgando.
¿Cómo fue esto de contar la historia en clave de ciencia ficción?
Tenía dos opciones. Por un lado podía haber situado la acción en el siglo XIX, tal vez en un circo de aquellos que exhibían en jaulas a los que llamaban “monstruos” o “fenómenos de la naturaleza”, como por ejemplo sucede en las películas “La parada de los monstruos” y “El hombre elefante”, y por otro lado podía situarla en el futuro, donde la estética extraterrestre me ofrecía parecidas posibilidades a la hora de escribir sobre el personaje, un personaje que no deja de ser una rareza sobrepuesta entre muchas rarezas.
“Alma Breve de los Pájaros”, un título sugerente.
Eso es lo que debe pretender un título, abrir la puerta de cierta sugerencia ya desde la cubierta del libro. En este caso el tema de los pájaros es recurrente en la novela; la acción gira, o vuela más bien, sobre la ausencia de pájaros en el escenario donde se desarrolla la historia.
¿Escenario? Se nota que usted viene del mundo del teatro.
Vengo del mundo del teatro; voy al mundo del teatro. Supongo que sí, que se nota. De hecho en la novela hay capítulos en los que todo es conversación, diálogo puro, sin ninguna añadidura descriptiva, sin apenas ningún aditamento novelístico. Pensé que estos capítulos, intercalados entre aquellos en los que la protagonista sí se explica de un modo narrativo, le deberían dar a la novela una agilidad distinta, necesaria.
Además de todo esto cabe preguntar por el jazz, que parece ser una constante en la novela.
Sí. Todos los personajes de la obra tienen nombre de grandes intérpretes del jazz, a excepción de uno de ellos, que se llama Zondervan, y que literalmente significa “sin apellido”. Ahí están Parker, Mingus, Nina Simone, Sarah Vaughan, Thelonius Monk… A pesar de que para esto de la música dejo mucho que desear, incapaz como soy de un do-re-mi que se precie, yo buscaba en la novela cierto ritmo jazzístico. Al fin y al cabo se necesita un ritmo para escribir y se me ocurrió que podía introducir algún que otro motivo del jazz que más me gusta.
El sociólogo y museólogo Jesús Campos Alcaide dice en el prólogo que “Alma Breve de los Pájaros” es una novela “capaz explorar lo insólito, lo absurdo o la excepción dentro de lo cotidiano y de dar giros inesperados al sentido de la narración” y no duda en establecer comparaciones con Emil Ciorán o con la obra del mismísimo Cortázar.
Bueno, evidentemente no hace falta decir que Jesús es mi amigo. Pero, en fin, imagino que nadie le encargaría el prólogo de su libro a un enemigo.
En la dedicatoria del libro aparece el nombre de Eduardo Navarro, a quien la mayoría de la gente de Puertollano conocía como “Fiti”, un gran amigo suyo ¿Cómo fue lo de dedicarle la novela?
Era de recibo. El hecho de que su muerte esté más o menos reciente tiene algo que ver, aunque supongo que la muerte de un amigo siempre parece reciente, pero lo que me decidió a dedicarle esta novela es el hecho de que hace más o menos treinta años él había escrito un cuento, creo recordar que se llamaba “El niño del grano”, o algo así, que está en el origen de esta “Alma Breve de los Pájaros”. Por supuesto ni la idea ni el desarrollo tienen relación con aquel relato suyo, pero sí está en una íntima inspiración de la historia. Recuerdo que poco antes de su muerte le comenté que estaba finalizando la novela y se mostró sorprendido de que aquel cuento suyo pudiera inspirarme. Es una pena que no pueda leerla.
¿Algún otro proyecto?
Algo de teatro, sí. El teatro siempre está ahí. O sería mejor decir que nosotros siempre estamos ahí, en el teatro. Pero en cuanto a proyectos prefiero no adelantar nada. Cada cosa a su tiempo.