Fermín Gassol Peco.- Aparte de que la U.D. Socuéllamos y la U.D. Carrión sigan haciendo historia, la liga una año más está que arde. La primera división de nuestro fútbol nacional está tocando a su fin y arde precisamente por donde más puede quemar, esto es, por los puestos para el descenso a segunda división.
A falta de dos jornadas tan solo hay un equipo que ya se encuentra condenado al infierno de la división de plata, Levante, una categoría que cuenta nada menos que con veintidós equipos, un pozo del que es muy difícil salir porque los hay que cuentan con grandes presupuestos y son experimentados ex primeras, un infierno también porque económicamente los ingresos en publicidad, derechos de retransmisiones y ayudas de la federación nada tienen que ver con las percibidas en primera. Siete equipos más se encuentran aún en situación de ocupar las dos plazas restantes para el descenso.
Por la parte de arriba son tres los equipos a los que les queman también las puntas de los dedos pugnando por las mieles del campeonato y los dineros que reporta, otro más por jugar la Champions y otros tres por la Europa League, que manda narices como se denominan ahora a las que siempre fueron Copas de Europa y de Ferias. Pero con esto de anglicanizar todo… hemos caído en una “catetada” más.
Si además añadimos que en las dos finales europeas van a tener cabida tres equipos españoles…. españoles… el fútbol español brilla en un momento en el que el país bien parece una tea política… aunque de momento sea eléctrica, es decir, sin riesgo de provocar incendios. Si lamentablemente se llegara a dar esa indeseable situación, curioso que se esté hablando ahora de dictaduras en los partidos, habría que echar mano de inmediato de ese magnífico apagafuegos social que siempre ha funcionado con Franco y sin Franco… un sencillo balón de reglamento, ese artilugio redondo que una vez puesto en movimiento… vuelve locas a millones de personas en el mundo. Un deporte rey… de consensos. Si lo queremos lograr de verdad… aprovechemos el encanto de la bola y hagamos socios del mismo club de fútbol apolíticos ideológicamente muy distantes que de inmediato la concordia acabará siendo una añorada realidad. Que la ciudadanía anda huérfana de cariño entre los padres de la todavía vituperada patria, algo que aun solo por delicadeza hacia el sufridísimo contribuyente… habría que tener en cuenta. Un “momentazo” sin duda ver a Sánchez, Rajoy, Rivera e iglesias, no debatiendo que ya sabemos de memoria lo que van a decir… sino abrazados celebrando los goles marcados por su equipo. ¿España?
Pero volvamos a la realidad, las aficiones en estos días, se vuelcan más si cabe con los colores de sus amores y quitapenas porque quieren seguir viendo el mejor fútbol y a los mejores equipos de España en sus estadios… a los Messi, Ronaldo, Griezmann, Nolito, Aduriz o los aspavientos del Cholo. Hasta en los entrenamientos los aficionados desocupados acuden a alentar a sus jugadores dando un ejemplo de fidelidad y cariño al club, que a más de un profesional de la pelota le debería hacer pensar.
Porque esto de las aficiones futbolísticas es un fenómeno social de masas que merecería un estudio en profundidad. ¿Qué zonas del cerebro y de la afectividad humana toca este espectáculo para que miles de personas que no se conocen, que pertenecen a sectores sociales muy distintos, que políticamente pueden tener ideas muy distantes, se unan como una piña a la hora de alentar y defender a un equipo de fútbol?
Y es que da la sensación que la entrega a los colores de un club sobrepasa y transciende todo lo demás. Personas que lloran amargamente cuando su equipo pierde o desciende, gente que se gasta una pasta que no tiene para hacerse con una entrada, “delirium tremens” en aficionados que se vuelven locos cuando su equipo gana la liga o alguna copa… es el admirable carrusel de emociones que se descargan cuando el trencilla pita el final de un partido decisivo o transcendental.
Los aficionados son esos fieles sufridores que nunca abandonan al equipo; cuando está arriba en la tabla clasificatoria cosa que resulta muy fácil y cuando se encuentra en posiciones de peligro para el descenso lo cual resulta ya menos atrayente y de mucho más valor.
Y para acabar de dibujar el cuadro, en la otra esquina virtual del cuadrilátero futbolístico nos encontramos con los que tienen montado el circo del fútbol con negocios monumentales, brutales, manejando cantidades que marean; intermediarios, comisionistas, jugadores, presidentes….
Dos mundos dentro de un mismo estadio: los profesionales que viven de esto y los admirables aficionados que viven también para esto del bello espectáculo del balompié. Un juego que inventaron los británicos… nada menos que en el siglo XVII, por lo tanto un juego que es una pasada multi secular. Lo dicho, como el fútbol para pasar el rato y llegar a inconcebibles consensos no ha habido, ni hay… nada que se le pueda parecer ni de muy lejos.
Detras del futbol existe un sofisticado sistema de relaciones que hace de una pasion, un nudo inteligente y logico de relacionarse.
Es la aplicacion viva y concreta de la subordinacion de metas individuales a una empresa colectiva.
Mas inteligencia de la que aparenta superficialmente.
Quizá el gol sea como una afirmación y reivindicación delegada de aquello que en la vida diaria resulta mucho más complejo, incierto y difícil de conseguir y reconocer por los demás.
Es porque reina la confusion, verdadero pensamiento unico.
Si todo es discutible, pocas ocasiones hay para celebrar goles. Y es asi porque impera la subordinacion del bien particular al bien comun, que no colectivo que este ya sabemos que requiere de dictatorial tutor.
Queria decir subordinacion del bien comun al particular.