Remontar cometas sí, pero con mesura

aquella-prensaCiudad Real es una población que ofrece pocos atractivos para esparcir el ánimo, se lamentaba un cronista del siglo vicésimo en El Pueblo Manchego. Un cantinela que no es difícil de escuchar cien años después. Por aquel entonces, y a falta de algo con lo que entretenerse, el periodista salió a pasear. Cerca de la Granja Avícola avistó a unos jóvenes remontando comentas, lo que llamó su atención. El espectáculo (imprevisto) le pareció «muy bonito» y permaneció allí contemplándolo porque, como bien decía, «a falta de pan buenas son tortas».

Por supuesto, no quedó ahí la cosa, pues la escena merecía algunas reflexiones: El plumilla se preguntaba si aquellos jóvenes se pasarían toda la tarde ociosos, remontando sus cometas, y si no habrían tenido otra ocupación a lo largo del día. En tal caso, decía, renegaba de aquellos espectáculos imprevistos.

En estas líneas, que a continuación se reproducen, se atisba el tipo de juicios apresurados que suelen verterse sobre las actividades que realizan los jóvenes (entonces y ahora). Tampoco sería difícil de imaginar el soponcio que le daría al cronista de ver a los púberes de nuestros días aporreando el móvil o de botellón.

espectaculos-imprevistos
El Pueblo Manchego. 27 de abril de 1916

Espectáculos imprevistos
Ciudad Real es una población que ofrece pocos atractivos para esparcir el ánimo, que quiérase o no, hay que distraerlo un poco después del cotidiano ajetreo a que venimos obligados para ganar el pan.

A falta de espectáculos nos dedicamos al paseo, allá al caer de la tarde, cuando el sol marcha hacia su ocaso, cuando ya todas las faenas son terminadas.

Y abandonamos la capital en busca de aire oxigenado que dé vigor a nuestros pulmones. Pululamos por los alrededores, ante la perspectiva del campo manchego, que limita sus llanuras en un dilatado horizonte.

Ayer tarde paseábamos como de costumbre por la Granja Agrícola y vino a llamar nuestra soberana atención de periodistas que todo lo hacen objeto de su voracidad insaciable, el sport a que se dedicaban varios jóvenes remontando, como ellos dicen, gran número de cometas.

El cronista, en honor a la sinceridad, ha de hacer constar que el espectáculo es muy bonito y estuvo contemplándolo, porque a falta de pan buenas son tortas.

Pero tenemos el defecto de recurrir enseguida a la filosofía barata y, por tanto, in mente comenzamos a forjar un cúmulo de consideraciones, no sabemos si trascendentales.

He aquí la principal que hicimos: ¿Estarán estos chicos toda la tarde remontando sus cometas?¿No habrán tenido durante el día otra ocupación? Si así fuese, si estos chicos no tienen otro oficio, yo reniego de los espectáculos imprevistos.

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2 COMENTARIOS

  1. Pocas luces debía tener el cronista. De haber tenido unas cuantas más habría caído en la cuenta de que los muchachos que «remontaban» sus cometas, también podrían haber pensado de él que era un desocupado que se pasaba el día vagando y divagando por los campos manchegos, sin otra mejor ocupación.

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