El escritor Andrés Trapiello ha sido el encargado de pronunciar esta tarde en el Museo del Quijote la tercera de las Lecciones Cervantinas bajo el título “A vueltas con Cervantes”. La alcaldesa de Ciudad Real, Pilar Zamora, valoraba el trabajo que ha realizado durante años para actualizar al lenguaje actual la novela más universal en español.
El escritor leonés reconocía que leyó la primera edición del Quijote a los 8 años. Una edición de la Editorial Edelvives con las ilustraciones de Gustavo Dore que, reconocía han fijado en el imaginario colectivo las figuras de Don Quijote y Sancho Panza. Después con 23 años lo leyó y “fue un libro que me marcó la vida”.
Trapiello reconocía que le atraía la figura de Cervantes, “pero no la conocía de manera sistemática por lo que me enfrasque en una biografía durante 2 años y medio”. Acerca de Miguel de Cervantes, reconoce que se tienen por ciertas pocas cosas. Sí que nació en una familia modesta, y que su padre era un enfermero actual que se encargaba de atender los primeros auxilios o hacer sangrados.
Su abuelo si fue un hombre hábil en los negocios, que llegó a ser alcalde y supo arrimarse a nobles adecuados, pero el padre de Cervantes no tuvo esa fortuna, por lo que el propio Miguel tuvo que conocer la cárcel por las deudas de su padre.
Trapiello afirmaba que la imagen idealizada que se tiene de Cervantes se forjó en los siglos XVII y XVIII, cuando se llegó a afirmar que había estudiado en los centros donde lo hacían los nobles. La verdad es que tuvo que salir de Madrid pronto por matar a un albañil en una pelea, y se enroló en la milicia. Viajó a Italia y participó en la batalla de Lepanto, donde le hirieron en la mano izquierda y en el pecho con un arcabuz.
Desde aquí, reconocía, casi todo es un misterio, ya que aunque no le reconoce como mutilado ni puede luchar, aspira a ser alférez o capitán. Con las cartas de recomendación que consigue quiere volver a Madrid para conseguir un beneficio: hacer carrera de soldado, al tiempo que se dedica a las letras, tal y como marcaba la tradición de la época iniciada con Garcilaso. Pero tiene la mala fortuna de que su galera es apresada por los argelinos que se dedican al negocio de los rescates. A él por esas cartas de recomendación le impusieron el doble de rescate que a su hermano que también fue apresado (unos 500 ducados)
En esos cinco años en los que estuvo preso, pudo intermediar en negocios con mercancías y esclavos con sus propios captores, e incluso intentó cuatro veces fugarse, pero las cuatro le salieron mal. Aun así tuvo la suerte de que cuando iba a ser vendido en el mercado de esclavos de Constantinopla, los mercedarios pagaran su rescate con el dinero que habían puesto sus hermanas y la corona.
Cuando llega a España, reconoce Trapiello, Cervantes, vino con la idea de escribir, ya que anteriormente había compuesto algunos poemas. Aquí escribe comedias con el tema del cautiverio pero fracasa de una manera estrepitosa. También se embarca en la novela pastoril con “La Galatea” pero también fracasa. Se casó con una mujer de Esquivias con más dinero que él, y se le ocurre que tienen derecho a pedir un empleo real: ser gobernador o corregidor. La respuesta de la Corte fue negativa.
Contrariado, deja a su mujer, con la que no tuvo hijos, aunque ya tenía una hija con la mujer de un bodeguero. Trató de vivir de las ideas que tenía para administrar las relaciones de España con el Magreb, cómo luchar contra el infiel o recuperar plazas. Consigue trabajo recolectando para la armada aceite y el trigo para hacer bizcochos y se pasa años recorriendo Andalucía, lo que le enfrentará con los nobles que no querían dar estos productos de buena gana a la Corona.
Por este trabajo “asciende” y le encargan la recaudación de los impuestos de aquellas localidades «morosas» a la Corte. Pero las cuentas no le cuadran, y aunque el propio Cervantes dice que no es culpable, acaba en la cárcel, donde tiene la primera idea de “El Quijote”.
Las Lecciones Cervantinas de este año culminarán la semana que viene con Javier Huerta Calvo que ofrecerá una conferencia sobre “Cervantes o la pasión por el Teatro”.
[…] acerca de continuar Geografía Personal (“siempre hay un después”), en referencia a Andrés Trapiello, quien, casi a la misma hora, ofrecía una conferencia en el Museo del Quijote, sí ha desechado la posibilidad de acabar escribiendo “una novela en marcha”. Por […]
A los que no lo hayan leído: «Al morir Don Quijote», de Andrés Trapiello, un Ferrero Roché de los que dejan muy buen sabor de boca.
Animaros…pero antes hay que haber leído El Quijote, que si no, no tiene gracia.
Además, se puede leer la nueva traducción del Quijote al castellano moderno, también de Trapiello. Es tontería leer el original si no se va a entender.
Ahora más que nunca deberíamos contemplarnos en el espejo del Quijote y en el que nos brinda la vida de su autor.
Llevamos años atravesando una época de crisis, no sólo política y económica, sino también cultural y de identidad, y precisamos agarrarnos a asideros muy firmes para salir a flote.
Entre otras cosas, los españoles necesitamos recuperar la autoestima como pueblo o como país o como lo que sea, y Cervantes podría ayudarnos mucho en este sentido.
Él y el Quijote deberían ser nuestro principal referente.
Ojalá no dejemos pasar esta ocasión que no brinda la conmemoración del IV Centenario de la muerte del escritor.
Quería decir: «Ojalá no dejemos pasar esta ocasión que nos brinda la conmemoración del IV Centenario de la muerte del escritor».