Eusebio Gª del Castillo Jerez.- Diego Hernández es neonatólogo del Hospital de General de Collado-Villalba (Madrid), aunque es muy conocido por los padres de nuestra ciudad porque gran parte de su trayectoria profesional se desarrolló en el Hospital de Ciudad Real. Mañana participará como ponente en el XIII Congreso Fedalma de Lactancia Materna que se celebrará los días 15 y 16 de abril en el Antiguo Casino, en el que hablará de hablará de epigenética y lactancia materna. Antes, le hemos invitado a charlar sobre lactancia, partos y otros asuntos desde la perspectiva del padre. Actor secundario, evidentemente, pero que en muchas ocasiones acaba relegado a convidado de piedra y que, sin embargo, tiene mucho que decir y hacer.
Pregunta.- Evidentemente, secundarios en la lactancia
Respuesta.- Los padres no saben qué papel ocupan en la lactancia. Se encuentran descolocados y, en muchas ocasiones se les aísla desde fuera o se aíslan ellos mismos porque no saben si ayudan o si molestan. Sin embargo, tienen un papel fundamental para que se desarrolle bien una lactancia. La madre no puede criar en soledad, sino en sociedad. Si el principal aliado lo tiene en casa y es el papá todo se desarrollará de forma más natural y menos traumática.
Los momentos después del parto son muy delicados para la mamá, y no se puede ocupar de todo. Tiene un papel principal en la relación directa con el bebé pero hay muchos otros aspectos que no se pueden dejar desatendidos cuando se es madre. Ahí es donde puede jugar un papel muy importante el padre: durante el embarazo una madres se a sentir más apoyada si el papá participa, si se interesa, si le acompaña a las revisiones , si buscan información juntos o si la decisión sobre cómo alimentar o criar al bebé la toman conjuntamente.
Durante el parto, el padre puede hacer que no se sienta sola; desde el punto de vista de la lactancia, la madre necesita mucho soporte.
P.- Cuando el padre no se siente útil surge la impotencia
R.- Desgraciadamente, el papel que juegan los padres es desalentador: quieren lo mejor la mamá y el bebé, pero no tienen las herramientas para resolver un problema de lactancia. Cuando a la madre le duele engancharse al bebé, el padre no puede hacer nada para evitarlo, ve sufrir a la mamá y que el bebé lo está pasando mal y no sabe cómo participar.
Al final y ante la impotencia, desanima a la madre, empeñada en dar el pecho, en lugar de ofrecerle apoyo emocional. A veces el problema proviene de que los hombres y las mujeres, en relación a los primeros días de vida del bebé, nos encontramos en dos niveles de comunicación diferente. Los papás estamos muy asustados porque somos muy racionales, mientras que las madres son muy emocionales y no ven el miedo que estamos pasando, y de ahí pueden saltar chispas o surgir malentendidos.
Es bueno que primero hablemos con la pareja abiertamente, sobre todo la mamá; que exprese cuál es su deseo y qué tipo de ayuda es la que desea recibir. Normalmente lo que requiere una mamá es sentirse escuchada y que le demos valor a lo que ella siente. El padre trata de ofrecer una solución inmediata, cosa que en la lactancia pocas veces se da.
P.- Y qué tenemos que hacer
R.- Un papel fundamental es regular todos esos factores que se nos escapan cuando una mamá está dando el pecho, como las visitas. Culturalmente estamos acostumbrados a que nace un bebé y vaya toda la familia visitarlo. La mamá no está en disposición de, además de alimentar al bebé y ocuparse de su recuperación, tener que regular el flujo constante de visitas, y ahí el padre puede hacer respetar el descanso y la intimidad de la madre durante la lactancia. Puede ser partícipe de esa intimidad, evitando que estén continuamente rodeados de personas y determinar cuándo las visitas son más oportunas. Además, ocuparse de otras cosas, como mantener el orden de la casa, las tareas domésticas, sin olvidarnos de que el padre tiene que encontrar los momentos para abrazar y disfrutar al bebé e ir adquiriendo ese vínculo que la madre ya ha adquirido durante el embarazo.
Siempre es mejor la crianza compartida, pero el bebé no está preparado para pasar de estar todo el tiempo con la mamá y al día siguiente repartirlo al cincuenta por ciento. Tiene que ser algo más progresivo, para que el bebé se vaya vinculando poco a poco con el padre y éste acabe siendo igual de importante. Durante sus primeros días, lo que quiere el bebé es estar con su madre, ésa es la realidad y el papá tiene que estar disponible y dispuesto para lo que surja.
P.- Asistir al nacimiento de un hijo es una experiencia maravillosa. Sin embargo, no todos los estómagos están hechos para el paritorio. Y me da la sensación de que se ha ido generando una presión social hacia los padres para que estén presentes en el parto.
R.- Algunos no desean asistir al parto y se debe respetar. Hay que preguntarles cuáles son sus deseos y en qué manera quieren participar. Lo más importante es que la madre esté acompañada por la persona que le da confianza, que le da tranquilidad y que le ayuda a controlar esos momentos tan intensos. Si es una persona que no quiere estar ahí le va a añadir un estrés innecesario. El padre también tiene sus preferencias y deseos, y el mismo derecho a que sean respetados.
En apenas una generación se ha pasado del padre totalmente ausente al que participa al cien por cien en el parto. Esos cambios tan bruscos no son bien acogidos por todos. Hay que escuchar a todo el mundo y buscar el ambiente más adecuado para la familia. Recordemos que es un concepto muy amplio, porque hablamos del padre, pero ese papel lo puede ejercer perfectamente una mujer.
P.- Una vez que nace el niño, el padre se queda un poco desplazado cuando llegan las mujeres con experiencia (madres y suegras), que toman el control de la situación, sobre todo en el caso de los primerizos.
R.- En eso hay que tener cuidado. Sin querer se aísla al padre y acaba arrinconado cuando las abuelas o las tías rodean a la madre y al niño.
No hay que olvidar que la experiencia no lo es todo, es particular de cada cual. Es bueno que se comparta, pero no que la experiencia de unos se convierta en la experiencia del que viene. Puede ser un grave error, lo que ha valido para uno no tiene por qué servir para otro y a lo mejor reproducimos problemas. El padre tiene que estar pendiente y servir de filtro, escuchando las aportaciones que hace la gente para luego imponer el criterio de la pareja.
La madre está vulnerable emocionalmente y no se atreve a contradecir lo que le están diciendo. Un ejemplo típico es el de coger o no a los bebés. En la generación de nuestras madres o abuelas parece que estaba vetado cogerlos en brazos. Si una mamá lo coge cuando le apetece, para disfrutar de él, evitar que se sienta desolado, etc. y la familia le dice que se va a malacostumbrar o que por su culpa llora cada vez que lo deja en la cuna, y se lo repiten cincuenta veces mujeres con experiencia, puede hacer mella en su convicción. Ahí el padre es clave. Él sabe cuáles son los deseos de la madre y debe hacerlos valer. Que la familia aporte pero que no sea invasiva, que no nos desplace de nuestro lugar.
P.- ¿Los padres son cada vez más defensores de la lactancia materna?
R.- En mi experiencia profesional veo que hay mucha variedad, aunque, cada vez más, los papás son participativos y tienden informarse, a ser dialogantes en relación a las distintas posturas y, sobre todo, muy respetuosos con los deseos de las mamás. Pero también veo muchas veces que, si no se da importancia a su papel promotor, acaban decayendo y, al verse desplazados, el apoyo va de más a menos. A los padres lo que les preocupa es que la mujer y el niño estén bien, independientemente de cómo se alimente al bebé.
Están convencidos de que dar el pecho es mejor pero son los primeros que flaquean porque sus miedos son los menos atendidos. Cuando una madre tiene problemas la gente acude rápido a resolverlos, pero no nos damos cuenta de que el papá está pidiendo un biberón porque cree su hijo pasa hambre o para que a su mujer no le duela la teta. Hay que ayudarle tanto como a la madre porque lo que traduce esa petición es miedo a que le pase algo a alguno de los dos. Es un sentimiento bonito pero deriva en una decisión que puede ser perjudicial para el desarrollo de una lactancia adecuada.
Los padres tienen un interés creciente y quieren ser más participativos. Desgraciadamente, las políticas no acompañan a esa participación, con bajas muy cortas que dejan poco tiempo para estar donde se tiene que estar, que es cerca de la mamá y del bebé.
P.- En el ámbito familiar las cosas han cambiado, pero de puertas para afuera no sé si existen ciertos prejuicios a la hora de hablar estos temas entre hombres.
R.- Si eres hombre, padre y pediatra dedicado a la lactancia, es el summun del prejuicio (risas). Otro de los papeles del padre es social y educativo para normalizar la lactancia y normalizar la participación del padre en la medida que él quiere en la lactancia (verla, vivirla, disfrutarla, opinar, preocuparse por la matistis de su mujer o sobre las obstrucciones del conducto, hablar de un pezón es así o asá, etc.)
Se debe sacar la lactancia a la calle, hablar de ella y enseñar a nuestros hijos lo que queremos que reproduzcan de mayores. Los niños son esponjas y si nos ven participar de la crianza, opinar de la lactancia, verla, eso está sentando unas bases para que ellos el día de mañana no tengan tanto pudor o tanta dificultad en participar y que no haya tantos prejuicios.
P.- Ahora tenemos mucha información y, aunque hay que filtrarla, tener acceso a esa información no da más recursos.
R.- Nos dota de recursos e inquietudes. Sobre cosas que antes un padre no se planteaba. Por ejemplo, se puede encontrar un foro en el que se hable del colecho. Antes se tenía la información proveniente de un profesional determinado, que podía ser favorable o detractor de una determinada materia o asunto. Gran parte de la decisión de los padres dependía de qué les contara esa persona. Ahora, con los distintos medios de información, tenemos acceso a diferentes opiniones o evidencias. Siempre animo a que se realice una lectura crítica y que no se sea muy de corrientes. Se debe buscar información variada para que cada uno se genere su propia opinión.
P.- Los padres con experiencia ya saben lo que quieren hacer y cómo lo tiene que hacer, pero para los primerizos siempre vendrá bien anticipar esos debates acerca de la lactancia, el colecho, el tipo de crianza, etc. de forma que, llegado el momento, lo tengan claro.
R.- Recomiendo que los padres hablen mucho entre ellos y con los profesionales. Nosotros hacemos un hueco en nuestro tiempo para hacer visitas prenatales. Que los padres que reciban información veraz y adecuada (hablar de la lactancia, miedos e inquietudes, conociendo información científica sobre cómo se produce) durante el embarazo o durante la planificación familiar se relaciona con mayores cifras de lactancia, de satisfacción de los padres y mayor duración de la lactancia. Hay que encontrar más espacios para que eso se dé.
En el Hospital donde trabajo actualmente, una vez a la semana realizamos una visita guiada prenatal para hablar de lo que es el parto, y eso se relaciona con la disminución del estrés en ese momento y con menos complicaciones porque se reduce la ansiedad.
Que gran profesional, sólo tengo palabras de agradecimiento hacia Diego, es un gran médico y excelente persona.